En este país pasan muchas cosas y ultimamente cosas que a muchos de nosotros no nos gustan, ejemplo: que el teatro San Martín esté cerrado. Muchos de nosotros nos educamos viendo obras allí. Alfredo Alcón brilló muchas veces en ese espacio. Alfredo que no es recordado como un artista militante, sin embargo trabajaba en ese teatro con un entrada que incluso durante la dictadura tenía un precio popular.
Ni siquiera los milicos lo cerraron. Lo extraño es que esto pasa y a la vez pareciera que no hubiera pasado. ¿Dónde están por ejemplo los cientos de actores que tuvieron el privilegio de pisar esos escenarios, no les importa, están demasiado cansados?
Cerca de allí está el Alvear. También está cerrado. Allí la vi brillar a Marilú Marini hace no tanto tiempo.
No voy a minimizar las luchas que sí suceden, siempre es bueno que alguien se rebele. ¿No le importa a nadie un teatro cerrado?
No me canso de repetir que la clase dominante que gobierna por primera vez este país nunca será clase dirigente, ni siquiera se merecen la herencia de Mitre y de Roca.
La corrupción moviliza. Eso está bien. Alguien al que ya no quiero denominó con ironía a esa idea política como honestismo.
El honestismo es un espectáculo mediático que oculta el sistema que busca la miseria planificada. De la Rua fue presidente con el voto honestismo y así terminamos.
Hay un teatro cerrado y miles de voces en silencio. Pronto tendremos que decir todos los basta juntos
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