Pocos se le animaron a Borges como Saer. Quiero decir, a discutirle con argumentos literarios y además con una poética en la cual respaldarse. Y si los hubo se empequeñecieron con argumentos convencionales, propios de quien leyó mal o lo que es peor con malicia. El mismo Bioy en el prólogo de la célebre antología de cuentos fantásticos que hicieron con el mismo Borges y con Silvina dice de la literatura de su amigo: "son ejercicios de incesante inteligencia y de imaginación feliz, carentes de languideces, de todo elemento humano, patético o sentimental, y destinados a lectores intelectuales, estudiosos de filosofía, casi especialistas en literatura". Ay Adolfito.
La novela, la de Bioy, es genial. Pero qué significa eso. Qué significa el adjetivo de perfecto que le adjudica Borges. O el elogio de Cortázar en Diario de un cuento. Acaso hay un poco de paternalismo ahí. El muy bien diez de las olvidadas maestras de la primaria. En nosotros simples mortales genial significa que el texto soporta numerosas lecturas y en cada una nos aguarda un descubrimiento. Por ejemplo que es un relato de ciencia ficción cuya invención en este caso la máquina que inventa Morel está no solo en nuestro pasado, ni siquiera en el pasado de Bioy sino en el pasado de quien narra. Por ejemplo, esto lo observa Saer, "un mundo donde nada es paisaje y todo decorado, en que todo es imágen y nada es ser", es decir la maqueta de un mundo tan parecido al mundo de hoy ochenta años después. Por ejemplo la frase con la que termina la novela, el agónico pedido del fugitivo: " Búsquenos a Faustine y a mí, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine. Será un acto piadoso". Ahí aparece la humanidad que le pedía a Borges que lo condenaba al helado mundo de la perfección, ahí tenémos poesía, una hermosa historia de amor.Pero qué le discute Saer, no a Bioy sino a Borges, por que de eso se trata de por fin una polémica que no va a salir en la televisión, ni va a ser convertido en ruido.
Ahí vamos: "el prólogo de Borges preconiza una teoría de la novela que exactamente lo contrario de La invención de Morel. Destinado a exaltar la novela de aventuras en detrimento de la novela psicológica, el prólogo de Borges está puesto, evidentemente, en mal lugar: precediendo a una novela cuyo tema fundamental, o uno de los temas fundamentales es la insignificancia, del acontecimiento, del momento límite, es decir de la materia de la que están tejidas todas las novelas de aventuras". Y más adelante. "Lo que Morel intenta eternizar no es, de ningún modo, ningún momento límite, ninguna peripecia capital, sino la banalidad misma"
Yo agregaría, perdón, que el fugitivo busca la peripecia, busca enfrentarse con su rival en el amor de Faustine que es Morel; pero sobretodo busca el amor o por lo menos el rechazo de Faustine y no lo consigue, le entregan, ay, su indiferencia. El perseguido se convierte en el personaje ninguneado, en el espectador que previó Morel desde un comienzo. El entrega su vida con tal de cruzarse con Faustine y arma un simulacro deudor del de Morel. Es en definitiva su víctima.
La crítica de Saer continua. Nosotros nos quedamos acá. Solo queríamos invitar a la lectura de los artículos pero sobretodo de la novela de Bioy. Somos sus huéspedes agradecidos
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