El virus, entre otras cosas, hace la tarea del tiempo, cierra lugares, clausura costumbres. La lejanía y el virus y el tiempo en mi caso.
¿Se aplica lo mismo para las ficciones de lo cotidiano lo que se aplica sobre lo real, necesita la memoria de ese soporte material?
Aquel bar que ha tenido que cerrar: ¿nos priva también de las borrosas imágenes de una tarde y de un amor perdido?
Preguntas sin respuestas y un desierto que avanza
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