Uno sabe cuando empieza a estudiar pero nunca cuando termina. En realidad nunca se termina. El universo para el que estudia y para el que enseña (siempre que no haya mecanizado su saber) es un texto, como en el caso de los clásicos, que nunca se termina de leer, porque leer es crear lo que se está leyendo.
Tal vez sea excesivo, pero estudiar es un poco crear el mundo que se estudia sabiendo que esa creación nunca se termina aunque siempre queda la ilusión de que los que sigan continuarán la tarea: estudiar y crear entonces es siempre una tarea colectiva.
No es raro entonces descubrir que para la cosmogonía neoliberal, donde se busca serializar el mundo, esto, es decir, concebir el conocimiento como una tarea colectiva, es inconcebible y por lo tanto improductivo.
En su etapa anterior el proyecto dominante tenía a la educación como mito principal. Las intrépidas maestras norteamericanas, Juana Manso, el severo Sarmiento vigilando desde el bronce y los guardapolvos blancos como metáfora de igualdad y de pureza.
A partir de la dictadura militar, por poner una fecha, o si se quiere, a partir de la disputa laica y libre, la educación Argentina terminó tal y cual se la conocía. Las instituciones privadas, sobretodo de administración religiosa, sustituyeron el sistema surgido de la ley 1420. Es decir enseñanza libre, laica y gratuita.
Hoy vi una foto que puede ilustrar lo que digo. En la foto se ve a tres adolecentes, un abanderado y dos escoltas como es costumbre. Esa foto fue publicada por una amiga legitimamente orgullosa por los logros de su hijo a cual conozco y es un muy buen pibe. Lo que me hizo ruido es la bandera no es la argentina sino la del estado Vaticano. La profundidad del cambio todavía no se puede mensurar.
Otra historia, en 2013 empecé a cursar el profesorado de filosofía en el Joaquín V. Gonzalez. Otra época para el país y para el mundo, ya han pasado cinco años de esto: la experiencia fue maravillosa, ninguno de nosotros fue el mismo luego de cursar en esa institución.
Hoy a mí me toca seguir mi travesía por otros caminos, otras compañías y otros textos para leer. La tarea de los profes que muchas veces critiqué, porque esa crítica también era parte de la tarea educativa, sera el viento que moverán las velas que me llevarán hacia los mares del sur. Pero me llevo conmigo una grave preocupación. Hoy ese espacio amado está en peligro, amenazado por un poder brutal, ciego e impiadoso. No tienen límites. Nosotros se los tenemos que poner.
No hay comentarios:
Publicar un comentario