viernes, 13 de febrero de 2015

Qué decimos cuando decimos Clarín

     Supongo que ya, a esta altura del partido, como solía decirse, Clarín ya no es más Clarín.
     No sé si lo sabía el gobierno en 2008 cuando lo eligió como antagonista. El caso es que lo eligió y que fue sin duda un acierto, porque toda narración se compone, por lo menos en el modo clásico, de por lo menos dos elementos: el héroe y el antagonista.
     Podría haber elegido a otro, no le faltaban candidatos. Estaba el campo si es que quería democratizar la estructura impositiva del país; o los bancos, si se preparaba para rescatar los fondos jubilatorios del negocio financiero.
     El caso es que fue Clarín. Si prestamos atención al antiguo relato liberal o republicano, si es que nos atenemos a la terminología que usa la representativa diputada Carrió, Clarín representaría al periodismo como contrapoder, apartado de las disputas políticas, valiéndose para la lucha, como única arma, del poder de sus ideas, es decir, un débil David que lucha contra el gigantesco Leviatán.
     Pero el caso fue que una vez que la pelea comenzó, y que cada uno dispuso sus potencialidades, las cosas se presentaron de una manera distinta a lo que se podía pensar. El poder judicial dijo cautelarmente: soy Clarín. Las empresas sojeras desde su pequeñez dijeron soy Clarín. Los bancos sentados sobre sus depósitos dijeron soy Clarín. El pequeño diario parecía no ser tan pequeño, parecía más bien una inmanencia oculta del poder, algo así como la columna vertebral del movimiento.
     ¿Eligió entonces el gobierno, bajo su arbitrariedad, al grupo Clarín como antagonista ideal o el grupo social dominante eligió el significante Clarín para nombrarse a sí mismo? Tampoco se trataba de una elección arbitraria, Clarín era un producto de su historicidad, así como Mitre o Sarmiento lo fueron en su tiempo, un recipiente ideológico pacientemente construido, finalmente, un sujeto que terminó siendo idéntico a su constructor. Clarín y el poder dominante usan las mismas palabras, las mismas imágenes, el mismo dinero. En suma, son las mismo cosa.
     Y si empujamos las palabras hacia la pura actualidad veremos la tapa del pequeño diario anticipando la imputación a la presidencia a la mañana y luego al poder judicial refrendando la noticia a la tarde.
     Me daría un poco de miedo, si es que eso sirviera para algo  

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