En los anàlisis hechos en estos dìas sobre los sucesos de diciembre de 2001, se concluye, que significaron el final de aquello que se puede denominar como proyecto neoliberal, es decir, el proceso històrico que trascurriò en la dècada de los noventa en el que se desmontò lo que en el mundo se denominò como estado de bienestar y que en nuestro paìs se conociò como "Argentina Peronista". Incluso alguien dijo que en aquellos dìas de diciembre se terminò definitivamente la dictadura militar.
Los anàlisis que resumimos dotan a los hechos de diciembre de una èpica que a mi entender no tenìan, por lo menos en el momento en el que sucedieron. Nadie la tenìa tan clara, me parece,no habìa consignas claras màs allà de que se vayan todos que era un grito vacìo, desesperado, lleno de furia si se quiere y tambièn, me permito decir, de impotencia.Los hechos aparecen desnudos y es nuestra tarea ponerles el ropaje de nuestra historia. Aquellos hechos terminaron siendo èpicos luego de que sucedieron, como consecuencia de una larga y dificultosa militancia posterior que incluyò dudas, retrocesos y màs sangre derramada. Claro que aquella furia fue necesaria para que esa militancia, que todavìa hoy trabaja en las calles, se despertara.
¿La historia como cadena lògica de hechos, entonces, una continuidad necesario? No, la historia como lucha que debe sostener el sentido que se propone crear. Subrayo la palabra crear, es decir poner en la realidad algo que no estaba.
Los hechos de diciembre fueron una ruptura, una creaciòn de la lucha, que debe ser sostenida. Militemos, entonces, trabajemos, luchemos
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