viernes, 21 de noviembre de 2014

La larga agonía de la Argentina antiperonista

     El título de este artículo se refiere como es evidente al recientemente fallecido Tulio Halperín Donghi, célebre historiador al que seguramente no le hubiera agradado que se lo amontonara bajo la denominación de antiperonista, pero justo o no, Halperín pertenece a esa persistencia Argentina (cito a Feinmann).
     Tal vez, en su caso, se deba decir que pertenecía al Antiperonismo en la modalidad de la tragedia. Su propio talento, el prestigio que ganó con ese talento, cayó en un vacío, en una corriente política que rehusa definirse, que aspira naturalizarse, volverse invisible. Hay cientos de libros sobre la historia del Peronismo y no conozco ninguno que se haya titulado historia del Antiperonismo.
     El vigor del Antiperonismo le permitió incluso intentar la desaparición del Peronismo desde dentro del mismo Peronismo de la mano de un dirigente folklórico como Cárlos Menem. Esa fue quizás su obra cumbre, lograr que los Peronistas voten su propia desaparición, algo así como si los trabajadores mandaran su propio telegrama de despido.
     El nuevo episodio Carrió estaría entonces encuadrado en la comedia. Una intervención mediática alejada del elegante barroquismo del viejo Halperín pero que no deja de pertenecer a la continuidad de una idea. Carrió se inmoló esta vez (nadie puede decir que sea la última) con el propósito de empujar la unión a nivel nacional del Unen con el Pro. Los Radicales habían rechazado recientemente esa posibilidad. Uno podría preguntarse lateralmente qué hace tan diferentes a dirigentes como Aguad y Sanz del ingeniero Macri. La respuesta podría buscarse en la pregunta que pretendemos hacernos sobre al identidad Antiperonista. Esa identidad es para estos señores radicales vergonzante. Es un poco de mal gusto a esta altura del partido definirse como Antiperonista y por otro lado sería privarse del voto de algún peronista distraido.
     Esta también el intento de Clarín de repetir la formula Menem con el eterno sonriente Massa pero ese intento parece diluirse día a día.
     Tal vez el arranque de Carrió este también relacionado, ella misma lo mencionó, con haber advertido, entre las brumas de su conciencia, que el Antiperonismo no la elije para el papel de candidata presidencial sino para el de un agonizante personaje mediático, una especie de Moria Casan rubia, o de Lanata versión teatro de revista. Y que su lugar es menor al del culo-objeto de Jéssica Sirio, que dice más de la ideología de esa corriente histórica (estoy citando al maestro Feinmann) que las cuatrocientas cincuenta páginas de revolución y guerra, libro nunca mencionado en la tribuna de doctrina de Marcelo Tinelli

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