Allí van por el mundo los viajeros del pensamiento. El viejo Deleuze les había dicho: filosofía es crear conceptos. Y allí fueron en sus giras munidos de jerga a falta de conceptos. Lo más moderno es deconstruir jerga que algunos relacionan con la destrucción heideggeriana, a mi me parece que pertenece desde siempre al antiguo guardaropa de la posmodernidad y a su estribillo perfecto: a fragmentar mi amor, vamos a fragmentar mi amor. Pero el barbudo había dicho: trabajadores de mundo únanse. El fantasma comunista quería relacionar, construir totalidades. Cuántos más seamos mejor, una idea básica pero efectiva.
Los viajeros viven de muerte en muerte, hasta se niegan a definir la jerga que usan, porque elegir una sería cortar el vértigo de significados.
Temo por ellos. Temo por su salud. Los veo dudar ante los alimentos. Imagino, por ejemplo que ante un simple huevo verán infinitas posibilidades, el insoportable binarismos del huevo frito y la tortilla y mis querides no podrán comer imposibilitados de unir en una totalidad el huevo y la papa. En fin, perdonen ustedes.
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