lunes, 12 de junio de 2017

Locura y política

   La locura tranquiliza, deja fuera de lo humano toda acción de los hombres que haya superado un límite que la época no puede soportar. Cuando esa clausura es trasladada a la política lo que se hace es despolitizar. Así como el discurso de la ciencia encierra a los locos el uso político de la locura busca por lo pronto descalificar al rival o por lo menos discutirlo no por las ideas que están en juego sino por una interpretación de las conductas individuales.
   El antiperonismo es una pasión que podríamos calificar de enfermiza, no faltan elementos para fundamentar tal afirmación, por ejemplo,  el decreto 4161 que prohibía expresamente "La utilización de imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas, (...) que sean (...)representativas del peronismo", e incluía una lista de vocablos proscritos, tales como "peronismo", "peronista", " justicialismo", "justicialista", "tercera posición", la Marcha peronista y los discursos del presidente Juan Domingo Perón y de Eva Perón, así como "el nombre propio del presidente depuesto", "o el de sus parientes. Parece fruto de locos, sin embargo se trataba de política, de distribución del ingreso, del regreso imposible a la época de las cavernas
   La obsesión y el odio cercanos a la locura y derivados en torturas, secuestros y asesinatos pero también instrumental a una distribución regresiva de la riqueza. Se estaba hablando de plata cuando se hablaba en términos de insanía.
   En la circularidad de nuestra historia el doctor Castro diagnosticó a distancia a la ex presidenta Cristina Fernandez y desde los medios a dos años del triunfo de Cambiemos, las tapas siguen siendo la corrupción K. Como vemos el decreto 4161 sigue vigente, al enemigo político ni se le concede un nombre.
   Este artículo tenía el propósito de analizar las últimas columnas del periodista Morales Solá, las derivaciones de su odio (que me hicieron relacionarlo con la locura) incluso en su redacción y en su estilo. Pero finalmente es más razonable dejarlo que se deslice en su irremediable decadencia

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