Qué sentido tienen las manifestaciones de odio que se pueden leer en Internet. O debería decir que uno se ve forzado a leer, porque se choca con ellas en ámbitos amables en los que se espera intercambiar infinitas banalidades y no insultos.
Qué sentido tienen, qué nos quieren decir aquellos que la escriben. ¿Se trata de viejas voces fantasmales de un Antiperonismo arcaico que dejó para la historia expresiones como aluvión zoológico o como viva el cáncer, o se trata de algo nuevo?.
Lo nuevo, me animo a decir, es la posibilidad de publicar ideas, para aquellos que en otra época no la hubieran tenido. Lo que antes era dicho en el minúsculo y anónimo espacio de una mesa de café y era escuchado por un par de amigos, queda ahora disponible para un número impensado de personas. Pero cuidado, aquel que ahora escribe, esta condenado a ser identificado por su escritura, lo que dice se solidifica y continúa siendo dicho en el tiempo. Somos, aquellos que escribimos, a partir del momento que publicamos aquello que hemos escrito en nuestro precario estilo literario. Y si lo que hemos escrito con descuido, son frases de odio, seremos ese odio, y nuestras palabras quedaran sonando en la incómoda cabeza del incauto que las leyó.
De todas maneras, esas frases brutales están en el viento, esperando ser dichas por cualquiera, inclusive por Videla. Algunos que la dicen, incluso un genocida, suponen que encontrarán alguna respuesta favorable, sino no la dirían.
Esas voces, repito, no eran publicadas, tampoco la mía. Es de esperar un esfuerzo del espíritu para lograr un registro del lenguaje alejado del odio que haga posible el diálogo
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