Se dice que el aumento de tarifas era inevitable. Se dice también que la forma podría haber sido otra. El ministro de energía no se caracteriza por su preocupación social. Se podría pensar que si fuera pedicuro y uno solicitara, por decir algo, que le cortara las uñas de los dedos de los pies, el buen señor te amputaría los dedos.
En eso estamos, digo, en la amputación. Pero el ministro de energía no está solo. Consultado por la ley de los actores el señor Lombardi, que suele compartir criterios con la gente de dinero, en este caso productores teatrales y televisivos, respondió que habría que derogarla. Manu militari.
No estamos hablando entonces de medidas inevitables sino de intencionalidades o si queremos ser un poco más benevolentes de un estilo. A falta de una recompensa material o por lo menos simbólica, el estilo, la intencionalidad del estilo, el propósito de la acción es generar miedo. Si uno aprieta y luego afloja se produce un alivio. Y uno si quiere puede confundir eso con la felicidad.
Pero nada es inevitable, ni la derrota ni la rebelión. A la intensión de crear miedo habrá que responder con la lucha y con la comprensión
No hay comentarios:
Publicar un comentario