Toda vida que se pierde es irrecuperable. Lo digo conciente de que la maquinaria mediàtica amenaza con condenar a la repeticiòn cualquier palabra que se diga en estas circunstancias.
Juan Alberto Badìa, de èl quiero hablar, desenpolvò la palabra trayectoria, la dijo en su ùltima apariciòn pùblica en la entrega de los premios Martìn Fierro. Esa palabra, dicha en ese àmbito, creaba una diferencia, porque trayectoria supone una temporalidad distinta a la que està vigente, una cadena de hechos necesarias, incluso retrocesos o inmovilidades. Es decir: trayectoria supone tiempo, trabajo, lucha, y no escàndalo, impacto, estridencia y mucho menos la banalidad grosera y pornogràfica imperantes. Ahì habìa un choque de culturas. Claro que eso no fue advertido en esa reuniòn, porque los enfermos no joden, los muertos menos.
Badìa podìa reclamar trayectorias porque estaba respaldado por su trabajo y por la modalidad en la que habìa hecho sus programas. Su gran èxito, Badìa y cia era un programa òmnibus, es decir duraba 5 o 6 horas, correspondìa a una època que hoy parece prehistòrica, anterior a la tv por cable y a internet. No necesitaba retener al televidente con el recurso del impacto permanente, de la estridencia y la velocidad. No levantaba la voz, su hablar era pausado, tal vez porque tenìa cosas para decir. Recuerdo que en ese programa estuvieron Borges y Sàbato, pero tambièn Sergio Denis y Spinetta y el profesor Lambetain y el mismìsimo Tinelli algo màs gordo y lento. Es decir, tenìa la idea de que lo popular podìa convivir con la alta cultura.
Alguna vez me lo crucè en la calle, yo iba con mi abuela, nos regalò su amabilidad y su paciencia.
Dije que su vida es irrecuperable, como es irrecuperable y ùnica cada vida. Nos dejò la nostalgia de una època perdida, pero su trayectoria nos ayuda a pensar, en medio de los gritos y la banalidad infinita, que la creaciòn de una diferencia no es solo posible sino que es indispensable.
sábado, 30 de junio de 2012
sábado, 16 de junio de 2012
Lanata, Sarlo y el discurso Lilita
Todo en Lilita es un exceso, hasta su derrota. La conocimos en los lejanos días de la reforma constitucional del año 1994 en los que se destacó como referente alfonsinista, algo intelectual (sus admiradores suelen exagerar ese rasgo, pero nunca pudo demostrar ni en un artículo, ni en una exposición pública un nivel cultural que superara la media de la clase política Argentina) y cercana a lo que entonces se entendía como centroizquierda.
Un día apareció con un pesado crucifijo y aún así no pareció que hubiera cambiado demasiado. Ese nuevo exceso, ahora teológico, le daba una teatralidad que ya tenía rasgos de comedia. Sin embargo, el hecho que la llevó a su mejor interpretación fue el triunfo de Nestor Kirchner en las elecciones en las que Lilita se había presentado como candidata a presidenta por primera vez.
Fue una derrota pero fue también un renacer. Se despojó de los ropajes de centro izquierda que ya le resultaban incómodos y se puso los de centroderecha. Aprovechó el declinar de Ricardo Lopez Murphi y se puso en su lugar, lo que significaba absorber los mejores cuadros de esa corriente política y el derecho a ocupar los mejores espacios en los medios dominantes.
Sin embargo, cuando ocurrió lo que se llamó la crisis del campo no pudo liderar a ese sector: Cobos ocupó ese lugar. Pudo haber sido el comienzo de su declinar, pero en las elecciones del 2009 su partido la Coalición Cívica quedó en segundo lugar a unos pocos puntos del Frente para la Victoria.
Se puede decir que la reacción inesperada del Kirchnerismo la desubicó. Se esperaba un declinar de la presidenta parecido al de Alfonsín pero lo que sucedió fue una contraofensiva con una serie de medidas a las que no se supo cómo reaccionar. Si toda la vida se había dicho que había que hacer una nueva ley de medios, cómo oponerse. Si se había presentado un proyecto parecido a la Asignación Universal por Hijo cómo decir que se estaba en contra.
Ahí apareció ese personaje mediático increíble, vilipendiado hasta el exceso por 678 y usado hasta el hartazgo por TN. Se convirtió en la contracara farsesca de Cristina imitando mal alguno de sus mejores y de sus peores rasgos. Si Cristina anunciaba el cielo, ella ofrecía el apocalipsis; si el pueblo salía a la calle a festejar ella veía actores pagos por el estado. No se dió descanso ni en el duelo de su rival y nos agotó y se consumió a si misma hasta casi desaparecer en las elecciones del 2011.
Y entonces volvió Jorge Lanata. Le pusieron rapidamente el vestuario lo maquillaron un poco y lo empujaron para que saliera a escena. Beatriz Sarlo también interviene en la obra. Recita un manual de buenos modales que ella llama republicanismo. Aparece también un grupo de extras con cacerolas a modo de coro griego.
Todo eso para reemplazar a Lilita. Dicen su discurso pero no es lo mismo. Ella inundaba con su carisma. Hacía pausas, miraba a cámara, lloraba, engordaba, adelgazaba y volvía a engordar, todo por su público. Dirán que su discurso es el discurso de Clarín o incluso pueden decir que es el de la clase social que se niega a perder sus privilegios, pero suyo o ajeno ella decía las palabras y se apropiaba de ellas como las grandes estrellas del espectáculo argentino-
Un día apareció con un pesado crucifijo y aún así no pareció que hubiera cambiado demasiado. Ese nuevo exceso, ahora teológico, le daba una teatralidad que ya tenía rasgos de comedia. Sin embargo, el hecho que la llevó a su mejor interpretación fue el triunfo de Nestor Kirchner en las elecciones en las que Lilita se había presentado como candidata a presidenta por primera vez.
Fue una derrota pero fue también un renacer. Se despojó de los ropajes de centro izquierda que ya le resultaban incómodos y se puso los de centroderecha. Aprovechó el declinar de Ricardo Lopez Murphi y se puso en su lugar, lo que significaba absorber los mejores cuadros de esa corriente política y el derecho a ocupar los mejores espacios en los medios dominantes.
Sin embargo, cuando ocurrió lo que se llamó la crisis del campo no pudo liderar a ese sector: Cobos ocupó ese lugar. Pudo haber sido el comienzo de su declinar, pero en las elecciones del 2009 su partido la Coalición Cívica quedó en segundo lugar a unos pocos puntos del Frente para la Victoria.
Se puede decir que la reacción inesperada del Kirchnerismo la desubicó. Se esperaba un declinar de la presidenta parecido al de Alfonsín pero lo que sucedió fue una contraofensiva con una serie de medidas a las que no se supo cómo reaccionar. Si toda la vida se había dicho que había que hacer una nueva ley de medios, cómo oponerse. Si se había presentado un proyecto parecido a la Asignación Universal por Hijo cómo decir que se estaba en contra.
Ahí apareció ese personaje mediático increíble, vilipendiado hasta el exceso por 678 y usado hasta el hartazgo por TN. Se convirtió en la contracara farsesca de Cristina imitando mal alguno de sus mejores y de sus peores rasgos. Si Cristina anunciaba el cielo, ella ofrecía el apocalipsis; si el pueblo salía a la calle a festejar ella veía actores pagos por el estado. No se dió descanso ni en el duelo de su rival y nos agotó y se consumió a si misma hasta casi desaparecer en las elecciones del 2011.
Y entonces volvió Jorge Lanata. Le pusieron rapidamente el vestuario lo maquillaron un poco y lo empujaron para que saliera a escena. Beatriz Sarlo también interviene en la obra. Recita un manual de buenos modales que ella llama republicanismo. Aparece también un grupo de extras con cacerolas a modo de coro griego.
Todo eso para reemplazar a Lilita. Dicen su discurso pero no es lo mismo. Ella inundaba con su carisma. Hacía pausas, miraba a cámara, lloraba, engordaba, adelgazaba y volvía a engordar, todo por su público. Dirán que su discurso es el discurso de Clarín o incluso pueden decir que es el de la clase social que se niega a perder sus privilegios, pero suyo o ajeno ella decía las palabras y se apropiaba de ellas como las grandes estrellas del espectáculo argentino-
domingo, 3 de junio de 2012
La historia como repetición
Hay una tendencia en el pensamiento a creer que la historia se repite. Aunque la repetición pueda parecer asfixiante, tiene el atractivo de lo mecánico: si esto ocurre, sucederá luego aquello y todo seguirá más o menos igual.
Horacio Gonzalez, en su último libro "La Lengua del Ultraje",cita a Sarmiento: "la Mazorca, con los mismos caracteres, compuesta de los mismos nombres. Ha existido en la edad media en Francia en los tiempos de la guerra entre los partidos de los Armagnar y del duque de Borgoña". Luego dice el propio Horacio: Sarmiento resuelve todo con un ejercicio de sustituciones...Esta sustitución opera por reemplazo de cada punto por otro que mantiene su correspondencia por encima de las distancias de época...De esta forma se hacía fácil poner en juego el recurrente motivo de la "repetición de la historia".
Este mecanismo de la repetición también lo ve Horacio Gonzalez en el Dieciocho Brumario de Karl Marx: "Marx describe la repetición histórica con grandes argucias metafóricas, como producto de un pasado que se transforma en fuerza onírica colectiva, a la manera de una recurrente pesadilla que lleva a la pavorosa ilusión de que es posible relatar los hechos nuevos con los recursos que una epopeya anterior ya ha preparado. Y luego: "El tiempo circular, sin embargo, no atraía a Marx, y si como tragedia le era levemente aceptable, el mundo moderno ya tenía que decidir que la mentalidad colectiva atrapada por la cita del pasado solo podía considerarse una farsa."A este concepto queríamos llegar: la repetición se hace imposible, porque al repetirse un ciclo, ya sin algunos de sus elementos que lo acompañaban, se convierte en una farsa.
Cómo se puede considerarse entonces a la reaparición de estos señores Biolcatti y Bussi y su coro de cacerolas indignadas sino como una farsa. Hay sí un ciclo que se repite: el triunfo de Cristina, esta vez no con el 47 % de los votos sino con 7 puntos más; aumento de los impuestos, desde una cifra irrisoria a una más cercana al equilibrio; 8000 millones de dólares que ese sector no liquida, solo para demostrar que son ellos los que mandan; y una reacción del sector político esta vez algo más racional permitiendo la sanción de la ley que permite el aumento de los impuestos. Es decir: igual, pero no tanto.
También se suma a estos ciclos farsescos lo que podemos llamar el teleteatro del dolar, no disociado, como ya dijimos con la manera que el poder económico le hace sentir su fuerza al poder político cuando este intenta salirse de la linea de sus intereses, pero relacionado también con una cultura del miedo a perderlo todo de un sector importante de nuestra sociedad. No hubo una respuesta adecuada, a mi entender, para desactivar ese miedo entendible de un grupo social que todavía tiene memoria de pasadas catástrofes que truncaron más de una vida. Y es una falta que pronto se deberá cubrir sobretodo tratándose de un gobierno que ha entendido que toda batalla política es también una batalla simbólica.
Horacio Gonzalez, en su último libro "La Lengua del Ultraje",cita a Sarmiento: "la Mazorca, con los mismos caracteres, compuesta de los mismos nombres. Ha existido en la edad media en Francia en los tiempos de la guerra entre los partidos de los Armagnar y del duque de Borgoña". Luego dice el propio Horacio: Sarmiento resuelve todo con un ejercicio de sustituciones...Esta sustitución opera por reemplazo de cada punto por otro que mantiene su correspondencia por encima de las distancias de época...De esta forma se hacía fácil poner en juego el recurrente motivo de la "repetición de la historia".
Este mecanismo de la repetición también lo ve Horacio Gonzalez en el Dieciocho Brumario de Karl Marx: "Marx describe la repetición histórica con grandes argucias metafóricas, como producto de un pasado que se transforma en fuerza onírica colectiva, a la manera de una recurrente pesadilla que lleva a la pavorosa ilusión de que es posible relatar los hechos nuevos con los recursos que una epopeya anterior ya ha preparado. Y luego: "El tiempo circular, sin embargo, no atraía a Marx, y si como tragedia le era levemente aceptable, el mundo moderno ya tenía que decidir que la mentalidad colectiva atrapada por la cita del pasado solo podía considerarse una farsa."A este concepto queríamos llegar: la repetición se hace imposible, porque al repetirse un ciclo, ya sin algunos de sus elementos que lo acompañaban, se convierte en una farsa.
Cómo se puede considerarse entonces a la reaparición de estos señores Biolcatti y Bussi y su coro de cacerolas indignadas sino como una farsa. Hay sí un ciclo que se repite: el triunfo de Cristina, esta vez no con el 47 % de los votos sino con 7 puntos más; aumento de los impuestos, desde una cifra irrisoria a una más cercana al equilibrio; 8000 millones de dólares que ese sector no liquida, solo para demostrar que son ellos los que mandan; y una reacción del sector político esta vez algo más racional permitiendo la sanción de la ley que permite el aumento de los impuestos. Es decir: igual, pero no tanto.
También se suma a estos ciclos farsescos lo que podemos llamar el teleteatro del dolar, no disociado, como ya dijimos con la manera que el poder económico le hace sentir su fuerza al poder político cuando este intenta salirse de la linea de sus intereses, pero relacionado también con una cultura del miedo a perderlo todo de un sector importante de nuestra sociedad. No hubo una respuesta adecuada, a mi entender, para desactivar ese miedo entendible de un grupo social que todavía tiene memoria de pasadas catástrofes que truncaron más de una vida. Y es una falta que pronto se deberá cubrir sobretodo tratándose de un gobierno que ha entendido que toda batalla política es también una batalla simbólica.
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