Qué se puede decir de la estruendosas declaraciones de Mauricio Macri el domingo. Se puede decir, qué flaco favor le hace a la verdad, qué flaco favor le hace a la palabra política.
La verdad de los números no parece suficiente. Me refiero a los números de los resultados electorales. Los números de la democracia, de la soberanía popular.
¿No había ganado el candidato de Macri en tres ocasiones? Primero en la interna, luego en la primera vuelta y finalmente en la segunda vuelta. Otra pregunta, ¿no pertenecían los dos candidatos a un mismo espacio, a un mismo ámbito de ideas?. Estuve a punto de decir que ambos candidatos tenían la misma ideología. Pero lo peor que te puede pasar es que te digan que tenés una ideología.
Ahí están los hitos centrales de la experiencia kirchnerista que Macri recitó incómodo ante el consternado coro PRO que decía no como en una antigua tragedia griega. ¿No constituyen esos hechos, esas medidas de gobierno, una ideología, es decir, un sentido determinado que se le quiere dar a un país? Pero el candidato Macri, que no es un producto manufacturado de la nada por los medios como Massa, sino que viene desde su más tierna infancia, como si fuera Juan Carlos de Borbón, preparándose para reinar, había esgrimido con mejor convicción ideas (ideología) opuestas a la que pronunció el domingo.
Esta claro que el niño de oro no enloqueció. Tampoco su asesor, el improbable Durán Barba que según informa el portal de La Nación comparó a Macri con Hugo Chavez, Rafael Correa y Evo Morales. Ellos profesan la fe en las encuestas, que es la verdad de los números, pero no los números públicos del voto popular, sino a su privatización.Una verdad que no se presenta como ideología pero que lo es. Una verdad que es pura instrumentalidad.
No son las encuestas que se publican que, como se sabe y como se comprueba cada vez con más frecuencia, son falsas, son para la gilada, sino los números que no se publican, los números secretos que los candidatos pagan caro (caro en todo sentido) y que adoran y obedecen como a un nuevo Dios.
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