¿Hay que ganar? Sí, urgente, el neoliberalismo guarda dentro de sí una idea fatalista: hay que avanzar abrumando al rival (ya lo dijo Bull-rich, avanzar por diez frentes a la vez, para terminar prevaleciendo en uno o en dos). Hay que actuar, dicen, como lo que somos: ser para la muerte y por lo tanto la vida propia y sobretodo la del el otro es liviana. Hay que comerse todas las porciones de la torta sin las especulaciones burguesas de la vida serena.
¿Y por qué hay que ganar? Porque somos el otro de ese plan neoliberal, la pieza precindente, el Homo Sacer, aquel fuera de la ley del cual cualquiera podía tomar su vida sin temer el castigo de la ley.
¿Cómo se gana? No tengo la menor idea pero parece prevalecer una plan que es por lo menos peligroso que consistiría en construir una forma descafeinada del kirchnerismo: cerrar la grieta y volver al cafierismo. Cafiero no está pero se lo puede llamar al Chacho o a cualquier otro dispuesto a lograr los consensos que hagan falta para que Mirtha nos vuelva a invitar a la mesa y Susana y Marcelo digan que somos divinos.
Si es así no cuenten conmigo, no porque me proponga afiliar a alguna secta troskista, sino por que se cómo termina. Y además a los compañeros que se inmolaron por una idea que llamaron gobernabilidad les fue, por suerte, muy mal. Los apellidos de esos compañeros los conocemos todos asi que me los ahorro.
Tal vez algunas batallas habrá que postergarlas o mejor dicho ponerlas en una dimensión secundaria, no vociferar porque además sería en vano porque ni siquiera tenemos el estado.
Hoy habría que vociferar por la aparición con vida de Santiago Maldonado y por la liberación inmediata de Milagro Sala y por la vida y por los derechos del pueblo argentino.
¿Cómo se hace? A falta de micrófonos tenemos que ser muchos, pero muchos que sepamos cuál es el enemigo de esta hora.
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