lunes, 30 de marzo de 2020
Doctrina de la conducción
Confieso que la teoría de la conducción que siempre esgrimía Perón me parecía un disparate de un milico. Ahora puedo entender algo de esa doctrina. Me refiero a lo que hizo y está haciendo Cristina. Su liderazgo para derrotar a Macri fue soltar las riendas. Conducir cediendo el volante. Parece una contradicción y no lo es: se trata de una cosa nueva. 'No lo va a dejar gobernar decían". Y Alberto gobierna libre. Están sus funcionarios, si. Está Axel, si. Está ella misma, si, no podría ser de otra manera porque es la que conduce. Allí donde Perón falló y tuvo que tomar él mismo la presidencia, a costa de su salud. El viejo decía que hasta a Dios le perderían el respeto si apareciera todos los días. Cristina no aparece todos los días, no porque sea Dios sino porque todos aprendimos sobre la sangre y los cadáveres de la historia. Alberto además es complementario. Allí donde Cristina es el fuego de la pasión él es la calma cartesiana. Podría decir que con frecuencia me enojo, que me impacienta la moderación y la lentitud. Pero es lo necesario para sumar para construir poder. Y además es varón y eso tranquiliza a una sociedad machista. Pero la que conduce es la yegua. Ellos no lo saben o les conviene por ahora hacerse los desentendidos. Que sigan as
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