Vivimos en tiempos turbulentos. Una cultura reemplaza a otra. Tres teatro municipales cerrados. La biblioteca nacional reducida a su mínima expresión. Los empleados del ministerio de cultura como blanco preferido del ministerio de despidos crueles.
El secretario de cultura ha declarado a uno de los medios cogobernantes que la situación no es dramática que quizás en noviembre (no especificó el año) se vuelverían a abrir.
Un centro cultural que había despertado elogios hasta en los adversarios políticos del gobierno saliente fue cerrado y sus empleados despedidos. El argumento que trató de justificar tal medida fue que se tenía que proteger a los artistas y al público porque las obras no estaban terminadas. Ese magnífico centro cultural será sin embargo abierto para ofrecerle un banquete al presidente de los Estados Unidos. Supongo que las obras en curso fueron terminadas rápidamente porque estoy seguro de que este gobierno está más que interesado por proteger a una figura tan respetada por ellos.
Donde se escuchaba la música de Spinetta se escucharán, con excelente acústica, las amables conversaciones entre las distintas delegaciones. No se informó si se abrirá también el Teatro San Martín para ofrecer a Obama una proyección de la admirada película nacional "Me casé con un boludo".
En estos días tristes me acordé de una canción que cantaba el pueblo en las calles en los comienzos de los ya míticos años setenta: "qué lindo que va a ser el Hospital de Niños en el Sheraton Hotel". Esa magnífica inversión de valores tan distinta de la que estamos hablando, no se realizó pero el pueblo de aquel entonces lo tenía en su imaginario.
Recordé en estos días también una frase de Platón que Martín Heidegger citó en su desafortunado discurso del rectorado:"lo grande aparece en medio de la tempestad".
Nos apropiaremos de esa frase. Seremos grande en medio de esta tempestad. Será nuestro deber y nuestro orgullo
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