martes, 24 de febrero de 2015

Ricardo Darín derrota a Juan Moreira

     Hay una frase que se le atribuye a Dostoievski: "Si Dios no existe todo está permitido". Roberto Arlt, uno de sus discípulos, desarrolla muy bien esa temática en Los Siete Locos. Erdosain siente angustia ante la ausencia de Dios y el fracaso de la redención social.
     Claro, eran los años treinta, hasta el capitalismo parecía caerse. El angel de la historia mira hacia atrás y solo ve ruinas, decía Walter Benjamin por esos días. Hoy la cosa no parece estar mucho mejor. El discurso mediático con su ruido, su furia, y su velocidad crea una ilusión de sentido. Un sentido, a mi juicio, plagado de violencia, a veces estetisada, como en la película de la que vamos a hablar, y a veces cruda como en el caso de ciertos programas de televisión, pero que logra naturalizarse y convertirse en una salida a disposición de la ciudadanía.
     Ya se ve en los noticieros. Una realidad plagada de crímenes y sobretodo sin una resolución que la moral dominante pueda considerar justa. Nadie hace nada. Entran por una puerta y salen por la otra. Frases estereotipadas que resisten incluso su caída en la comedia genial de Capussoto.
     Una película argentina parece haber puesto fin a toda posible discusión sobre el tema. La legitiman sus tres millones de espectadores.
     La salida, ese hacer, ese sentido que esperaban los abnegados ciudadanos que pagan impuestos y no reciben planes, es, sin más, la violencia. La mano dura que ni siquiera ejerce la policía sino el ciudadano sin ninguna mediación.
     El relato de Szifrón, estoy hablando de Relatos Salvajes, ofrece las más variadas formas de justicia violenta: muerte a cuchilladas, explosiones, caídas de aviones, tirar a la amante del novio sobre un espejo y desfigurarla, defecar al enemigo, orinarlo, etc. Todo está por demás exhibido y expuesto. No se ahorra ningún primer plano a los más desagradables aspectos de esta ardorosa labor. Vemos al personaje de Sbaraglia morir ahorcado con su propio cinturón de seguridad; vemos los excrementos y el orín de un, por supuesto, negro de mierda, que también termina carbonizado.
     Una pequeña crítica. Hubiera faltado una violación. O al menos una escena de sadomasoquismo cool al estilo 50 sombras.
     Relatos Salvajes es la película más vista de la historia del cine nacional. Desplazó a Juan Moreira película que se había estrenado durante los años setenta. Un gaucho de la resistencia derrotado por un ingeniero de explosiones encarnado por el admirado Ricardo Darín.
     Es lo que hay

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