Seis y media en Madryn: es de noche. Casi nadie camina por la vereda. Solo dos perros que corren para engañar al frío. A las cinco cierran los comercios pero la actividad termina al mediodía cuando cierran los bancos.
La realidad no responde a nuestra costumbre aunque lo excepcional de la actualidad ya no es sorprendente y casi no es novedoso. Opera en nosotros el egoísmo del sobreviviente. A mí y a mis seres queridos no. Aun no.
Qué va a pasar el día que recuperemos la normalidad: ¿ lo creeremos, saldremos confiados a mostrar nuestras sonrisas, a abrazarnos por un gol o nos quedaremos ante la puerta de casa sin salir como en un cuento de Kafka? A propósito vi los festejos del equipo de Bielsa: los jugadores festejaban con un publico de cartón
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