Cámpora al gobierno, Perón al poder. Fórmula plenamente aceptada en el momento que fue planteada aunque luego no haya funcionado. No voy a decir por qué no funcionó porque mi argumento va para otro lado. Qué significaba esa fórmula. Perón la explicó con sus habituales decires de inspiración campera: "si Dios apareciera todos los días no faltaría alguien que le faltara el respeto". Quizás estaba hablando de su teoría de la conducción con aires de astucia de la historia hegeliana: el conductor como un gran universal que se vale de los particulares.
Hoy tal vez, el poder sea distinto que en la época que Perón pensó su teoría política, pero es indudable que Cristina se inspiró en ella cuando hizo su jugada de ajedrez para derrotar a Macri.
Ahora, cómo se gobierna con esa fórmula. El presidente debe ser fuerte porque el estado, en nuestra época, no es el poder, apenas puede aspirar a resistir. Y esa resistencia no es una varita mágica, es una construcción colectiva. Y la fuerza que el presidente necesita si es que va a tomar decisiones la va a encontrar no en su individualidad que es frágil como la de todos, sino en un colectivo, un movimiento histórico, que incluye la memoria de los compañeros que no están y la pasión de los que resisten.