¿Existe la realidad o lo que vivimos es una serie de representaciones de lo real? El poder es lo real, bobo, me diría alguien con razón. Pero cuál es el rostro del poder. Qué ser de carne y hueso recibe el mensaje y el libreto que hay que representar. Será el primer ministro inglés David Cameron. Creo que no. Más bien parece un ser abrumado que no sabe muy bien donde está. Europa es el Titanic, un barco lujoso que sin embargo no puede mantenerse a flote. Ese desafortunado señor, David Cameron, un pésimo actor, denunció a la Argentina como potencia imperialista. Si esa es la representación de la realidad que el poder quiere imponer me parece bastante berreta. Andan flojos de guionistas los muchachos. Desde la periferia, sus seguidores, acaso nostálgicos de una antiguedad ideológica casi olvidada le hacen el aguante. No parece suficiente.
(Mientras escribía el artículo sobre Malvinas sucedió la tragedia de once)
Este artículo debe quedar inacabado. Así como la muerte interrumpe la vida, lo real vuelve a ser una pila de cadáveres, así como lo fue en Malvinas, y podemos pensar que aquellos muertos y estos se unen. Son nuestros muertos, trabajadores esforzados, vidas humildes, gente con alguna esperanza que ahora se truncó.
Ya los miserables están haciendo su trabajo. Hacen cuentas políticas y abren sus bolsillo con la esperanza de que alguna moneda les quede. La muerte debe ser banalizada, debe ser convertida en un espectáculo: solo así podrá repetirse una y otra vez
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