El título de este artículo remite al libro de Jean Baudrilllard "La guerra del Golfo no ha sucedido", en la que denunciaba que la guerra se había transformado en una virtualidad. No era una mentira, solo que se mostraban los hechos de una forma nueva, usando la estética de los juegos de computadora: solo vimos puntitos brillosos, tomas generales que se parecían a la de las pantallas en las que jugaban los niños. No había sangre, ni gritos de madres, ni llantos de niños. La guerra de Vietnam había sido una gran lección para el imperio.
No es que el mundo ignorara que tales crueldades habían sucedido, lo nuevo era que los autorizaba a creer que el hombre había llegado a la tecnología de la punisión sin dolor y sin muertos. Además en los diarios seguían estando los productos que había que comprar y los espectáculos que había que ver.
Jorge Lanata, entonces ya no es un sujeto llamado así sino una acción comunicativa que usa esa máscara así como en el Golfo se usaron los juegos de computadora.
Porque en un principio, el año pasado, se podía escuchar: "viste lo que denunció Lanata el domingo. Había que tomarse la molestia de argumentar en contra de sus aseveraciones. A esta altura del partido todos saben que lo que se dice en ese programa es mentira, pero a nadie le importa, porque no se trata de si es mentira o no, lo que se ve es una representación, un espectáculo, un discurso que crea la identidad de quien lo ve
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