Me sentí tentado a titular estos renglones comparando estos 100 días de Macri con los 45 días de Cámpora. No tienen nada que ver ideológicamente por supuesto, casi se diría que son su opuesto, pero es evidente que vivimos días que parecen fundacionales..
Faltan pocos días para el bicentenario de la independencia y algunos entusiastas podrían pensar que estos 100 días son algo así como la restauración, no ya de los hechos heroicos que sucedieron en aquellos días, sino de aquel país oligarquico de la generación del 80, que fue el resultado final de aquel proceso de independencia. Era la misma idea que tenían los que idearon el golpe del 76 cuando lo denominaron Proceso de Reorganización Nacional. Ese es el mito de origen de la derecha Argentina, un país con las masas en silencio, derrotadas, y un mundo que compraba lo que los terratenientes tenían para vender.
Bobbio caracterizó a la derecha como una fuerza jerárquica que no cree en la igualdad. Eso se está consolidando en estos días y también el liderazgo de alguien que representa cabalmente los intereses de la clase dominante tal cual es hoy, algo que venían esperando casi como el regreso del mesías, un presidente de ojos celestes.
Se dirá que el nuevo líder está un poco flojo culturalmente hablando; si Mitre traducía penosamente la Divina Comedia, el inefable Mauricio va al estreno de una película llamada "Me Casé con un Boludo" producida por el sufriente Adrian Suar.
No será culto pero es un hombre con autoridad y si uno quiere imponer un régimen jerárquico necesita alguien que no le tiemble el pulso para hacer lo que se debe hacer. Si hay que echar gente la echa y al que no le gusta el protocolo y las pistolas Taser que si de comparaciones históricas se trata vendría a se como las Remintong de Roca.
Porque si algo se necesita si uno quiere imponer un régimen de jerarquías es autoridad y la autoridad se sabe no se construye solo con palos o con picanas modernas. Qué otra cosa sino dispositivos de disciplinamiento y de distribución de la riqueza son la hiperinflación el desempleo y el endeudamiento. No es verdad que las desgracias sociales produzcan mecanicamente el espíritu de rebelión en sus víctimas más bien lo contrario, las subjetividades se vuelven hacia el miedo y el aislamiento.
La frutilla del postre para todo este proceso será la visita del presidente de los Estados Unidos que llegará a nuestro país a bendecir al presidente de ojos celestes. Claro que Obama es negro. No importa, tal vez se trate de una ironía más de la historia
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