Para Horacio Gonzalez, porque no escribe con el lenguaje de la máquina
Ya no hay escritores. Fueron eliminados uno a uno por el Directorio. Nadie recuerda exactamente por qué, tampoco interesa demasiado el motivo. Todos los libros que se pueden comprar fueron escritos por la Máquina. Todo lo que necesitamos saber lo sabemos por la Máquina. Hay una sola verdad. Ya nadie inventa mundos inexistentes. No hace falta, somos felices hace siglos. Sin embargo, hace algunos días, alguien sugirió que podría haber quedado un escritor. Alguien que incluso conoce lo que llamaban literatura: papeles manchados en lenguajes que la máquina no usa. Pero quién pudo decir tal cosa y cómo pudo enterarse sino fue la máquina quién se lo informó. Si existió ese alguien debe haber sido ejecutado. Cómo lo se yo. Muy simple: soy el que tiene que encontrar al escritor y matarlo
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Lo que sé lo tengo que olvidar. A su debido tiempo, cuando haya terminado mi trabajo. Es parte de nuestro oficio: saber y olvidar. Hacemos un trabajo de limpieza y luego nos lavamos cuidadosamente las manos. Sino fuera así no podríamos hacer nuestro trabajo. Sino fuera así el Directorio no podría gobernar y a nosotros nos resultaría imposible vivir tranquilos. Saber y olvidar. Ese es el fundamento del sistema.
Cómo reconocer a un escritor. Se me ha dicho que eran como nosotros pero que leían en secreto a otros escritores que como ellos inventaban lenguajes distintos. Leían, escribía y lo peor de todo: no olvidaban
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Antes de que existiera la Máquina estábamos perdidos, confundidos tal vez por los lenguajes que inventaban los escritores. Ahora lo sé y tal vez lo tenga que olvidar
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Saber. Cuántas cosas más debo saber. ¿Lo soportará mi sistema o elegirán a otro? Un escritor no puede dejar de escribir. En algún momento se equivocará y le contará a alguien una historia que no se haya publicado en la Máquina. Alguien, algún día, hablará un lenguaje perfumado, disonante, inentendible, insoportable. Pero cómo enterarse, no podemos controlar a cada uno. Aunque tal vez solo haya uno capaz de hacerlo y será suficientemente escandaloso como para que me entere.
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El lenguaje no es otra cosa que matemáticas. A un número determinado de palabras le corresponde un número limitado de combinaciones posibles. La máquina pudo resolverlo. Hubo muchos modelos hasta que lograron uno que llegara a conocer todas las combinaciones posibles. Y se demostró que había un amplio número de ellas que eran inútiles. Y lo que es peor confusas. El lenguaje de la Máquina es fundamentalmente claro y preciso, ni más, ni menos. Solo de esa claridad podía finalmente conocerse la verdad que es única.
Qué pasaría entonces si apareciera un escritor y destruyera la Máquina. Lo podría hacer. Bastaría que inventara nuevas combinaciones que la harían funcionar en falso y la descompondrían. No habría entonces mundo, no habría verdad, no habría nada
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Solía tener los huesos desnudos. Unos ojos que hacían recordar a la lluvia. Besos que nunca le dí se quemaban junto a los papeles de un mundo prohibido
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Basta, mi memoria está agotada. No sé cómo entran las palabras en mi alma. Tengo miedo de ser el escritor
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