jueves, 4 de octubre de 2018

El Quijote

   ¿Puede el comienzo venir después? La aritmética dictamina  que todo comienza en uno. Lo primero, lo segundo, lo tercero. Ni siquiera pensamos en el cero. No hacer nada no puede ser comienzo. Hacer nada, como se empieza a decir ahora tampoco. Para hacer nada antes hubo de haber algo. Ni siquiera el buen Dios empezó de cero, necesitó de su propia eternidad de Dios. El sería , en todo caso, el cero necesario para el proyecto humano. De su experiencia nació el tiempo y luego los números que lo representaron. Dios, la idea de Dios como me gusta decir, es el inventor de lo que en literatura denominamos como relato lineal.
   Leí el Quijote cuando ya era lector experimentado, cuando ya me daba verguenza decir que no lo había leído. Nadie podía desenmascararme porque sabía superficialmente de qué trataba ya que había absorbido la versión del Quijote que circula en la cultura de masas: películas, historietas, programas de televisión. Decía Borges que hoy es más conocido el Quijote que el propio Cervantes. Sin haber leído una linea de la novela uno puede decir que tal o cual conducta es "quijotesca". Sin embargo saldé un día mi deuda en secreto en una edición popular que había salido en los kioskos.
   Esa lectura acaso no fue el comienzo de la experiencia literaria pero sí la aproximación a su sentido. Como bien lo planteo el maestro Borges en su trajinado artículo Kafka y sus precursores, el Quijote tiñe lo que leímos antes, lo que estamos leyendo ahora y nos espera en el futuro para influir lo que leeremos

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