Si uno pudiera tomar distancia, si todo no fuera tan dramàtico, serìa interesante analizar los cambios fisonònòmicos de Mauricio Macri.
Todo su cuerpo, su voz tambièn, pero sobretodo su cara han sido moldeados, como se moldea cualquier producto que se vende en el mercado. Desde ese bigotito policial del comienzo, me refiero a su època de admirador de Menem como reconstructor o algo asì, del paìs; la època de su dudoso secuestro, se puede buscar facilmente su foto una vez liberado de su cautiverio (¿habrà pensado, en esa situaciòn, aunque sea un segundo en los otros cautiverios de la historio Argentina?) y parece otra persona. No habìa en su gesto ni una huella del sufrimiento de las vìctimas de ese tipo de secuestros, recuerdo por ejemplo la foto de Born con la bandera de montoneros atràs, recuerdo al otro hermano que tuvo que ser liberado porque corrìa peligro de en loquecer.
¿Serà producto de su valentìa o de una incapacidad inmanente de expresar un mìnimo sentimiento?
Durante su mandato en la ciudad se fueron acelerando los cambios. Primero se sacò el bigote, luego se dejò las canas y agregò a esa estrategia los bailecitos de estudiantina de colegio privado.
Escondiò las garras se podrìa decir. Pero ahora es necesario que las muestre nuevamente. No hay otra explicaciòn para los desatinos de sus ocho meses de gobierno y sus desatinadas declaraciones. Hay una ruptura en su estrategia o un cambio de rumbo.
La estrategia del odio reemplazò a las buenas ondas publicitarias.
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