Dicen que gente de seguridad (eufemismo que se usa para nombrar los ejércitos privados que circulan con naturalidad hace un tiempo entre nosotros) disponen de listas de despedidos.
El procedimiento es el siguiente: se les impide, a los trabajadores, ingresar al lugar de trabajo. Pero no reciben el tradicional telegrama en su domicilio. Son recibidos, son bloqueados, en la calle, en la vía pública, por los referidos integrantes del ejército privado contratado para la ocasión y se les solicita el nombre. Se verifica si está en la lista. Si efectivamente figura en la lista de despedidos tiene que regresar a su casa (si decide protestar se ha confeccionado un protocolo que indica a las fuerzas de seguridad, en este caso del estado, como proceder) y si no deberá ingresar al lugar del trabajo hasta la confección de la siguiente lista.
"Alguien debía haber calumniado a Josef K. porque sin haber hecho nada malo fue detenido una mañana".
Es sumamente sencillo, creo que en los noventa Feinmann escribió una nota sobre el tema, relacionar el procedimiento de los despidos con la desaparición de personas durante la dictadura, antes aún bajo el terror de la triple A se publicaban listas, a las que se denominaba negras, de figuras públicas, en su mayoría actores, recuerdo que Héctor Alterio estaba en una, y esas desdichadas personas debían abandonar el país.
Los subversivos de ayer hoy son llamados noquis, es decir personas que están fuera del derecho, excluidos de los otros ciudadanos honestos. Es como lo que le ocurrió a Milagro Sala, se la detuvo y luego se le dibujó una causa, cuanto más arbitraria mejor, porque la arbitrariedad juega muy efectivamente como instrumento de terror. El mensaje es: le puede tocar a cualquiera, incluso a los integrantes de los ejércitos privados, incluso a los que confeccionan la listas que como Josef K, una mañana, sin haber hecho nada malo, pueden tener que escribir su propio nombre.
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