El odio anti k es lo que ha fundamentado y ha sostenido los ocho primeros meses de gobierno oligárquico. Ha sido necesario fatigar (ese verbo borgeano) los portales y las pantallas televisivas con escándalos judiciales cada vez más cercanos a su propia caricatura.
Se dice que las repeticiones (tesis Goebbeliana) si son suficientemente perseverantes se convierten en verdad, pero a veces sucede que el emisor de esas repeticiones, en su tarea de repetir, se encierra en su propia labor y termina alienándose, identificándose con sus propias operaciones de repetir.
A veces la víctima, escapando a su vez de ese dispositivo, se convierte en leyenda. Se me viene a la mente el Perón soñado en la casa de los trabbajadores, que iba a retornar en un avión negro. Con Cristina, siempre en camino de su encarcelamiento, está sucediendo lo mismo. En su homilía dominical Morales Solá no puede negar un pronunciado crecimiento de la figura de la expresidenta. Sus propios enemigos la han convertido en contrafigura de sus propias tropielías. Si te necesito para odiarte no puedo destruirte del todo y termino necesitando lo que odio tanto como a mi propio rostro.
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