viernes, 21 de octubre de 2016

Lo que hay que escuchar en Radio Nacional

     Habiendo pasado más de treinta años de la recuperación de la democracia hay casi 400 nietos que no han recuperado su identidad. En ellos la dictadura sigue teniendo lugar.
     Se han recuperado más de cien, gracias a la lucha de las abuelas de Plaza de Mayo y demás organizaciones de derechos humanos del país y del extranjero.
     Hubo retrocesos y avances en la relación de esas organizaciones con los distintos gobiernos. Durante los doce años de gobierno Kirchnerista el estado tomò como propia esa bùsqueda e incluso incorporò como diputados a algunos de los nietos recuperados.
     Ahora hay otro gobierno y se notan signos preocupantes de un nuevo retroceso. El secretario de cultura de la ciudad de Buenos Aires, gobernada por el mismo partido que gobierna la naciòn, negò la cantidad de desaparecidos y vinculò la lucha de los derechos humanos con la corrupciòn.
     Se tardò demasiado tiempo en remover al funcionario e incluso se lo premiò reincorporàndolo en la direcciòn del teatro Colòn. Hasta el dìa de hoy no se ha logrado que el presidente de la naciòn condene semejantes declaraciones.
     No se puede dejar de relacionar este retroceso con las polìticas econòmicas llevadas a cabo por el gobierno nacional. En ellas tambièn la dictadura sigue teniendo lugar y sigue creando nuevas vìctimas cada dìa.
     El genocidio sucediò por la necesidad de neutralizar la resistencia a la destrucciòn del estado de bienestar, este cambio de discurso del estado tal vez tenga que ver con lo mismo, el disciplinamiento de la sociedad. Primero se enarbolò la amenaza de la desocupaciòn, palabra tan familiar con la palabra desapariciòn y con significados que se puede perfectamente relacionar.
     En este sentido quiero comentar un reportaje que se emitiò en Radio Nacional. La entrevista, falsa entrevista tengo que decir, fue hecha por el periodista Romàn Lejman. Digo falsa entrevista porque el periodista tomò para sì el discurso de sus entrevistados que solamente eran requeridos para ilustrar lo que el periodista afirmaba.
     Los entrevistados a los que me refiero eran hijos de militares juzgados por crìmenes de lesa humanidad. No es preocupante que los hijos de los criminales defiendan a sus padres. Tal vez sea una necesidad atendible de esos muchachos. Lo preocupante es la manera con la que Roman Lejman llevò adelante el reportaje.
     El periodista dijo, reclamò, que no se estigmatice a los militares juzgados, que no se los trate como una lacra, sino serìa como comerse a los canìbales.
     No se acordò de los nietos que no recuperaron su identidad, ni se acordò del sufrimiento de sus familiares. Tampoco se acordò que la prolongaciòn de los juicios se debe entre otras cosas de que las fuerzas armadas lejos de arrepentirse y dar no digo informaciòn sobre el destino de los desaparecidos sino de los nietos apropiados, se levantaron en armas para tratar de impedir la continuidad de los juicios.
     Son signos de la època. Hay que repetir y recordar cosas que ya se pensaban indiscutibles y evidentes.

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