jueves, 26 de enero de 2012

Una teoría de la rebelión

     En estos tiempos arduos en los que Europa, como un Fernando séptimo cautivo no ya de Napoleón sino de los mercados financieros, ya no puede entregarnos sus exquisitos planes para vivir, recorre la periferia el fantasma de la rebelión.
     No parece una revolución producida por un mecanismo inmanente de la historia, tampoco por el desarrollo de un proletariado industrial que hoy, hasta en los países centrales parece estar dando los últimos estertores. La rebelión parece estar dándose mediante la vieja fórmula del populismo.
     Esa herramienta imperfecta está hecha con alambres del arado, con útiles escolares, con computadoras de oficina. Es decir, lo que llamaremos sujeto-pueblo son los campesinos, empleados, pequeños comerciantes e incluso algún empresario fundido. Peronismo gritaran horrorizados algunos, Kirchnerismo, se atreverán a ironizar otros. El Alberdi póstumo podría decir, caudillos, democracia imperfecta, la voluntad de la multitud popular, la elección del pueblo, democracia mal organizada y por ello mejor que la democracia inteligente para una minoría porteña europeizada.
     Sujeto-pueblo y la herramienta oxidada del estado social, los restos que olvidaron los depredadores, los escorpiones de la historia.
     Esta nota continuará, porque la historia continuará, como las antiguas series en blanco y negro que veíamos de chicos. Habrá que seguir narrando el laborioso caminar de ese sujeto-pueblo, contrahecho, feo, despreciado por los queridos amigos que agitarán frente a él, su vetusto izquierdómetro, o aquellos menos queridos que usarán el peronómetro que compraron en alguna tienda de la triple frontera.
     Yo, aunque ellos seguramente no se enterarán, les dedico estas lineas.

viernes, 13 de enero de 2012

El balance de un año

     Se sabe: el tiempo, hoy, es rapidez. Nos preguntamos, abrumados ante los hechos que se atropellan vertiginosamente, què es significativo, y entonces viene a nosotros la idea de antiguas militancias, aquellas que creìan que la lucha era lo que daba sentido a una vida. Por eso concluimos que el 2011 fue un año que transcurriò de un octubre a otro.
     Aquel dìa de 2010 en el que se realizò el censo aparecìa como un dìa aburrido, en el que discurrirìamos, como en cualquier domingo, adormecidos en la espera de un representante del estado que nos interrogarìa sobre los datos mìnimos de nuestra identidad.
     Yo despertè solo. Mi novia que trabaja de docente, estaba trabajando en el censo. Sonò el celular. Creo recordar que eran las nueve de la mañana. Vì en la pantalla el nombre de mi hermana y luego su voz urgente que me pedìa que fuera a la casa de nuestro padre. Decìa que estaba muy mal: habìa muerto Nestor Kirchner. Como suele suceder en esos dìas que luego llamamos històricos, no se me ocurriò ninguna reflexiòn trascendente, solo la dicotomìa de que si era conveniente tomar un taxi o un colectivo, si en verdad era urgente la necesidad de que fuera a la casa de mi padre, què hacer con el censista que llegarìa a mi casa y no me encontrarìa.
     Simplemente salì. La calle estaba desierta. El azar habìa preparado el clima fùnebre. Pude conseguir un colectivo relativamente ràpido.
     Mi padre lloraba. Pensè que habìa aparecido en su memoria de viejo peronista otros dìas aciagos, otras derrotas inesperadas traìdas de la mano de la muerte. Sin embargo lo que vino despuès de aquel dìa no fue una derrota, sino una especie de continuidad de aquella sorprendente movilizaciòn del bicentenario que habìa provocado la ruptura de la trabajosa costrucciòn mediàtica: una fiesta de cientos de miles, en un paìs supuestamente asfixiado por el delito. Esta vez, el motivo no fue festivo pero se viò el mismo vigor militante y ademàs protagonizado por gente joven, antiguos desencantados, nacidos en los años de la democracia. Inicio de un año y tambièn culminaciòn de un trabajo militante que habìa liderado aquel que era despedido por el pueblo: Nèstor Kirchner, donde se remontò una derrota ya decretada.
     Ese acontecimiento de gente en la calle, y la posterior ofensiva de medidas populares fue definitiva para derrotar a la oposiciòn. Luego solo hubo que caminarar hasta la fecha de las elecciones presidenciales que determinaron la finalizaciòn de un año intenso.