miércoles, 26 de septiembre de 2018

Salvemos nuestro Mondo

   Ya no trabajo en el centro, pero trabajè y estudié casi cuarenta años en esas tumultuosas y cada vez más feas calles. No creo que su decadencia se deba a los cortes o a las manifestaciónes, más bien creo que ahí, en los cuerpos militantes está lo poco que queda de humano en esas calles. Vuelvo cada tanto y asisto al espectáculo del cierre de lugares entrañables donde quedan fantasmas de días más felices. La librería Mármol por ejemplo. La librería universitaria dónde Horacio Gonzalez presentó un libro. Sentado en mi sillón veo las cajas con libros que me llevaré al Sur. Allí está la costosa edición de la historia de la filosofía griega de Guthrie que tengo gracias a la generosidad de mi compañera Claudia Soler. Esos tomos los descubrí a la salida del profesorado de filosofía que cursé en el Joaquín V. Gonzalez. Imagino que son tesoros que mi afán de lector y de coleccionista me lleva a rescatar del derrumbe de la época. Seguí caminando y me encontré, no voy a decir que fue de casualidad, mirando la vidriera de una librería de usados a Mónica la directora del departamento de filo del Joaquín. Nos dimos un abrazo. Ahora, mientras ceno, miro un cd que me grabó Sergio Coscia, el querido Mondito, de aquel programa que supo tener Ricardo Forster en Canal Encuentro, en este caso la edición donde pasaron Sartre por el mismo. Mientras escucho las palabras revolucionarias del gran maestro deseo que mi amigo siga resistiendo en la galería Corrientes angosta en su templo Mondo Rabioso. Quién decide atesorar libros o discos convertirse en coleccionista, rescata esos objetos queridos de la marea del consumo. Y esa decisión es una resistencia, una pequeña batalla contra el olvido

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