Hay en todo político un alto grado de divismo. Del apodo de Don Yo que le inflingieron a Sarmiento a la gran Lilita y sus performances televisivas.
Hay un político en la ciudad de Buenos Aires llamado Daniel Amoroso. Hace instalado inmensos carteles (lo viene haciendo hace tiempo) con su cara en primer plano y con consignas publicitarias, lugares comunes insustanciales, que fueron acercándose, voluntariamente o no, al humor. Por ejemplo: Daniel respetuoso, Daniel Amoroso. Yo creo que la mente genial del grupo de creativos de la agencia de publicidad contratada para diseñar esta campaña, debe estar cagandose de risa.
Podríamos decir que todavía sigue vigente el desplazamiento de la política a la publicidad que tuvo su plenitud en los noventa y que todavía resiste en estas campañas. Recordemos el slogan de Menem: síganme no los voy a defraudar o el de De La Rúa: dicen que soy aburrido. Ningún elemento de ruptura, nada que pueda entorpecer el movimiento del político una vez elegido-
Incluso puede concebirse candidatos de izquierda que usen esos elementos. Victoria Donda nos decía, mostrando sus generosos pechos, que se iba a portar mal, repitiendo el estribillo de una canción de moda y recientemente ha instalado carteles que dicen que la reelección de la presidenta sería un retroceso consigna le permite compartir el mismo espacio con políticos conservadores.
No importa que se dice, de hecho puede decirse cualquier cosa, lo importante es aparecer, ocupar un espacio en los medios. La cantidad de fotos ganadas se puede asociar como la cantidad de goles de un delantero. El caso más doloroso es el de Hugo Moyano, un delantero que se mueve por todo el frente del ataque a la presidenta: comparte un espacio político con el Momo Venegas, se reune con la patronal del campo, con los radicales, con Scioli, con periodistas de TN desde cuyos estudios declara una huelga que suspende el día después. Es decir Moyano es el goleador de la política del aparecer.
La presidenta aparece, tal vez demasiado, en cadenas nacionales que enardecen a los que parecen ser los dueños del aparecer, los directores técnicos que deciden quién entra y cuantos minutos juega. De esa manera la presidenta aparece anunciando medidas de gobierno que ella supone que no aparecerían de otra forma y desgasta de esa manera su figura o la engrandece, quién sabe.
Para finalizar, esta nota la escribo para aparecer aunque no parezca.
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