Hay un fantasma que recorre la Argentina: el fantasma del dòlar. Mientras nos ocupamos de los fulgores del Papa argentino, si le lavò los pies a los presos, si se preparò el mate solo, si usa una cruz de plata en lugar de una de oro, los ejèrcitos verdes avanzan fantasmales por las cuevas de la city.
El dòlar es el sìmbolo màs poderoso, el gran significante.
No creo que se haya plantado frente al discurso del dòlar, un contradiscurso como la ley de medios, ni siquiera uno de similar intensidad y persistencia como el que permitiò mantener viva la causa de los derechos humanos, aùn cuando hubo que esperar tantos años, y hubo que escribir tantos artìculos, tantos libros y tantas manifestaciones. Solo algunas medida, que no discutirè en su necesidad tècnica, pero con resultados màs que dudosos en lo simbòlico.
Se sabe que en la Argentina no se imprimen dòlares, es un bien importado por el cual todos tenemos que pagar. Paso a enumerar, de memoria, algunos datos de la historia de ese "costo" claramente innecesario. La deuda externa argentina creciò de cerca de 7000 millones de dòlares luego del golpe a Isabel a 46000 millones de dòlares cuando asumiò Alfonsìn, para pasar a cerca de 70000 cuando asumiò Menem, y luego pasar al doble, es decir a cerca de 140000 millones de dòlares cuando termino tan ejemplar gobierno. El broche de oro fue el megacanje de De la Rua y Cavallo que llevaron la deuda a una cifra cercana a los 200000 millones de dòlares.
200000 millones de dòlares. Toda una materialidad. Cuàntos paises se pudieron haber armado con esa cifra y cuàl efectivamente emergiò.
Feinmann en la temporada televisiva en la que analizò el pensamiento nacional, tomò la linea de Discepolo, creo, que dice que no hay verdad que se resista frente a dos pesos moneda nacional. Què podrìamos decir entonces de 200000 millones de dòlares (aviso: de acà al final del artìculo voy a repetir obsesivamente esta cifra). Entre aquellos dos pesos y estos 200000 millones de dòlares, hay casi tanta diferencia como la que habìa entre las flechas de los indios y los Remintong de los soldados del general Roca. Què verdad se puede resistir. Què verdad revela esos 200000 millones de dòlares. Probablemente la verdad de un règimen de poder que escandalizarìa a las almas bienpensantes sino fuera porque està oculto debajo de su propia naturalizaciòn.
Nuestra tarea, nuestro lugar en el campo de batalla dirìa, es, justamente, desarmar billete a billete, el propòsito oscuro de esta guerra del dolar, una tarea tan titànica como la de contar la arena del desierto, es verdad, pero que es preciso comenzar algùn dìa
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