Supongo que nosotros, los que no vemos el programa del presidente de la televisión, podemos ver su cara como una reseña, como un mapa, como el diseño de la época. Parece no ser él mismo, pero lo es, en la medida que sus cambios son la pretención de que nada cambie, que el tiempo se detenga en la juventud, en el volumen máximo de su estridencia, de su saturada felicidad.
Pero, es de verdad joven el presidente? No sabría decirlo, en todo caso sus arrugas fueron borradas. En todo caso su cara es un eterno presente que va más allá de sus derrotas y renuncias
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