lunes, 20 de mayo de 2013

Las operetas

     Qué hay de ficcional y qué de real en la política argentina. Aclaro que no considero lo ficcional como mentira y lo real como verdad. Ni siquiera puedo decir que caminen por veredas separadas.
     La realidad, lo que aceptamos como realidad, tiene dentro de sí, tanto elementos realistas (¿podemos decir materiales?) como ficcionales, que no podemos escindir si pretendemos dar una visión completa de las cosas que pasan. Pero qué podemos decir de la opereta armada en torno a la posible intervención de Clarín, que incluiría el levantamiento del celebérrimo programa de Jorge Lanata y las inolvidables novelas de Suar. Esta representación tuvo su punto de máxima irrealidad, es decir, cuando lo ficcional se presentó escindido de su costado real, la opereta, si podemos utilizarlo como categoría, con el decreto de Macri declarando, poco más o menos, que la ciudad se separaba del país, como sucedió luego de Rosas y no reconocería la legislación nacional.
     El domingo terminó la opereta, o acaso uno de sus capítulos, con la columna de Morales Solá, una especie de juez de la corte suprema de la irrealidad, contándonos que la presidenta había dado marcha atrás en una medida que nunca había existido y que nunca había pasado por su cabeza.
     Por supuesto que a esta opereta se le fueron sumando, en las últimas horas, otras, tal vez más pequeñas, en una persistencia que no permite respirar como fue la calificación, por parte del diario La Nación, de Videla como dictador y la del último domingo, anunciando la edición de las obras de Galeano, colección que comenzará con "Venas Abiertas de América Latina"-
     Confieso que mi débil salud mental trastrabilla ante tanto desatino y tanta falta de escrúpulos que se deben soportar: cualquiera puede decir y hacer cualquier cosa, no importa nada. Para mi gusto es demasiado. Como diría un tristemente célebre periodista de la opereta: hagan algo o mejor, déjense de joder .

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