El discurso de la antipolítica no es nuevo, basta leer las aguafuertes de Arlt previas al golpe del treinta. Sabemos que si perdura es porque le sirve a alguien que necesita un estado débil y con baja credibilidad.
Mientras tanto los daños avanzan. El vaciamiento del lenguaje es uno de los peores. Cualquiera dice cualquier cosa. El uso en falso de las palabras nos deja un diccionario de pocas páginas.
El escenario de ese vacío es la publicidad y el periodismo. Ellos son los dueños de casa. A esa casa van los políticos. El resultado es un espectáculo triste lleno de sonido y de furia que no significa nada
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