domingo, 7 de febrero de 2016

El mundo dorado del niño Mauricio

     Romper es fácil, construir no. La construcción requiere de una intencionalidad política y de un conjunto de virtudes humanas difíciles de encontrar en algún líder político, la pasión, que según Hegel es el motor de toda idea, y a la vez la paciencia para soportar las posibles dilaciones y contratiempos inevitables.
     El presidente Mau sabe romper. Nadie que conozca su biografía política puede desconocer esa característica notable en su personalidad. Se trata, como se sabe, de un niño sobreprotegido al que se le ha permitido romper serialmente todos los juguetes políticos que sucesivamente se construyeron para él. Rompió con Sobisch una vez que el ex gobernador se deslizó desde las páginas políticas a las policiales, con el asesinato del maestro Fuentealba; rompió con Lopez Murphi porque el niño Mauricio no nació para compartir nada, rompió con Duhalde cuando desechó la candidatura a presidente; rompió con la posible alianza con el mínimo Massa y finalmente rompió con su propia figura cuando avanzada la campaña electoral se declaró casi como un neokirchnerista, ante el estupor de sus ocasionales espectadores.
     Dicen que esta última ruptura, planeada en oscuros gabinetes de márketing, fue decisiva para que finalmente se hiciera con el juguete que verdaderamente había deseado desde siempre. Sí. la presidencia de la nación. Pero cómo, el niño Mauricio no iba a destruir nada más, justo cuando tenía la posibilidad de romper lo que sus protectores querían que rompiera. No, era una pequeña mentira necesaria. Un simulacro preparado prolijamente para el público. Los que verdaderamente saben ni por un momento dudaron de él.
     Ahora asumió, era inevitalble. Y desde la cima de su gloria hace su voluntad. Sienta a su perro en el sillón presidencial, descansa con sus amigos, baila todo tipo de ritmos musicales y rompe, por supuesto, hace lo que mejor sabe hacer, lo que no le exige el menor esfuerzo. Destruye derechos laborales, leyes aprobadas por el congreso, regulaciones del mercado, dirigentes sociales.
     LLegará el momento de construir, pero eso lo harán otros, el niño Mauricio vive y vivirá en su mundo de felicidad y protección

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