Según se dice en un spot publicitario, Massa ha declarado la guerra al narcotráfico. El candidato parece haber descubierto, supongo que como resultado de la observación de lo filmado por las cámaras de seguridad, que ese es el problema fundamental que tiene el país.
Propone modificar la ley de seguridad que prohíbe la intervención de las fuerzas armadas en la seguridad interna. Los militares, dice, deben bloquear las fronteras pero sobretodo entrar en los barrios más humildes, que según su observación, es donde los narcos infectan a los más pobres. Es curioso la utilización de ese término para referirse a una problemática que tiene su fundamento en las relaciones sociales más que en las biológicas. De cualquier manera el ejército, la aviación y la marina deben ingresar en los barrios pobres no se sabe si como en el desembarco en Normandía o como grupo de tareas derribando puertas y destruyendo humanidades.
La experiencia, en países vecinos, de la intervención militar en el problema del narcotráfico no trajo soluciones duraderas. El ejemplo de Colombia y Méjico son bien conocidos. La experiencia Argentina de la intervención de las fuerzas armadas en problemas internos no es necesario narrarla, todavía sigue estremeciendo la memoria de nuestro país.
No sé cual es la intención de Massa. Su suegro, el Pato Galmarini, había propuesto restituir el cuadro de Videla. Su trayectoria empieza en la Ucede. Pero esos datos biográficos no alcanzan a explicar su irresponsabilidad.
Habíamos dicho que el fantasma que recorre la política argentina es el odio de clase. Ese es el nudo del llamado antiperonismo categoría política que nunca estuvo suficientemente expuesta al análisis. El odio que en manos de la burguesía significa como muy bien lo dijo el otro candidato Mauricio Macri, que cada uno gane lo menos posible por lo que hace.
El pobre entonces, infectado ahora por el narcotráfico como antes lo estuvo de las ideas de emancipación, es el objetivo, nunca dejó de serlo, de la punición oligárquica
miércoles, 30 de septiembre de 2015
sábado, 26 de septiembre de 2015
La máscara de Fernando Niembro
Diríamos que la duplicidad es, de alguna manera, fundante de nuestra nacionalidad. Aprendimos en la escuela que los revolucionarios de mayo juraron lealtad a Fernando VII, entonces cautivo de Napoleón, para desligarse a la vez de la corona española y de su reemplazante José I Bonaparte, impuesto a las fuerzas de España por los invasores franceses y para postergar una declaración de independencia a la que entonces no se sentían fuertes o convencidos de encarar, a eso se le llamó la máscara de Fernando VII.
El caso de Fernando que es Niembro y no Borbón parece guardar bastante distancia con el ejemplo que dimos, tal vez la misma que hay entre tragedia y comedia, pero, sin embargo, guarda la similitud de que se trata de una acción política cuyo propósito es esconder su verdadera intencionalidad. O mejor, intenta salvar la duplicidad que puesta a la luz derrumbaría algo más que un candidato a diputado.
La máscara, en este caso, no es la de Fernando sino la de Mauricio, curiosa pirueta por la cual un personaje que inicia su biografía pública formando parte de la tristemente célebre, patria contratista durante la dictadura, que luego continúa con la escandaloso contrato de la basura aprobado durante la gestión Grosso, que sigue con las cloacas de Morón, la condena por contrabando condonada por la corte menemista, el procesamiento por las escuchas,que ese persoje. Macri claro, lidere un frente anticorrupción acompañado por los impolutos integrante del partido otrora llamado Radical parecía imposible hace algunos año, mientras vivía Raúl Alfonsín por lo menos.
Pero será porque el vuelo del pibe no parece el esperado por el círculo rojo o porque desobedeció la orden de aliarse con Massa, el caso es que le soltaron la mano en el caso Niembro, o tal vez se trate solo de un reto, un disciplinamiento, algo así como portate bien sino sabés lo que te puede pasar, hoy cae Niembro tal vez mañana caés vos
La verdadera máscara quedó a salvo, los cacerolos pueden seguir hablando de corrupción, discurso que esconde, que enmascara, sus verdaderos sentimientos, que son el odio de clase hacia los excluidos incorporados en estos años. Esto último tiene una traducción al lenguaje empresario cuando dicen en voz baja que los sueldos en dólares, los más altos de América Latina deben bajar.
Nuestra incognita es la conducta de Scioli ante estos poderes. ¿Se pondrá el traje de De la Rúa o el de Nestor?
El caso de Fernando que es Niembro y no Borbón parece guardar bastante distancia con el ejemplo que dimos, tal vez la misma que hay entre tragedia y comedia, pero, sin embargo, guarda la similitud de que se trata de una acción política cuyo propósito es esconder su verdadera intencionalidad. O mejor, intenta salvar la duplicidad que puesta a la luz derrumbaría algo más que un candidato a diputado.
La máscara, en este caso, no es la de Fernando sino la de Mauricio, curiosa pirueta por la cual un personaje que inicia su biografía pública formando parte de la tristemente célebre, patria contratista durante la dictadura, que luego continúa con la escandaloso contrato de la basura aprobado durante la gestión Grosso, que sigue con las cloacas de Morón, la condena por contrabando condonada por la corte menemista, el procesamiento por las escuchas,que ese persoje. Macri claro, lidere un frente anticorrupción acompañado por los impolutos integrante del partido otrora llamado Radical parecía imposible hace algunos año, mientras vivía Raúl Alfonsín por lo menos.
Pero será porque el vuelo del pibe no parece el esperado por el círculo rojo o porque desobedeció la orden de aliarse con Massa, el caso es que le soltaron la mano en el caso Niembro, o tal vez se trate solo de un reto, un disciplinamiento, algo así como portate bien sino sabés lo que te puede pasar, hoy cae Niembro tal vez mañana caés vos
La verdadera máscara quedó a salvo, los cacerolos pueden seguir hablando de corrupción, discurso que esconde, que enmascara, sus verdaderos sentimientos, que son el odio de clase hacia los excluidos incorporados en estos años. Esto último tiene una traducción al lenguaje empresario cuando dicen en voz baja que los sueldos en dólares, los más altos de América Latina deben bajar.
Nuestra incognita es la conducta de Scioli ante estos poderes. ¿Se pondrá el traje de De la Rúa o el de Nestor?
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