No sabía quién era Pamela David. Vivía tranquilo mi vida con esa falta. Ahora Pamela David habló. Lo primero que se puede decir de ella es que tiene un gran poder de síntesis. No arma frases largas, su gramática es algo confusa, pero todo el mundo entendió lo que quiso decir.
Ubicó al gobierno de Macri en su momento fundacional. El día que el presidente asumió. Como se sabe salio al balcón con su hija Antonia y su mujer Juliana Awada. También estaba la vicepresidenta Gabriela Michetti. Se puede decir que ese fue su último acto de campaña. Ahí bailo como un muchacho piola, la vicepresidenta cantó, mal y sin gracias, no importa, armaban una fiesta como las de la época del Newman.
Pamela los vió blancos, hermosos y puros. Las mujeres incluso la niña, hija del presidente, la hija que el presidente no oculta, estaban vestidas de blanco. Blancas, hermosas y puras. Sin embargo venían, según nos dice Pamela, a sacar la mugre. Vestidas de blanco, hermosas y puras
Milagro Sala no es blanca. Es descendiente de las mujeres originarias de estas tierras. Milagro Sala no es pura. Durmió en la calle, se curtió soportando todas las injusticias que este mundo tiene reservadas para las mujeres pobres, feas, y malas.
Milagro fue encarcelada poco tiempo después de que Macri bailase con su familia en el balcón de la casa rosada. Hicieron el trabajo que tenían que hacer sin sacarse los vestidos blancos. No importa, alguna mujer como Milagro se los limpiará. Eso sí, calladita y con la cabeza baja
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