jueves, 21 de marzo de 2019

Novela suplente


La literatura es guardián de lo pequeño, de lo efímero, de los momentos casi invisibles en que los mortales, ignorados por los monumentos de la metafísica son felices o infelices, pero se pueden asomar a un sentido de la experiencia.
Hubo literatura, pudo no haberla habido. Hay literatura, puede que no la haya en el futuro. Que todavía el lenguaje no sea solo información es una decisión política de un grupo de lectores y de escritores. La literatura no le sirve a la técnica. Piglia decía un poco en broma que el sistema mundo no habría inventado la literatura sino la hubiera encontrado hecha: un individuo que en su casa escribe textos que nunca se sabe que valor tienen o, en todo caso, qué precio tienen. Qué gesto incomprensible y peligroso para la realidad financiera
Creo que hay poesía o por lo menos lenguaje poético cuando el escritor intenta, y lo logra de manera fugaz, producir un vacío en el lenguaje, una interrupción en la cadena de producción de sentido. Como los ludistas, anarquistas del siglo diecinueve, que saboteaban las máquinas de la naciente cultura industrial, así la poesía, el escritor, los lectores, debe conspirar contra el ruido mediático, contra la retórica del poder. Politizar las formas cuando los contenidos son facilmente banalizados, "en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje, yo lo denomino, por mi parte dice Roland Barthes en Barthes por Barthes", literatura

Tan berreta

Hasta hace poco eran todos Nisman pero parece que ninguno es Stornelli. 
Qué pasó en el medio.
Antes era Massita un acierto clarinista que se quedó sin nafta como El Lole sin haber visto nada raro. Hoy es la esfinge y el presidente de la televisión
Se arman las mesas de Mirtha en las oscuras cuevas de la AFI
Ya no se puede creer en nada
Antes venía el conde de Keyserling u Ortega y Gasset a retarnos un poco y a decirnos "Argentinos a las cosas"; hoy viene Martín Caparrós enojado y de mal humor cansado de ser argentino que como se sabe es menos que ser español
Tan berreta es el estado liberal. Por suerte para ellos no tienen ningún pánfilo que pida autocrítica