El gobierno, en esta situación de oscuridad, producto de su inacción, paga todas las facturas. Y una de las formas trágicas de este pago es hacerse cargo de la represión.
Los ministros del palo, cuando el juego de las fuerzas los desfavorece, renuncian. Entonces, para qué aceptaste el ministerio. Si acepto un ministerio lo mínimo que puedo hacer es hacerme cargo, ofrecer alternativas, informar lo que no se sabe, y decir lo que no se dice, que es cuál sería el plan alternativo y ahí sí, si mi plan no es aceptado, que mi lugar lo ocupe otro
Sino soy parte del problema
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Vivimos en una época oscura, o tal vez debería decir oscurecida. Tarde o temprano el desapego de los medios y demás dispositivos de la hegemonía a la verdad iba a traer esa consecuencia. Y no porque exista una verdad platónica anterior a la historia. La verdad que devino de esa historia es la de la oscuridad.
Una pregunta que todavía uno se puede hacer es muy simple: a quién sirve esa verdad oscura. Le sirve a los que van ganando. Y esa victoria es de tal magnitud que ya no sabemos qué significan las palabras.
No quiero extenderme. Escribo porque no sé y lo que sé es que si no hay un mínimo acuerdo en el significado de las palabras; si los que no miramos televisión ni leemos los medios hegemónicos no somos incluídos en el diccionario, la derrota puede extenderse hasta el infinito