Todo pasa y todo queda, pero queda como resto. Hace poco cumplí 59 años. Nací en junio del 60. En el 76 tenía 16 años y como ahora me interesaba la cultura y la política. Fueron años de voz baja y de frustración. De censura y de una feroz represión, tan eficaz que no se la veía o si se la veía estaba normalizada. Tan eficaz que sus efectos duraron incluso hasta muy avanzada la etapa democrática.
Esa duración que para mi ingenuidad era inesperada me generó una gran frustración.
Los artistas prohibidos cantaban manso y tranquilo.
Ya no hay ni un pelo largo todos parecen soldados decía otra canción.
La represión continuaba ahora como moda.
Las nuevas generaciones de escritores mataban simbolicamente a los padres que habían prohibido los milicos y ofrecían a cambio algunos libros aceptables pero que no le llegaban, no le llegan, ni a los talones a los de las generaciones anteriores.
El compromiso era grasa. Que los escritores comprometidos se casen dijo un viejo escritor que los había adulado en su momento y que ahora esperaba ocupar el trono tan deseado.
Basicamente se objetaba al boom.
Fueron exitosos. Hasta eran considerados de izquierda.
El kirchnerismo y el tiempo les movió el mapa y quedaron a la derecha de la pantalla.
Ya no son tan jóvenes ni tan lindos
No se si se trata de una síntesis o de una superación, creo más bien que es una tragicomedia.
En fin.
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