sábado, 5 de mayo de 2012

La linea de Página 12

     Supongo que existe una continuidad, una linea que va desde la revista Satiricón en los principios de los setenta; la revista Humor de fines de los setenta y comienzo de los ochenta; la revista El Periodista de Buenos Aires; y finalmente el diario Página12. Esa linea es también la linea que cruza nuestras vidas. Es decir, hubo un motivo por el cual elegimos esas lecturas y no otras. Alguien dirá: las elegimos porque eramos jóvenes. Las elegimos porque había una sustancia en esa revistas que era el humor. Un humor desafiante, escandaloso, juvenil, crítico (Satiricón fue censurada por el gobierno de Isabel y Lopez Rega y un número de la revista Humor fue secuestrado por la dictadura). También había caricaturas, las demoledoras tapas de Cascioli cuando ya la censura se escapaba por la ventana- Había columnistas, lo que permitía identificarse con una escritura (otra cosa en común que tenían esos medios era que escribían muy buenos escritores o periodistas que luego se dedicarían a la literatura) y luego sentir, de alguna manera, que se establecía un diálogo con aquel que escribía y que ponía su foto en la parte superior de la nota.
     En los primeros años Página te manchaba los dedos. Se podía decir entonces que leíamos el diario con todo el cuerpo y que quedábamos con una mancha en nosotros como consecuencia de la lectura. Dedos manchados para enchastrar al mundo establecido, dedos manchados para reconocerse en la calle con otros que habían tocado la misma lectura. Aún hoy, si veo a alguien en el colectivo leyendo Página me dan ganas de levantarme y saludarlo como a un amigo todavía no conocido.
     Página 12 es, en muchos sentidos, la cristalización de esa linea. Varios de los que escriben o escribieron en Página también lo hicieron en los otros medios. Puedo nombrar rápidamente a José Pablo Feinmann, mi escritor preferido.
     Jorge Lanata, que fue su primer director y luego difamador, quiere, aún hoy, apoderarse del diario. Busca en sus bolsillos el prestigio perdido y solo encuentra migajas de aquella época: la tapa amarilla o alguna anécdota lateral, porque ya no puede reivincidar las ideas del diario, esas ideas defendidas con valor por Página en el desierto de la década menemista  hoy están, para alegría de muchos de nosotros, en el gobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario