domingo, 24 de mayo de 2020

La construcción de poder

Creo recordar que Baudrillard trabajaba con la idea que la guerra del Golfo, esa guerra que inventó Bush padre, era la primera batalla de lo virtual: veíamos los bombardeos por tele como en las pantallas de los videojuegos. Era perfecto: los Yanquis tenían la épica imperial que tanto aman sin necesidad de recibir los féretros cubiertos por la bandera americana de los chicos muertos. Las muertes tienen un nombre quiso decir la notable tapa del New York Time, cuando en ese país se llegó al número distópico de 100000 muertes.
En Argentina murieron 445 compañeras y compañeros. Cada uno tiene un nombre y un destino que no era este que finalmente se interpuso.
Es difícil construir una épica sanitaria de los que no se murieron, pero es así. No voy a sacar cuentas, sería miserable, pero ahí está las cifras.
Ahora, parece que la pandemia en nuestro país tuvo un efecto secundario que es el del olvido. A la derecha le conviene olvidar. Se puede leer en sus diarios que la Argentina "puede" caer en default. Incorrecto: la Argentina está en default desde 2018 cuando Macri se vió obligado a recurrir al FMI. Mis compañeros Kirchneristas también parecen haber olvidado al gobierno anterior y sus consecuencias, construyen un continuo entre Cristina y Alberto donde la derrota no ha tenido lugar como decía Baudrillard sobre la guerra del Golfo. Y les recuerdo amablemente que venimos de esa derrota. Cristina en su sabiduría de conductora evaluó que era necesaria una nueva etapa de acumulación de poder. Había que sacarlo a Macri del estado y para eso llama a Alberto que había acompañado a Nestor en la acumulación de su primer gobierno y también a Massa. No se le cayeron las joyas
En medio de esa construcción cayó el virus. Y el gobierno popular reaccionó como debía: cuidando a las compañeras y compañeros. Y con una fórmula que jamás emplearía un neoliberal: poniendo a funcionar la maquinita de los billetes para poner plata en el bolsillo al pueblo. Poca, insuficiente, a las empresas que a ninguno de nosotros nos gusta. Es el capitalismo realmente existente. No va a desaparecer con una elección o dos se modificará construyendo poder, con todos los que quieran aportar no con los que quieran dividir. Nadie necesita ni el peronómetro ni el izquierdómetro. Con la conducción de Cristina. Siempre.

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