No sé cuántos leen las editoriales del diario La Nación, diario fundado por Mitre y denominado "tribuna de doctrina" por quienes lo leen, me refiero la oligarquía gobernante y a sus simpatizantes. Yo no las leo. Cada tanto me entero por el comentario de otros compañeros periodistas o escritores que ubican en esas páginas la clave de lo que se trata de ocultar en otros sectores del mismo diario, es decir las secciones donde reinan las infinitas banalidades del mundo de la publicidad y el consumo o la abrumadora estridencia del mundo mediático. Tal vez, me corrijo, no se trate de una ocultación sino de distintas maneras de nombrar lo mismo. Así como con el término "fetichismo de la mercancía" Marx nos dice que las mercaderías ocultan las relaciones de producción necesarias para fabricarla, por ejemplo, las prendas que compramos en la avenida Avellaneda y en otras calles más prestigiosas de la ciudad ocultan los talleres clandestinos donde son esclavizados compañeros y sus familias. Podríamos decir entonces que las páginas donde se informa sobre la performance de la última estrella que bailó en el programa de Tinelli trae como texto oculto las editoriales donde la Nación defiende a los asesinos de lesa humanidad.
No leo esas columas pero esta vez mi vista se cruzó con un nombre que recordaba: Jaime Smart según la nación (pongo a propósito el nombre sin mayúsculas) víctima de la justicia militante y si uno lee la columna se encontrará que también creen que los juicios y en particular la decisión de no concederle arresto dominciliario es producto de " los extremos de la venganza y rencor alimentados por extremismos ideológicos, odios y resentimientos que perduran".
Recordaba ese nombre por una brillante contratapa escrita por José Pablo Feinmann en 2009. Por favor léanla es esclarecedora si se quiere conocer a este personaje. La nación dice que "quienes conocen a Smart saben de sus elevadas cualidades morales y de su dignidad y entereza para enfrentar una tan prolongada como injusta prisión política. En su Columna Feinmann cita una terrible declaración de este asesino de elevadas cualidades morales que era Sain Jean gobernador de la provincia de Buenos Aire y jefe del bueno de Smart que según la nación "no sabía": ": “Primero mataremos a los subversivos, después a sus cómplices, después a sus amigos, después a sus familiares, después a los indiferentes y por último a los tímidos”. Saint Jean era el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Jaime Smart, el ministro de Justicia y, Ramón Camps estaba al frente de la policía. Era un terceto temible.
Considero esta columna de la nación como una clara amenaza. Cuando se nombra a Smart, cuando se lo defiende se está diciendo lo que lo que Saint Jean dijo y lo que se puede decir fue la doctrina del genocidio : "primero mataremos a los subversivos, después a sus cómplices, después a sus amigos, después a sus familiares, después a los indiferentes y por último a los tímidos, claro que ahora van agregando nuevas categorías como militantes K, cámporistas y extremistas ideológicos.
martes, 25 de julio de 2017
viernes, 21 de julio de 2017
Ante las puertas del poder
Lo nuevo es que casi no se puede decir nada nuevo de los medios. Parecen haber pasado siglos desde el día que se promulgó la ley de medios, luego de movilizaciones y de arduos trabajos de diversos grupos sociales y académicos. Esa ley que acercaba más democracia a la sociedad fue eliminada de un plumazo por el actual presidente ante la indiferencia y la desidia de los mismos que había salido a la calle a promoverla.
Qué pasó entonces. Creo que faltó tiempo. Entre el decir y el saber hay una distancia que debe ser salvada por una fuerte militancia. El poder se ha naturalizado. Es la condición de posibilidad de toda hegemonía que desee permanecer: que todos la vean y hasta sepan que son los que tienen la llave de la puerta y aún así lo olviden o no lo terminen de creer del todo.
La metáfora del cuento la carta robada nos puede servir. La carta que todos buscaban estaba a la vista de todos.
Ahora si bien entre el decir y el saber hay una distancia para recorrer, qué pasa con los que de veras vimos dónde estaba la carta. ¿Podemos vivir igual que si no tuviéramos esa verdad quemándonos en las manos?. ¿Somos como el campesino del cuento de Kafka que llega ante las puertas de la justicia y no nos animamos a entrar?
No sabría contestar esas preguntas. Sí podría decir que siento una incomodidad insalvable ante el ruido de los medios.
Que el grupo gobernante liderado por Mauricio Macri, símbolo y lider de lo que se llamó patria contratista, enjuicie a un exministro por sobreprecios en la obra pública parece un chiste. Pero no lo es y tampoco causa gracia, causa indignación.
Que un gobierno que endeudó al país en 100000 millones de dólares haga de la corrupción su eje de campaña solo es posible por el abrumador dominio de las subjetividades.
El guardia que custodia las puertas de la justicia nos mira y no puede evitar soltar una carcajada
Qué pasó entonces. Creo que faltó tiempo. Entre el decir y el saber hay una distancia que debe ser salvada por una fuerte militancia. El poder se ha naturalizado. Es la condición de posibilidad de toda hegemonía que desee permanecer: que todos la vean y hasta sepan que son los que tienen la llave de la puerta y aún así lo olviden o no lo terminen de creer del todo.
La metáfora del cuento la carta robada nos puede servir. La carta que todos buscaban estaba a la vista de todos.
Ahora si bien entre el decir y el saber hay una distancia para recorrer, qué pasa con los que de veras vimos dónde estaba la carta. ¿Podemos vivir igual que si no tuviéramos esa verdad quemándonos en las manos?. ¿Somos como el campesino del cuento de Kafka que llega ante las puertas de la justicia y no nos animamos a entrar?
No sabría contestar esas preguntas. Sí podría decir que siento una incomodidad insalvable ante el ruido de los medios.
Que el grupo gobernante liderado por Mauricio Macri, símbolo y lider de lo que se llamó patria contratista, enjuicie a un exministro por sobreprecios en la obra pública parece un chiste. Pero no lo es y tampoco causa gracia, causa indignación.
Que un gobierno que endeudó al país en 100000 millones de dólares haga de la corrupción su eje de campaña solo es posible por el abrumador dominio de las subjetividades.
El guardia que custodia las puertas de la justicia nos mira y no puede evitar soltar una carcajada
jueves, 20 de julio de 2017
Decir amigo
Ellos no tienen amigos. Tal vez tienen relaciones, personas con las cuales hacer negocios. Son relaciones que se terminan ni bien llega el infortunio.
Nosotros no tenemos amigos, o por lo menos preferimos otra palabra, menos contaminada por el marketing: nosotros tenemos compañeros. Con ellos emprendemos la resistencia, que no se interrumpe cuando la victoria nos entrega circuntancialmente el estado. Vivir es resistir y se vive entre compañeros. Hay una escena en nuestra literatura que habla de la resistencia de un hombre Martín Fierro y de como en ese camino decide enfrentarse con la partida de policías que vienen a buscarlo. Pero en esa partida hay un hombre que decide convertirse en compañero de aquel que resiste: cruz, así se llamaba ese hombre, que no va a consentir, dice, que se mate así a un valiente (cito de memoria o de desmemoria).
Mi homenaje en este día es para ese Sargento Cruz que imaginó Hernandez y para las mujeres y hombres que resisten a esta partida de milicos neoliberales.
Qué triste debe ser vivir como ellos, allá en las alturas, con todos sus millones y tan solos
Nosotros no tenemos amigos, o por lo menos preferimos otra palabra, menos contaminada por el marketing: nosotros tenemos compañeros. Con ellos emprendemos la resistencia, que no se interrumpe cuando la victoria nos entrega circuntancialmente el estado. Vivir es resistir y se vive entre compañeros. Hay una escena en nuestra literatura que habla de la resistencia de un hombre Martín Fierro y de como en ese camino decide enfrentarse con la partida de policías que vienen a buscarlo. Pero en esa partida hay un hombre que decide convertirse en compañero de aquel que resiste: cruz, así se llamaba ese hombre, que no va a consentir, dice, que se mate así a un valiente (cito de memoria o de desmemoria).
Mi homenaje en este día es para ese Sargento Cruz que imaginó Hernandez y para las mujeres y hombres que resisten a esta partida de milicos neoliberales.
Qué triste debe ser vivir como ellos, allá en las alturas, con todos sus millones y tan solos
miércoles, 5 de julio de 2017
Convertir las historias en preguntas
Por qué empezar por un principio. La suposición de ese orden donde habría un principio supone una idea de linealidad, la vieja fórmula de principio, medio y fin. Pero cómo narrar entonces.
Aceptamos que todo en el hombre es construido, que no hay una esencia esperándonos en el desván de los tiempos, sin embargo hay persistencias, repeticiones, hábitos consolidados. Incluso en la ruptura de normas tan antiguas, está presente ese orden antiguo que se pretende ignorar. Hay películas que empiezan en el momento en el cual la historia, el destino que cae sobre el héroe, está jugado. Sabemos entonces que los buenos pierden, queda saber qué sentido tiene esa suerte desgraciada. Si cuento primero el final, cada cosa que haya pasado antes se tiñe del sentido que le da ese acto final. Sería una especie de sustitución: a cambio de aceptar la ruptura de las reglas de la narración obtengo el sentido de las acciones que a esos hombre y mujeres les toca realizar.
A raíz de la sustancia injusta del sistema todos no preguntamos si la actualidad tiene sentido, entonces la industria cultural que no quiere que esa pregunta se desarrolle crea un sentido manufacturado que será exhibido en cines o en la pantalla plana de los hogares. Donde había iglesias hay internet, un aleph que contiene todo.
El arte autónomo debería comportarse de una manera opuesta. Debería desordenar los relatos establecidos pero no para reemplazarlos por otros orden.
Dejar que trabaje el caos. Convertir las historias en preguntas
Aceptamos que todo en el hombre es construido, que no hay una esencia esperándonos en el desván de los tiempos, sin embargo hay persistencias, repeticiones, hábitos consolidados. Incluso en la ruptura de normas tan antiguas, está presente ese orden antiguo que se pretende ignorar. Hay películas que empiezan en el momento en el cual la historia, el destino que cae sobre el héroe, está jugado. Sabemos entonces que los buenos pierden, queda saber qué sentido tiene esa suerte desgraciada. Si cuento primero el final, cada cosa que haya pasado antes se tiñe del sentido que le da ese acto final. Sería una especie de sustitución: a cambio de aceptar la ruptura de las reglas de la narración obtengo el sentido de las acciones que a esos hombre y mujeres les toca realizar.
A raíz de la sustancia injusta del sistema todos no preguntamos si la actualidad tiene sentido, entonces la industria cultural que no quiere que esa pregunta se desarrolle crea un sentido manufacturado que será exhibido en cines o en la pantalla plana de los hogares. Donde había iglesias hay internet, un aleph que contiene todo.
El arte autónomo debería comportarse de una manera opuesta. Debería desordenar los relatos establecidos pero no para reemplazarlos por otros orden.
Dejar que trabaje el caos. Convertir las historias en preguntas
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