Se dice que un título define un artículo y aún más se sabe que en el periodismo moderno el título casi es el artículo. Incluso la foto puede ser el artículo y el título, no digamos la nota que ha escrito el periodista, queda a veces subordinado a acompañar esa imagen como adorno o como elemento para enfatizar o para dirigir aún más el sentido de lo que se quiere decir. La teoría del conocimiento de esta sociedad es deudora entonces de la lógica del impacto que antes era exclusividad de la publicidad.
La frase que elegí para el título ya es un lugar común en las ciencias sociales, sin embargo, en estos días de fiestas de fin de año propicios para reflexiones fáciles, se me hizo inevitable usarlo. Quedaba evidenciado que si elegía otro título era para evitar ese que era el apropiado. Digámoslo de una vez, la frase es de Marx, y como se sabe dice más o menos que la historia se repite primero como tragedia y luego como comedia.
Lo que se repite esta vez son los saqueos. Se sabe que los saqueos aparecen como preludio del desmanejo de la anarquía y del fracaso de un gobierno que no ha sabido evitarlos como se debe. Y lo que es peor que carece de autoridad. Y si un gobierno, se dice, ha perdido la autoridad, que significa tener alineados a los débiles, ya no sirve como gobierno. Porque si para algo está el estado es para evitar que los débiles salgan del lugar donde están.
Volvamos a lo que decíamos en el principio de este texto: la foto es el artículo. Y la foto en este fin de año muestra a encapuchados llevándose electrodomésticos de un supermercado. Horror: lo que están habilitados a robar los débiles es comida y se roban otra cosa es que algo raro hay. Se sabe: los electrodomésticos son el premio que recibe la clase media. La conclusión es una sola: 2001 y 2012 son lo mismo porque concluyen con saqueos. Se anula con una foto todo lo que pudo haber sucedido entre esas dos fechas.
De nuevo la repetición, esta vez como negación de la historia: siempre es igual en la Argentina, no importa lo que se haga, así entonces es mejor no hacer nada, seguir el orden natural de las cosas que es: para la clase media los electrodoméstico y para los débiles la comida que puedan robar.
Sin embargo hay algo distinto. Un movimiento político que debe su existencia a la pretensión de ser distinto, de desordenar el orden natural de las cosas que se debe repetir sin interrupción alguna.
Para concluir esas son las opciones que veo para este fin de año: la repetición o la diferencia. Yo, para usar ese artículo tan pasado de moda, ante el espectáculo grotesco de los que no se resignan a perder sus privilegios que dependían de la repetición de una serie en la que habían sabido incluirse, prefiero la diferencia. Continuará
lunes, 24 de diciembre de 2012
sábado, 27 de octubre de 2012
Nestor Kirchner, de presidente a militante en la plaza pública
De Kirchner me interesa el momento de su derrota. Recordemos, fue en el año 2009 en la elección de diputados en la provincia de Buenos Aires en la que fue derrotado por un integrante de la troupe del programa de Marcelo Tinelli: Francisco De Narvaez.
La historia había empezado en 2008 con los cuatro meses de lock out de la patronal del campo. Un intento de golpe de estado que un grupo de intelectuales caracterizó como intento destituyente. No se trataba del tradicional golpe de estado donde los militares sacan los tanques a la calle, en este caso el poder real salía sin intermediarios salía a ostentar sus tractores y sus móviles de televisión. Se sabe: el conflicto se resolvió con la derrota en el parlamento del proyecto de ley que había generado el conflicto. Ya en esa resolución se empezaba a dibujar un momento nuevo en la historia, una anomalía como bien dijo Ricardo Forster,: el poder real no sacaba sus ventajas en la clandestinidad de una reunión secreta, sino que tenía que batallar en el parlamento.
En los días posteriores corrió el rumor o mejor se instaló el rumor de la renuncia de Cristina Fernandez. Un borroso vicepresidente que había votado en contra del proyecto de su propio gobierno se estaba preparando el traje donde se cruzaría la banda presidencial. Pero Cristina Fernandez no renunció. Eso sí que era nuevo, un político, una pareja política debemos decir, Cristina Fernandez y Néstor Kirchner no renunciaron.
Fue en esos días, una semana después de la derrota, que Nestor Kirchner asiste a un acto de Carta Abierta, un grupo de intelectuales que se habían juntado como grupo en esos días tormentosos y que habían creado el término intento destituyente que mencionamos antes dándole un sentido a todo lo que estaba pasando. Habló Horacio Gonzalez y recordó a otros derrotados, a otros que lucharon en medio de la derrota, a los compañeros de la resistencia peronista. Néstor escuchaba atentamente. Era uno más de un grupo que no sumaba más de 100 o 200 personas. Luego habló, alentó a los compañeros a no perder la alegría a pesar de la derrota. Aunque en realidad lo que dijo importa poco, el mensaje era su presencia allí, en una plaza de la ciudad de Buenos Aires, sin una cámara de televisión, solo una cámara casera o tal vez un teléfono que registró el acto.
Eso es un militante, un hombre que construye poder, ladrillo por ladrillo, ensuciándose las manos con el material y que vuelve a construirlo desde el principio si es que alguna tormenta ocacional lo ha derribado, sin descanso, aún hoy, después de la muerte.
La historia había empezado en 2008 con los cuatro meses de lock out de la patronal del campo. Un intento de golpe de estado que un grupo de intelectuales caracterizó como intento destituyente. No se trataba del tradicional golpe de estado donde los militares sacan los tanques a la calle, en este caso el poder real salía sin intermediarios salía a ostentar sus tractores y sus móviles de televisión. Se sabe: el conflicto se resolvió con la derrota en el parlamento del proyecto de ley que había generado el conflicto. Ya en esa resolución se empezaba a dibujar un momento nuevo en la historia, una anomalía como bien dijo Ricardo Forster,: el poder real no sacaba sus ventajas en la clandestinidad de una reunión secreta, sino que tenía que batallar en el parlamento.
En los días posteriores corrió el rumor o mejor se instaló el rumor de la renuncia de Cristina Fernandez. Un borroso vicepresidente que había votado en contra del proyecto de su propio gobierno se estaba preparando el traje donde se cruzaría la banda presidencial. Pero Cristina Fernandez no renunció. Eso sí que era nuevo, un político, una pareja política debemos decir, Cristina Fernandez y Néstor Kirchner no renunciaron.
Fue en esos días, una semana después de la derrota, que Nestor Kirchner asiste a un acto de Carta Abierta, un grupo de intelectuales que se habían juntado como grupo en esos días tormentosos y que habían creado el término intento destituyente que mencionamos antes dándole un sentido a todo lo que estaba pasando. Habló Horacio Gonzalez y recordó a otros derrotados, a otros que lucharon en medio de la derrota, a los compañeros de la resistencia peronista. Néstor escuchaba atentamente. Era uno más de un grupo que no sumaba más de 100 o 200 personas. Luego habló, alentó a los compañeros a no perder la alegría a pesar de la derrota. Aunque en realidad lo que dijo importa poco, el mensaje era su presencia allí, en una plaza de la ciudad de Buenos Aires, sin una cámara de televisión, solo una cámara casera o tal vez un teléfono que registró el acto.
Eso es un militante, un hombre que construye poder, ladrillo por ladrillo, ensuciándose las manos con el material y que vuelve a construirlo desde el principio si es que alguna tormenta ocacional lo ha derribado, sin descanso, aún hoy, después de la muerte.
domingo, 7 de octubre de 2012
La política del aparecer
Hay en todo político un alto grado de divismo. Del apodo de Don Yo que le inflingieron a Sarmiento a la gran Lilita y sus performances televisivas.
Hay un político en la ciudad de Buenos Aires llamado Daniel Amoroso. Hace instalado inmensos carteles (lo viene haciendo hace tiempo) con su cara en primer plano y con consignas publicitarias, lugares comunes insustanciales, que fueron acercándose, voluntariamente o no, al humor. Por ejemplo: Daniel respetuoso, Daniel Amoroso. Yo creo que la mente genial del grupo de creativos de la agencia de publicidad contratada para diseñar esta campaña, debe estar cagandose de risa.
Podríamos decir que todavía sigue vigente el desplazamiento de la política a la publicidad que tuvo su plenitud en los noventa y que todavía resiste en estas campañas. Recordemos el slogan de Menem: síganme no los voy a defraudar o el de De La Rúa: dicen que soy aburrido. Ningún elemento de ruptura, nada que pueda entorpecer el movimiento del político una vez elegido-
Incluso puede concebirse candidatos de izquierda que usen esos elementos. Victoria Donda nos decía, mostrando sus generosos pechos, que se iba a portar mal, repitiendo el estribillo de una canción de moda y recientemente ha instalado carteles que dicen que la reelección de la presidenta sería un retroceso consigna le permite compartir el mismo espacio con políticos conservadores.
No importa que se dice, de hecho puede decirse cualquier cosa, lo importante es aparecer, ocupar un espacio en los medios. La cantidad de fotos ganadas se puede asociar como la cantidad de goles de un delantero. El caso más doloroso es el de Hugo Moyano, un delantero que se mueve por todo el frente del ataque a la presidenta: comparte un espacio político con el Momo Venegas, se reune con la patronal del campo, con los radicales, con Scioli, con periodistas de TN desde cuyos estudios declara una huelga que suspende el día después. Es decir Moyano es el goleador de la política del aparecer.
La presidenta aparece, tal vez demasiado, en cadenas nacionales que enardecen a los que parecen ser los dueños del aparecer, los directores técnicos que deciden quién entra y cuantos minutos juega. De esa manera la presidenta aparece anunciando medidas de gobierno que ella supone que no aparecerían de otra forma y desgasta de esa manera su figura o la engrandece, quién sabe.
Para finalizar, esta nota la escribo para aparecer aunque no parezca.
Hay un político en la ciudad de Buenos Aires llamado Daniel Amoroso. Hace instalado inmensos carteles (lo viene haciendo hace tiempo) con su cara en primer plano y con consignas publicitarias, lugares comunes insustanciales, que fueron acercándose, voluntariamente o no, al humor. Por ejemplo: Daniel respetuoso, Daniel Amoroso. Yo creo que la mente genial del grupo de creativos de la agencia de publicidad contratada para diseñar esta campaña, debe estar cagandose de risa.
Podríamos decir que todavía sigue vigente el desplazamiento de la política a la publicidad que tuvo su plenitud en los noventa y que todavía resiste en estas campañas. Recordemos el slogan de Menem: síganme no los voy a defraudar o el de De La Rúa: dicen que soy aburrido. Ningún elemento de ruptura, nada que pueda entorpecer el movimiento del político una vez elegido-
Incluso puede concebirse candidatos de izquierda que usen esos elementos. Victoria Donda nos decía, mostrando sus generosos pechos, que se iba a portar mal, repitiendo el estribillo de una canción de moda y recientemente ha instalado carteles que dicen que la reelección de la presidenta sería un retroceso consigna le permite compartir el mismo espacio con políticos conservadores.
No importa que se dice, de hecho puede decirse cualquier cosa, lo importante es aparecer, ocupar un espacio en los medios. La cantidad de fotos ganadas se puede asociar como la cantidad de goles de un delantero. El caso más doloroso es el de Hugo Moyano, un delantero que se mueve por todo el frente del ataque a la presidenta: comparte un espacio político con el Momo Venegas, se reune con la patronal del campo, con los radicales, con Scioli, con periodistas de TN desde cuyos estudios declara una huelga que suspende el día después. Es decir Moyano es el goleador de la política del aparecer.
La presidenta aparece, tal vez demasiado, en cadenas nacionales que enardecen a los que parecen ser los dueños del aparecer, los directores técnicos que deciden quién entra y cuantos minutos juega. De esa manera la presidenta aparece anunciando medidas de gobierno que ella supone que no aparecerían de otra forma y desgasta de esa manera su figura o la engrandece, quién sabe.
Para finalizar, esta nota la escribo para aparecer aunque no parezca.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Macri y la espiritualidad
Nada más tranquilizador que un diccionario. Ahí guardamos las palabras con los significados que se han sedimentado con el tiempo. Podemos estar seguros que cada vez que las busquemos significarán lo mismo. Es la prueba de que hemos escapado de la trampa Babélica. Es decir, que finalmente la comunicación entre los hombres es posible mediante el uso de esos libros que en general vienen en tapa dura y que en otras épocas se compraban en cuotas para ponerlos intactos en la estantería del living.
Sin embargo, a medida de que nos encontramos con los otros comprobamos que los malos entendidos se siguen produciendo con gran facilidad y frecuencia..
Uno puede escuchar en una discusión, dicho con angustia: ¡yo no quise decirte eso! Es ahí donde se producen los choques de interpretaciones entre los que hablan y los que escuchan, casi como si se hablara en idiomas distintos, como si el lenguaje siempre posibilitara una vuelta más del sentido que supuestamente debería quedar claro en aquellos libros que compramos..
Mucho más complejo es entonces cuando una corriente política decide hablarle a la sociedad y más aún cuando intervienen los medios de comunicación.
Por estos días hay un congreso de espiritualidad en Buenos Aires. No sabemos demasiado acerca de sus participantes y tampoco es el propósito de estas lineas profundizar en el conocimiento de esta corriente cultural. Lo que nos impulsa a escribir, lo diremos claramente, es la incomodidad y la confusión que nos produce la relación de la palabra espitualidad y la corriente política que lidera Mauricio Macri.. Tal vez se deba a que aunque usamos las mismas palabras hablamos idiomas distintos.
Paralelamente a este congreso de espiritualidad se produjo un conflicto en la escuela pública de la ciudad de Buenos Aires por un juego didáctico basado en el Eternauta. El juego es impulsado por el grupo político La Cámpora y se realizaba en los colegios previa autorización de las autoridades. El ministro de educación de la ciudad, en sincronía con una serie de notas condenatorias aparecidas en los diarios de más tirada, lo prohibió y habilitó una linea telefónica para que los padres puedan denunciar la intromisión de la política en las escuelas.
Entonces, para empezar a explicarnos qué es lo que entiende por espiritualidad el grupo cultural-político liderado por Mauricio Macri y para empezar a escribir un diccionario que ayude a entenderlos, diremos que espiritualidad es para ellos la ausencia de la política, en la medida que asocian la política al interés partidario, la corrupción, la intromisión del estado y la falta de libertad para los negocios.
No es de extrañar pues que el ministro de educación de esa corriente conciba una pedagogía de la denuncia policial de las actividades políticas y que prohíba en consecuencia el Eternauta y despida a docentes que se atrevan a parodiarlo y a debilitar en consecuencia lo que el más aprecia de si mismo que es su autoridad.
Nosotros creemos que ese grupo detesta la política en la medida de que sospecha que se puede poner en peligro sus intereses y toma en su reemplazo a la espiritualidad en la medida de que entienden que esa corriente puede ser reducida al discurso hueco de la publicidad. Por ejemplo: si sucede conviene. Esa frase sorprendente es la consigna que pone en su pared el guía espiritual de la televisión Marcelo Tinelli. Claro que les conviene y que nadie venga a joder con la política ni que intente cobrarles impuesto ni impedirles comprar los dólares que necesitan para gastar en Miami.
En su corto paso por el servicio militar, Charly García escribió una canción llamada "Botas Locas". La letra decía: "si ellos son la patria yo soy extranjero". Yo puedo decir entonces, parafraseando: si ellos son espirituales yo soy materialista (y dialéctico)
Sin embargo, a medida de que nos encontramos con los otros comprobamos que los malos entendidos se siguen produciendo con gran facilidad y frecuencia..
Uno puede escuchar en una discusión, dicho con angustia: ¡yo no quise decirte eso! Es ahí donde se producen los choques de interpretaciones entre los que hablan y los que escuchan, casi como si se hablara en idiomas distintos, como si el lenguaje siempre posibilitara una vuelta más del sentido que supuestamente debería quedar claro en aquellos libros que compramos..
Mucho más complejo es entonces cuando una corriente política decide hablarle a la sociedad y más aún cuando intervienen los medios de comunicación.
Por estos días hay un congreso de espiritualidad en Buenos Aires. No sabemos demasiado acerca de sus participantes y tampoco es el propósito de estas lineas profundizar en el conocimiento de esta corriente cultural. Lo que nos impulsa a escribir, lo diremos claramente, es la incomodidad y la confusión que nos produce la relación de la palabra espitualidad y la corriente política que lidera Mauricio Macri.. Tal vez se deba a que aunque usamos las mismas palabras hablamos idiomas distintos.
Paralelamente a este congreso de espiritualidad se produjo un conflicto en la escuela pública de la ciudad de Buenos Aires por un juego didáctico basado en el Eternauta. El juego es impulsado por el grupo político La Cámpora y se realizaba en los colegios previa autorización de las autoridades. El ministro de educación de la ciudad, en sincronía con una serie de notas condenatorias aparecidas en los diarios de más tirada, lo prohibió y habilitó una linea telefónica para que los padres puedan denunciar la intromisión de la política en las escuelas.
Entonces, para empezar a explicarnos qué es lo que entiende por espiritualidad el grupo cultural-político liderado por Mauricio Macri y para empezar a escribir un diccionario que ayude a entenderlos, diremos que espiritualidad es para ellos la ausencia de la política, en la medida que asocian la política al interés partidario, la corrupción, la intromisión del estado y la falta de libertad para los negocios.
No es de extrañar pues que el ministro de educación de esa corriente conciba una pedagogía de la denuncia policial de las actividades políticas y que prohíba en consecuencia el Eternauta y despida a docentes que se atrevan a parodiarlo y a debilitar en consecuencia lo que el más aprecia de si mismo que es su autoridad.
Nosotros creemos que ese grupo detesta la política en la medida de que sospecha que se puede poner en peligro sus intereses y toma en su reemplazo a la espiritualidad en la medida de que entienden que esa corriente puede ser reducida al discurso hueco de la publicidad. Por ejemplo: si sucede conviene. Esa frase sorprendente es la consigna que pone en su pared el guía espiritual de la televisión Marcelo Tinelli. Claro que les conviene y que nadie venga a joder con la política ni que intente cobrarles impuesto ni impedirles comprar los dólares que necesitan para gastar en Miami.
En su corto paso por el servicio militar, Charly García escribió una canción llamada "Botas Locas". La letra decía: "si ellos son la patria yo soy extranjero". Yo puedo decir entonces, parafraseando: si ellos son espirituales yo soy materialista (y dialéctico)
sábado, 11 de agosto de 2012
El caño de Riquelme
¿Qué dejamos fuera de la política y que incluimos? La pregunta supone un afuera de la política que ya implica una definición, porque algunos dirían, Aristóteles por ejemplo, que el hombre es un ser político en cuanto vive en sociedad y que por consiguiente, todo lo humano puede ser explicado por la política.
Creo, sin embargo, que el sentido común establecido, limita lo político a la acción del estado. Se reconoce fácilmente en esa idea las concepciones liberales aunque se puede ver, aún hoy, a grupos de izquierda sosteniendo los mismos argumentos. Lo político casi dejaría de ser humano, se habría convertido, para ese ideario, en una intromisión que habría que debilitar lo máximo posible.
Pero la política, como un animal mitológico que se reconstruye cada vez, se cuela en cada discusión en la que hay en disputa por lo menos dos puntos de vista. El fútbol, por ejemplo. Hace algunos años se estableció una discusión sobre estilos de juego. A los que preferían un tipo de juego técnico y vistoso se los identificó con el director técnico Menotti y a los que adherían a un juego mecanizado y eficiente se los identifico con el director técnico Bilardo.
En el desarrollo de esa discusión se llegó a el uso de términos de la política: se dijo que había un fútbol de izquierda que sería el que gusta de las gambetas y uno de derecha que prefiere los goles de pelota detenida. Una exageración sin duda. Pero en el comportamiento en la cancha y afuera de ella los futbolistas son hombres que tienen una concepción de la vida que sí se podría calificar de política.
Hace algunas semanas, a propósito de la polémica despedida de Juan Román Riquelme de Boca se recordó una jugada. La he mirado una y otra vez desde entonces, dura unos segundos, es un momento que ha sido rescatado de su fugacidad por la tecnología. La computadora la repite tantas veces como nuestra voluntad lo requiera, tal como sucedió. Riquelme y Yepes, los protagonistas de la escena, vuelven a tener cada vez la edad que tenían y a vestir la camisetas de los clubes en los que jugaban: Riquelme para Boca y Yepes para River. Todo se repite pero la jugada ya no es la misma. El mismo Riquelme fue el que la cambió cuando dijo en un reportaje que el que se había lucido era Yepes porque no le había pegado una patada. Se sabe, está establecido como un código de hombres, que el defensor que es sobrepasado con un lujo debe castigar al habilidoso con una patada. Yepes no lo hizo. Sacamos la jugada del fondo de tiempo y lo vemos a Riquelme recibiendo la pelota en un lateral y a Yepes enfrentándolo, presionándolo, según dirían los relatores deportivos. Riquelme se pone de espaldas para proteger la pelota la pisa y la desliza entre las piernas de su rival que queda descolocado. La jugada sigue. Hay un defensor de River que logra pelliscar la pelota pero Riquelme se la lleva por el lateral. Ahora es Yepes nuevamente el que lo persigue y que se le tira a los pies inutilmente, sin embargo su trabajo finalmente da resultado porque la pelota se va de la cancha. La jugada fue ineficaz según podrían decir los que aman la eficiencia porque el rival recuperó la pelota, sin embargo Riquelme fue ovacionado por su tribuna. ¿Se equivocaban, no sabían nada de futbol? No, advirtieron que habían presenciado un acto de creación no exento de belleza. No importaba el resultado, la jugada tenía sentido por sí misma.
Pero la jugada para Riquelme no terminó. Nos entregó una interpretación que sale de lo frecuente, que habla de su concepción de la vida que, de alguna manera se puede relacionar con la política. Dijo que Yepes se había lucido. Que era de hombre, de la concepción que él, Riquelme, tiene del hombre, renunciar a la violencia, aceptar la superioridad momentánea del rival y comenzar de nuevo.
Gracias Román, fue un placer tenerte como rival. Todos nosotros, gracias a vos, somos un poco mejores.
Creo, sin embargo, que el sentido común establecido, limita lo político a la acción del estado. Se reconoce fácilmente en esa idea las concepciones liberales aunque se puede ver, aún hoy, a grupos de izquierda sosteniendo los mismos argumentos. Lo político casi dejaría de ser humano, se habría convertido, para ese ideario, en una intromisión que habría que debilitar lo máximo posible.
Pero la política, como un animal mitológico que se reconstruye cada vez, se cuela en cada discusión en la que hay en disputa por lo menos dos puntos de vista. El fútbol, por ejemplo. Hace algunos años se estableció una discusión sobre estilos de juego. A los que preferían un tipo de juego técnico y vistoso se los identificó con el director técnico Menotti y a los que adherían a un juego mecanizado y eficiente se los identifico con el director técnico Bilardo.
En el desarrollo de esa discusión se llegó a el uso de términos de la política: se dijo que había un fútbol de izquierda que sería el que gusta de las gambetas y uno de derecha que prefiere los goles de pelota detenida. Una exageración sin duda. Pero en el comportamiento en la cancha y afuera de ella los futbolistas son hombres que tienen una concepción de la vida que sí se podría calificar de política.
Hace algunas semanas, a propósito de la polémica despedida de Juan Román Riquelme de Boca se recordó una jugada. La he mirado una y otra vez desde entonces, dura unos segundos, es un momento que ha sido rescatado de su fugacidad por la tecnología. La computadora la repite tantas veces como nuestra voluntad lo requiera, tal como sucedió. Riquelme y Yepes, los protagonistas de la escena, vuelven a tener cada vez la edad que tenían y a vestir la camisetas de los clubes en los que jugaban: Riquelme para Boca y Yepes para River. Todo se repite pero la jugada ya no es la misma. El mismo Riquelme fue el que la cambió cuando dijo en un reportaje que el que se había lucido era Yepes porque no le había pegado una patada. Se sabe, está establecido como un código de hombres, que el defensor que es sobrepasado con un lujo debe castigar al habilidoso con una patada. Yepes no lo hizo. Sacamos la jugada del fondo de tiempo y lo vemos a Riquelme recibiendo la pelota en un lateral y a Yepes enfrentándolo, presionándolo, según dirían los relatores deportivos. Riquelme se pone de espaldas para proteger la pelota la pisa y la desliza entre las piernas de su rival que queda descolocado. La jugada sigue. Hay un defensor de River que logra pelliscar la pelota pero Riquelme se la lleva por el lateral. Ahora es Yepes nuevamente el que lo persigue y que se le tira a los pies inutilmente, sin embargo su trabajo finalmente da resultado porque la pelota se va de la cancha. La jugada fue ineficaz según podrían decir los que aman la eficiencia porque el rival recuperó la pelota, sin embargo Riquelme fue ovacionado por su tribuna. ¿Se equivocaban, no sabían nada de futbol? No, advirtieron que habían presenciado un acto de creación no exento de belleza. No importaba el resultado, la jugada tenía sentido por sí misma.
Pero la jugada para Riquelme no terminó. Nos entregó una interpretación que sale de lo frecuente, que habla de su concepción de la vida que, de alguna manera se puede relacionar con la política. Dijo que Yepes se había lucido. Que era de hombre, de la concepción que él, Riquelme, tiene del hombre, renunciar a la violencia, aceptar la superioridad momentánea del rival y comenzar de nuevo.
Gracias Román, fue un placer tenerte como rival. Todos nosotros, gracias a vos, somos un poco mejores.
sábado, 21 de julio de 2012
Las parrafadas de La Sarlo
Soy un lector tardío de los on-line de los diarios, o de los portales, si se quiere usar una palabra española a falta de una del río de La Plata. Aunque tal vez lo era sin darme cuenta: ya hace algunos años los diarios de más venta habían adaptado su estilos a la modalidad de la lectura en internet o de lo que ellos piensan que es esa lectura o de lo que ellos quisieran que fuera. No importa. Proliferaron notas de pocas lineas, aptas para una lectura rápida y despersonalizada. Esa nueva forma del periodismo correspondía también a lo que la época quiere imponer como actualidad, es decir, pura aceleración, una noticia que sucede a la otra, que nos dejaría ante un presente eterno sin posibilidad de construir una memoria y mucho menos una utopía o si se quiere una identidad.
De todas maneras, prendemos la computadora cada mañana, inaugurando una nueva ceremonia, la plegaria matutina del burgués, como dijo el viejo Hegel, aunque con un aparato demoníaco que el último filósofo no había imaginado. Lo primero que vamos a decir es que es más higiénico, no tenemos que dar vuelta ninguna hoja cubierta con tinta, solo un doble click sobre el ícono que representa al diario que vamos a elegir o sobre la nota que vamos a leer y correr la imágen con una ruedita que tiene el mouse que manejamos con la mano derecha. Si leemos La Nación las columnas estan luego de las noticias, hay que correr la ruedita un par de veces. Cada columnista tiene su foto pero lo que busca captar la atención del lector son los títulos. Casi todos están referidos a la presidenta y la modalidad en su totalidad es insultante y despreciativa. No vamos a repetir ninguno sin embargo vale consignar que es una victoria política, seguramente no deseada por la presidenta, que cada cosa de la realidad, según estos señores, le esté referida.
Entre los columnistas está Beatriz Sarlo. Leí en los ochenta un par de libros suyos que me parecieron dignos de releer: El Imperio de los Sentimientos que era un estudio de los folletines y sobretodo Buenos Aires: una modernidad Periférica, libro deudor, luego lo supe, de Walter Benjamin, que ligaba la literatura Argentina y sobretodo Arlt y Borges con las transformaciones de la ciudad en las décadas del 20 y el 30.
Luego en los noventa leí, con menos interés, los libros referidos a los nuevos fenómenos de la modernidad, los llamados no-lugares, fundamentalmente los shoppings que empezaban a aparecer en esos años.
La primera columna que recuerdo haber leído de ella en La Nación data del año 2005 y la destinataria de sus críticas era -adivinaron- Cristina Fernandez. La circunstancia era la elección de senadores de la provincia de Buenos Aires en la que la presidenta derrotó a Chiche Duhalde. La crítica se refería a la negativa de la entonces senadora a darle reportajes a La Nación y a contestar un requerimiento de Poder Ciudadano, ong que, por entonces, se atribuía la fiscalización de la conducta de la clase política. Luego esas críticas se repitieron, casi son una sola columna que se vuelve a publicar una y otra vez y en las que Sarlo sacrifica su yo para mimetizarse con su otro, o con su otra, en este caso la presidenta de la nación. Esa sola columna tiene un estilo fragmentado, cada parrafo, de cinco o seis renglones, desarrolla una idea que es un pretexto para insertar un adjetivo que ilustre su desagrado ante cada acción de Cristina Fernandez.
¿Estaba esta Sarlo entre las lineas de aquellos libros admirados de los ochenta o en sus sutiles lecturas de Borges? Es una pregunta que me repito cada vez que leo con creciente frustración sus párrafos.
sábado, 30 de junio de 2012
Gracias Badìa
Toda vida que se pierde es irrecuperable. Lo digo conciente de que la maquinaria mediàtica amenaza con condenar a la repeticiòn cualquier palabra que se diga en estas circunstancias.
Juan Alberto Badìa, de èl quiero hablar, desenpolvò la palabra trayectoria, la dijo en su ùltima apariciòn pùblica en la entrega de los premios Martìn Fierro. Esa palabra, dicha en ese àmbito, creaba una diferencia, porque trayectoria supone una temporalidad distinta a la que està vigente, una cadena de hechos necesarias, incluso retrocesos o inmovilidades. Es decir: trayectoria supone tiempo, trabajo, lucha, y no escàndalo, impacto, estridencia y mucho menos la banalidad grosera y pornogràfica imperantes. Ahì habìa un choque de culturas. Claro que eso no fue advertido en esa reuniòn, porque los enfermos no joden, los muertos menos.
Badìa podìa reclamar trayectorias porque estaba respaldado por su trabajo y por la modalidad en la que habìa hecho sus programas. Su gran èxito, Badìa y cia era un programa òmnibus, es decir duraba 5 o 6 horas, correspondìa a una època que hoy parece prehistòrica, anterior a la tv por cable y a internet. No necesitaba retener al televidente con el recurso del impacto permanente, de la estridencia y la velocidad. No levantaba la voz, su hablar era pausado, tal vez porque tenìa cosas para decir. Recuerdo que en ese programa estuvieron Borges y Sàbato, pero tambièn Sergio Denis y Spinetta y el profesor Lambetain y el mismìsimo Tinelli algo màs gordo y lento. Es decir, tenìa la idea de que lo popular podìa convivir con la alta cultura.
Alguna vez me lo crucè en la calle, yo iba con mi abuela, nos regalò su amabilidad y su paciencia.
Dije que su vida es irrecuperable, como es irrecuperable y ùnica cada vida. Nos dejò la nostalgia de una època perdida, pero su trayectoria nos ayuda a pensar, en medio de los gritos y la banalidad infinita, que la creaciòn de una diferencia no es solo posible sino que es indispensable.
Juan Alberto Badìa, de èl quiero hablar, desenpolvò la palabra trayectoria, la dijo en su ùltima apariciòn pùblica en la entrega de los premios Martìn Fierro. Esa palabra, dicha en ese àmbito, creaba una diferencia, porque trayectoria supone una temporalidad distinta a la que està vigente, una cadena de hechos necesarias, incluso retrocesos o inmovilidades. Es decir: trayectoria supone tiempo, trabajo, lucha, y no escàndalo, impacto, estridencia y mucho menos la banalidad grosera y pornogràfica imperantes. Ahì habìa un choque de culturas. Claro que eso no fue advertido en esa reuniòn, porque los enfermos no joden, los muertos menos.
Badìa podìa reclamar trayectorias porque estaba respaldado por su trabajo y por la modalidad en la que habìa hecho sus programas. Su gran èxito, Badìa y cia era un programa òmnibus, es decir duraba 5 o 6 horas, correspondìa a una època que hoy parece prehistòrica, anterior a la tv por cable y a internet. No necesitaba retener al televidente con el recurso del impacto permanente, de la estridencia y la velocidad. No levantaba la voz, su hablar era pausado, tal vez porque tenìa cosas para decir. Recuerdo que en ese programa estuvieron Borges y Sàbato, pero tambièn Sergio Denis y Spinetta y el profesor Lambetain y el mismìsimo Tinelli algo màs gordo y lento. Es decir, tenìa la idea de que lo popular podìa convivir con la alta cultura.
Alguna vez me lo crucè en la calle, yo iba con mi abuela, nos regalò su amabilidad y su paciencia.
Dije que su vida es irrecuperable, como es irrecuperable y ùnica cada vida. Nos dejò la nostalgia de una època perdida, pero su trayectoria nos ayuda a pensar, en medio de los gritos y la banalidad infinita, que la creaciòn de una diferencia no es solo posible sino que es indispensable.
sábado, 16 de junio de 2012
Lanata, Sarlo y el discurso Lilita
Todo en Lilita es un exceso, hasta su derrota. La conocimos en los lejanos días de la reforma constitucional del año 1994 en los que se destacó como referente alfonsinista, algo intelectual (sus admiradores suelen exagerar ese rasgo, pero nunca pudo demostrar ni en un artículo, ni en una exposición pública un nivel cultural que superara la media de la clase política Argentina) y cercana a lo que entonces se entendía como centroizquierda.
Un día apareció con un pesado crucifijo y aún así no pareció que hubiera cambiado demasiado. Ese nuevo exceso, ahora teológico, le daba una teatralidad que ya tenía rasgos de comedia. Sin embargo, el hecho que la llevó a su mejor interpretación fue el triunfo de Nestor Kirchner en las elecciones en las que Lilita se había presentado como candidata a presidenta por primera vez.
Fue una derrota pero fue también un renacer. Se despojó de los ropajes de centro izquierda que ya le resultaban incómodos y se puso los de centroderecha. Aprovechó el declinar de Ricardo Lopez Murphi y se puso en su lugar, lo que significaba absorber los mejores cuadros de esa corriente política y el derecho a ocupar los mejores espacios en los medios dominantes.
Sin embargo, cuando ocurrió lo que se llamó la crisis del campo no pudo liderar a ese sector: Cobos ocupó ese lugar. Pudo haber sido el comienzo de su declinar, pero en las elecciones del 2009 su partido la Coalición Cívica quedó en segundo lugar a unos pocos puntos del Frente para la Victoria.
Se puede decir que la reacción inesperada del Kirchnerismo la desubicó. Se esperaba un declinar de la presidenta parecido al de Alfonsín pero lo que sucedió fue una contraofensiva con una serie de medidas a las que no se supo cómo reaccionar. Si toda la vida se había dicho que había que hacer una nueva ley de medios, cómo oponerse. Si se había presentado un proyecto parecido a la Asignación Universal por Hijo cómo decir que se estaba en contra.
Ahí apareció ese personaje mediático increíble, vilipendiado hasta el exceso por 678 y usado hasta el hartazgo por TN. Se convirtió en la contracara farsesca de Cristina imitando mal alguno de sus mejores y de sus peores rasgos. Si Cristina anunciaba el cielo, ella ofrecía el apocalipsis; si el pueblo salía a la calle a festejar ella veía actores pagos por el estado. No se dió descanso ni en el duelo de su rival y nos agotó y se consumió a si misma hasta casi desaparecer en las elecciones del 2011.
Y entonces volvió Jorge Lanata. Le pusieron rapidamente el vestuario lo maquillaron un poco y lo empujaron para que saliera a escena. Beatriz Sarlo también interviene en la obra. Recita un manual de buenos modales que ella llama republicanismo. Aparece también un grupo de extras con cacerolas a modo de coro griego.
Todo eso para reemplazar a Lilita. Dicen su discurso pero no es lo mismo. Ella inundaba con su carisma. Hacía pausas, miraba a cámara, lloraba, engordaba, adelgazaba y volvía a engordar, todo por su público. Dirán que su discurso es el discurso de Clarín o incluso pueden decir que es el de la clase social que se niega a perder sus privilegios, pero suyo o ajeno ella decía las palabras y se apropiaba de ellas como las grandes estrellas del espectáculo argentino-
Un día apareció con un pesado crucifijo y aún así no pareció que hubiera cambiado demasiado. Ese nuevo exceso, ahora teológico, le daba una teatralidad que ya tenía rasgos de comedia. Sin embargo, el hecho que la llevó a su mejor interpretación fue el triunfo de Nestor Kirchner en las elecciones en las que Lilita se había presentado como candidata a presidenta por primera vez.
Fue una derrota pero fue también un renacer. Se despojó de los ropajes de centro izquierda que ya le resultaban incómodos y se puso los de centroderecha. Aprovechó el declinar de Ricardo Lopez Murphi y se puso en su lugar, lo que significaba absorber los mejores cuadros de esa corriente política y el derecho a ocupar los mejores espacios en los medios dominantes.
Sin embargo, cuando ocurrió lo que se llamó la crisis del campo no pudo liderar a ese sector: Cobos ocupó ese lugar. Pudo haber sido el comienzo de su declinar, pero en las elecciones del 2009 su partido la Coalición Cívica quedó en segundo lugar a unos pocos puntos del Frente para la Victoria.
Se puede decir que la reacción inesperada del Kirchnerismo la desubicó. Se esperaba un declinar de la presidenta parecido al de Alfonsín pero lo que sucedió fue una contraofensiva con una serie de medidas a las que no se supo cómo reaccionar. Si toda la vida se había dicho que había que hacer una nueva ley de medios, cómo oponerse. Si se había presentado un proyecto parecido a la Asignación Universal por Hijo cómo decir que se estaba en contra.
Ahí apareció ese personaje mediático increíble, vilipendiado hasta el exceso por 678 y usado hasta el hartazgo por TN. Se convirtió en la contracara farsesca de Cristina imitando mal alguno de sus mejores y de sus peores rasgos. Si Cristina anunciaba el cielo, ella ofrecía el apocalipsis; si el pueblo salía a la calle a festejar ella veía actores pagos por el estado. No se dió descanso ni en el duelo de su rival y nos agotó y se consumió a si misma hasta casi desaparecer en las elecciones del 2011.
Y entonces volvió Jorge Lanata. Le pusieron rapidamente el vestuario lo maquillaron un poco y lo empujaron para que saliera a escena. Beatriz Sarlo también interviene en la obra. Recita un manual de buenos modales que ella llama republicanismo. Aparece también un grupo de extras con cacerolas a modo de coro griego.
Todo eso para reemplazar a Lilita. Dicen su discurso pero no es lo mismo. Ella inundaba con su carisma. Hacía pausas, miraba a cámara, lloraba, engordaba, adelgazaba y volvía a engordar, todo por su público. Dirán que su discurso es el discurso de Clarín o incluso pueden decir que es el de la clase social que se niega a perder sus privilegios, pero suyo o ajeno ella decía las palabras y se apropiaba de ellas como las grandes estrellas del espectáculo argentino-
domingo, 3 de junio de 2012
La historia como repetición
Hay una tendencia en el pensamiento a creer que la historia se repite. Aunque la repetición pueda parecer asfixiante, tiene el atractivo de lo mecánico: si esto ocurre, sucederá luego aquello y todo seguirá más o menos igual.
Horacio Gonzalez, en su último libro "La Lengua del Ultraje",cita a Sarmiento: "la Mazorca, con los mismos caracteres, compuesta de los mismos nombres. Ha existido en la edad media en Francia en los tiempos de la guerra entre los partidos de los Armagnar y del duque de Borgoña". Luego dice el propio Horacio: Sarmiento resuelve todo con un ejercicio de sustituciones...Esta sustitución opera por reemplazo de cada punto por otro que mantiene su correspondencia por encima de las distancias de época...De esta forma se hacía fácil poner en juego el recurrente motivo de la "repetición de la historia".
Este mecanismo de la repetición también lo ve Horacio Gonzalez en el Dieciocho Brumario de Karl Marx: "Marx describe la repetición histórica con grandes argucias metafóricas, como producto de un pasado que se transforma en fuerza onírica colectiva, a la manera de una recurrente pesadilla que lleva a la pavorosa ilusión de que es posible relatar los hechos nuevos con los recursos que una epopeya anterior ya ha preparado. Y luego: "El tiempo circular, sin embargo, no atraía a Marx, y si como tragedia le era levemente aceptable, el mundo moderno ya tenía que decidir que la mentalidad colectiva atrapada por la cita del pasado solo podía considerarse una farsa."A este concepto queríamos llegar: la repetición se hace imposible, porque al repetirse un ciclo, ya sin algunos de sus elementos que lo acompañaban, se convierte en una farsa.
Cómo se puede considerarse entonces a la reaparición de estos señores Biolcatti y Bussi y su coro de cacerolas indignadas sino como una farsa. Hay sí un ciclo que se repite: el triunfo de Cristina, esta vez no con el 47 % de los votos sino con 7 puntos más; aumento de los impuestos, desde una cifra irrisoria a una más cercana al equilibrio; 8000 millones de dólares que ese sector no liquida, solo para demostrar que son ellos los que mandan; y una reacción del sector político esta vez algo más racional permitiendo la sanción de la ley que permite el aumento de los impuestos. Es decir: igual, pero no tanto.
También se suma a estos ciclos farsescos lo que podemos llamar el teleteatro del dolar, no disociado, como ya dijimos con la manera que el poder económico le hace sentir su fuerza al poder político cuando este intenta salirse de la linea de sus intereses, pero relacionado también con una cultura del miedo a perderlo todo de un sector importante de nuestra sociedad. No hubo una respuesta adecuada, a mi entender, para desactivar ese miedo entendible de un grupo social que todavía tiene memoria de pasadas catástrofes que truncaron más de una vida. Y es una falta que pronto se deberá cubrir sobretodo tratándose de un gobierno que ha entendido que toda batalla política es también una batalla simbólica.
Horacio Gonzalez, en su último libro "La Lengua del Ultraje",cita a Sarmiento: "la Mazorca, con los mismos caracteres, compuesta de los mismos nombres. Ha existido en la edad media en Francia en los tiempos de la guerra entre los partidos de los Armagnar y del duque de Borgoña". Luego dice el propio Horacio: Sarmiento resuelve todo con un ejercicio de sustituciones...Esta sustitución opera por reemplazo de cada punto por otro que mantiene su correspondencia por encima de las distancias de época...De esta forma se hacía fácil poner en juego el recurrente motivo de la "repetición de la historia".
Este mecanismo de la repetición también lo ve Horacio Gonzalez en el Dieciocho Brumario de Karl Marx: "Marx describe la repetición histórica con grandes argucias metafóricas, como producto de un pasado que se transforma en fuerza onírica colectiva, a la manera de una recurrente pesadilla que lleva a la pavorosa ilusión de que es posible relatar los hechos nuevos con los recursos que una epopeya anterior ya ha preparado. Y luego: "El tiempo circular, sin embargo, no atraía a Marx, y si como tragedia le era levemente aceptable, el mundo moderno ya tenía que decidir que la mentalidad colectiva atrapada por la cita del pasado solo podía considerarse una farsa."A este concepto queríamos llegar: la repetición se hace imposible, porque al repetirse un ciclo, ya sin algunos de sus elementos que lo acompañaban, se convierte en una farsa.
Cómo se puede considerarse entonces a la reaparición de estos señores Biolcatti y Bussi y su coro de cacerolas indignadas sino como una farsa. Hay sí un ciclo que se repite: el triunfo de Cristina, esta vez no con el 47 % de los votos sino con 7 puntos más; aumento de los impuestos, desde una cifra irrisoria a una más cercana al equilibrio; 8000 millones de dólares que ese sector no liquida, solo para demostrar que son ellos los que mandan; y una reacción del sector político esta vez algo más racional permitiendo la sanción de la ley que permite el aumento de los impuestos. Es decir: igual, pero no tanto.
También se suma a estos ciclos farsescos lo que podemos llamar el teleteatro del dolar, no disociado, como ya dijimos con la manera que el poder económico le hace sentir su fuerza al poder político cuando este intenta salirse de la linea de sus intereses, pero relacionado también con una cultura del miedo a perderlo todo de un sector importante de nuestra sociedad. No hubo una respuesta adecuada, a mi entender, para desactivar ese miedo entendible de un grupo social que todavía tiene memoria de pasadas catástrofes que truncaron más de una vida. Y es una falta que pronto se deberá cubrir sobretodo tratándose de un gobierno que ha entendido que toda batalla política es también una batalla simbólica.
sábado, 5 de mayo de 2012
La linea de Página 12
Supongo que existe una continuidad, una linea que va desde la revista Satiricón en los principios de los setenta; la revista Humor de fines de los setenta y comienzo de los ochenta; la revista El Periodista de Buenos Aires; y finalmente el diario Página12. Esa linea es también la linea que cruza nuestras vidas. Es decir, hubo un motivo por el cual elegimos esas lecturas y no otras. Alguien dirá: las elegimos porque eramos jóvenes. Las elegimos porque había una sustancia en esa revistas que era el humor. Un humor desafiante, escandaloso, juvenil, crítico (Satiricón fue censurada por el gobierno de Isabel y Lopez Rega y un número de la revista Humor fue secuestrado por la dictadura). También había caricaturas, las demoledoras tapas de Cascioli cuando ya la censura se escapaba por la ventana- Había columnistas, lo que permitía identificarse con una escritura (otra cosa en común que tenían esos medios era que escribían muy buenos escritores o periodistas que luego se dedicarían a la literatura) y luego sentir, de alguna manera, que se establecía un diálogo con aquel que escribía y que ponía su foto en la parte superior de la nota.
En los primeros años Página te manchaba los dedos. Se podía decir entonces que leíamos el diario con todo el cuerpo y que quedábamos con una mancha en nosotros como consecuencia de la lectura. Dedos manchados para enchastrar al mundo establecido, dedos manchados para reconocerse en la calle con otros que habían tocado la misma lectura. Aún hoy, si veo a alguien en el colectivo leyendo Página me dan ganas de levantarme y saludarlo como a un amigo todavía no conocido.
Página 12 es, en muchos sentidos, la cristalización de esa linea. Varios de los que escriben o escribieron en Página también lo hicieron en los otros medios. Puedo nombrar rápidamente a José Pablo Feinmann, mi escritor preferido.
Jorge Lanata, que fue su primer director y luego difamador, quiere, aún hoy, apoderarse del diario. Busca en sus bolsillos el prestigio perdido y solo encuentra migajas de aquella época: la tapa amarilla o alguna anécdota lateral, porque ya no puede reivincidar las ideas del diario, esas ideas defendidas con valor por Página en el desierto de la década menemista hoy están, para alegría de muchos de nosotros, en el gobierno.
En los primeros años Página te manchaba los dedos. Se podía decir entonces que leíamos el diario con todo el cuerpo y que quedábamos con una mancha en nosotros como consecuencia de la lectura. Dedos manchados para enchastrar al mundo establecido, dedos manchados para reconocerse en la calle con otros que habían tocado la misma lectura. Aún hoy, si veo a alguien en el colectivo leyendo Página me dan ganas de levantarme y saludarlo como a un amigo todavía no conocido.
Página 12 es, en muchos sentidos, la cristalización de esa linea. Varios de los que escriben o escribieron en Página también lo hicieron en los otros medios. Puedo nombrar rápidamente a José Pablo Feinmann, mi escritor preferido.
Jorge Lanata, que fue su primer director y luego difamador, quiere, aún hoy, apoderarse del diario. Busca en sus bolsillos el prestigio perdido y solo encuentra migajas de aquella época: la tapa amarilla o alguna anécdota lateral, porque ya no puede reivincidar las ideas del diario, esas ideas defendidas con valor por Página en el desierto de la década menemista hoy están, para alegría de muchos de nosotros, en el gobierno.
miércoles, 25 de abril de 2012
El discurso de las mercancías
Las mercancías no hablan. Se limitan a permanecer cerca o lejos de nosotros, accesibles o no, visibles e inmóviles, pero siempre mudas.
Es cierto que el discurso publicitario, es decir, los carteles en la calle, los avisos en la televisión o en la radio, bien pueden identificarse como el lenguaje que las mercancías por si misma no emiten.
La repetición es la estrategia más común de ese discurso. Esa repetición, a pesar de su estridencia y de sus colores agresivos, no cansa, se incorpora a nosotros, se naturaliza sin causar el mínimo conflicto.
¿Viste tal propaganda? Las propagandas, según su estrategia, pueden ser chistosas o conmovedoras, cargadas de erotismo o de violencia: hay una propaganda para cada uno de nosotros. Pero, ¿no somos nosotros mismos, nuestra vestimenta, nuestro consumo, nuestro lenguaje, nuestra propia vida en definitiva, una manifestación de las mercancías, una especie de trascendencia de esos objetos que nosotros mismos les prestamos sin que se nos haya pedido?
Hay, podemos concluir, un gobierno de las mercancías. Ellas ocupan todo el espacio, son pura inmanencia, no hay nada fuera de ellas. Como el Dios de la edad media reinan y se hace su voluntad.
Ahora ¿se puede modificar esta realidad? Sí, se puede. A la inmovilidad del mundo de las mercancías le debemos imponer la actividad humana; a la repetición de lo viejo, la creatividad; y al silencio de las mercancías la comunicación entre los hombres
Es cierto que el discurso publicitario, es decir, los carteles en la calle, los avisos en la televisión o en la radio, bien pueden identificarse como el lenguaje que las mercancías por si misma no emiten.
La repetición es la estrategia más común de ese discurso. Esa repetición, a pesar de su estridencia y de sus colores agresivos, no cansa, se incorpora a nosotros, se naturaliza sin causar el mínimo conflicto.
¿Viste tal propaganda? Las propagandas, según su estrategia, pueden ser chistosas o conmovedoras, cargadas de erotismo o de violencia: hay una propaganda para cada uno de nosotros. Pero, ¿no somos nosotros mismos, nuestra vestimenta, nuestro consumo, nuestro lenguaje, nuestra propia vida en definitiva, una manifestación de las mercancías, una especie de trascendencia de esos objetos que nosotros mismos les prestamos sin que se nos haya pedido?
Hay, podemos concluir, un gobierno de las mercancías. Ellas ocupan todo el espacio, son pura inmanencia, no hay nada fuera de ellas. Como el Dios de la edad media reinan y se hace su voluntad.
Ahora ¿se puede modificar esta realidad? Sí, se puede. A la inmovilidad del mundo de las mercancías le debemos imponer la actividad humana; a la repetición de lo viejo, la creatividad; y al silencio de las mercancías la comunicación entre los hombres
sábado, 14 de abril de 2012
Por qué habla Videla
Tan importante es pensar en lo que dice Videla como pensar en por qué lo dice, por qué habla. En principio se trata de una desobediencia, de una ruptura. Dice: hubo siete u ocho mil desaparecidos. Dice: los empresarios y la iglesia estaba de acuerdo. Todos lo sabíamos pero tiene mucho peso simbólico que Videla lo diga.
En el relato procesista Videla era el cadete, el austero, el silencioso, el que leía libros religiosos durante los juicios. Massera era el putañero, el corrupto, el que dirigía la Esma. Pero el peor de sus crímenes era que coqueteaba con el populismo: le mandaba flores a Isabel y dólares a Firmenich. Era tan malo que se convertía en una anomalía, en un exceso.
Ahora Videla habla y la diferencia se derrumba. Videla se desnuda en público y desnuda al sistema. Videla dice: queríamos disciplinar la sociedad para imponer una economía liberal. Mejor síntesis imposible.
La frutilla del postre es la utilización del término disposición final que, según dice Videla, en el vocablo militar significa "sacar de servicio una cosa inservible".
En el relato procesista Videla era el cadete, el austero, el silencioso, el que leía libros religiosos durante los juicios. Massera era el putañero, el corrupto, el que dirigía la Esma. Pero el peor de sus crímenes era que coqueteaba con el populismo: le mandaba flores a Isabel y dólares a Firmenich. Era tan malo que se convertía en una anomalía, en un exceso.
Ahora Videla habla y la diferencia se derrumba. Videla se desnuda en público y desnuda al sistema. Videla dice: queríamos disciplinar la sociedad para imponer una economía liberal. Mejor síntesis imposible.
La frutilla del postre es la utilización del término disposición final que, según dice Videla, en el vocablo militar significa "sacar de servicio una cosa inservible".
lunes, 9 de abril de 2012
Historia de una frase
Todo muerto tiene derecho a su historicidad, más aún si ese muerto ha dejado palabras dichas en el drama de la historia pública. Se sabe: la comprensión del pasado requiere de un cambio en las relaciones de poder y además de un trabajo doloroso y del sacrificio de las distintas generaciones de trabajadores y de las manos que van escribiendo el texto colectivo.
Quiero llegar a una frase dicha por un dirigente radical que quizás algunos recuerden: Juan Carlos Pugliese. Ya era un prohombre de la democracia cuando fue llamado por el entonces presidente Raúl Alfonsín para ocupar el cargo de ministro de economía en los tortuosos días finales de su gobierno. Había ganado status de prócer gracias al relato mítico que se había hecho sobre el gobierno de Illia en los primeros tiempos de la democracia: un humilde médico de Córdoba que había gobernado este país con un grupo de dirigentes honestos y había sido derrocado por un grupo de militares fascistas y dirigentes sindicales cómplices. Ese mito despolitizado nos decía que bastaba con un gobierno honesto para que el país encontrara su rumbo sus habitantes la felicidad. Alfonsín tenía una frase que iba hasta ese punto: con la democracia se cura, se come, y no sé cuántas cosas más. Es decir: no se hablaba de un cambio de sistema, solo se reemplazaba a militares por civiles honestos y abriríamos nuevamente la puerta de las fábricas.
Vayamos finalmente a la frase: Pugliese, ya como ministro de economía, se reunió con representantes del poder económico, en medio de un ya lanzado golpe de mercado y declara al salir de la reunión: les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo.
Hoy podemos caer fácilmente sobre esa frase, no solo porque pasaron más de veinte años desde que fue dicha, sino porque las relaciones de poder son distintas. Pero para dejar atrás esa frase y lo que implica hizo falta el sacrificio de millones de trabajadores que fueron dejados en la calle y que se sumaron como víctimas a los miles que podrían haberlos defendido pero desaparecieron en la oscuridad de la dictadura.
Hay, sin embargo, otro relato, que es el que escribió Rodolfo Walsh en su carta de un escritor a la junta militar. En el unía las muertes de la represión con el sistema económico que el denominó como "miseria planificada". No pudimos leerla cuando fue escrita por la censura y luego por la ceguera más o menos voluntaria de los años ochenta y noventa. Ahora está sobre la mesa. Es lo que se está discutiendo en estos días, aunque pensemos que estamos hablando de otra cosa.
Quiero llegar a una frase dicha por un dirigente radical que quizás algunos recuerden: Juan Carlos Pugliese. Ya era un prohombre de la democracia cuando fue llamado por el entonces presidente Raúl Alfonsín para ocupar el cargo de ministro de economía en los tortuosos días finales de su gobierno. Había ganado status de prócer gracias al relato mítico que se había hecho sobre el gobierno de Illia en los primeros tiempos de la democracia: un humilde médico de Córdoba que había gobernado este país con un grupo de dirigentes honestos y había sido derrocado por un grupo de militares fascistas y dirigentes sindicales cómplices. Ese mito despolitizado nos decía que bastaba con un gobierno honesto para que el país encontrara su rumbo sus habitantes la felicidad. Alfonsín tenía una frase que iba hasta ese punto: con la democracia se cura, se come, y no sé cuántas cosas más. Es decir: no se hablaba de un cambio de sistema, solo se reemplazaba a militares por civiles honestos y abriríamos nuevamente la puerta de las fábricas.
Vayamos finalmente a la frase: Pugliese, ya como ministro de economía, se reunió con representantes del poder económico, en medio de un ya lanzado golpe de mercado y declara al salir de la reunión: les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo.
Hoy podemos caer fácilmente sobre esa frase, no solo porque pasaron más de veinte años desde que fue dicha, sino porque las relaciones de poder son distintas. Pero para dejar atrás esa frase y lo que implica hizo falta el sacrificio de millones de trabajadores que fueron dejados en la calle y que se sumaron como víctimas a los miles que podrían haberlos defendido pero desaparecieron en la oscuridad de la dictadura.
Hay, sin embargo, otro relato, que es el que escribió Rodolfo Walsh en su carta de un escritor a la junta militar. En el unía las muertes de la represión con el sistema económico que el denominó como "miseria planificada". No pudimos leerla cuando fue escrita por la censura y luego por la ceguera más o menos voluntaria de los años ochenta y noventa. Ahora está sobre la mesa. Es lo que se está discutiendo en estos días, aunque pensemos que estamos hablando de otra cosa.
sábado, 10 de marzo de 2012
El ruido que está en el aire
Si no está Tinelli bueno es Marley. Todavía sé distinguirlos, aunque es evidente que están emparentados.
Me llegan desde la casa de los vecinos. Desde las distintas casas, porque entro al edificio y desde los distintos departamentos de la planta baja se oye en general lo mismo: una estridencia, un ruido sólido y amenazador que apenas logro apagar cuando entro en mi departamento y pongo mí música. Con algo de culpa porque esas obras no fueron compuestas para esa lucha titánica de sonidos, o tal vez si, no sé. La estridencia televisiva, en todo caso, es una forma del silencio, de aplastar todas las diferencias, de imponerse con prepotencia.
Esa unanimidad de los vecinos me hace preguntarme si yo también debería ver esos programas. Si quiero hablar del poder, sin duda, tendría que conocerlos. Ya lo dijo el maestro Feinmann, los culos de Tinelli son ideología pura. Pobres culos, tan lindos ellos.
Sin embargo sé que la cuota del cable es de 170 pesos. ¿No es demasiado? Si los seguidores de este blog (son seis, pero pronto serán millones) quieren leer mis brillantes análisis acerca de estos señores, deberán mandarme un giro. Ah, no se olviden de agregar algodón para taparme los oídos. Continuará
Me llegan desde la casa de los vecinos. Desde las distintas casas, porque entro al edificio y desde los distintos departamentos de la planta baja se oye en general lo mismo: una estridencia, un ruido sólido y amenazador que apenas logro apagar cuando entro en mi departamento y pongo mí música. Con algo de culpa porque esas obras no fueron compuestas para esa lucha titánica de sonidos, o tal vez si, no sé. La estridencia televisiva, en todo caso, es una forma del silencio, de aplastar todas las diferencias, de imponerse con prepotencia.
Esa unanimidad de los vecinos me hace preguntarme si yo también debería ver esos programas. Si quiero hablar del poder, sin duda, tendría que conocerlos. Ya lo dijo el maestro Feinmann, los culos de Tinelli son ideología pura. Pobres culos, tan lindos ellos.
Sin embargo sé que la cuota del cable es de 170 pesos. ¿No es demasiado? Si los seguidores de este blog (son seis, pero pronto serán millones) quieren leer mis brillantes análisis acerca de estos señores, deberán mandarme un giro. Ah, no se olviden de agregar algodón para taparme los oídos. Continuará
jueves, 8 de marzo de 2012
No somos ciegos
Hablábamos de un lenguaje que en Internet pasa de la oralidad a la escritura, y de los cambios de sentido que ese traspaso podía provocar. El insulto proferido en un bar, con su propósito canchero y prepotente, se prolongaba en el tiempo y se hacía más grave, en la medida que quedaba a disposición de los que lo quisieran leer en la red.
Hay otro lenguaje, sin embargo, que quiere pasar del peso de lo escrito a la liviandad de lo oral. Los escritores profesionales, periodistas, lobbistas o como quiera que se llamen quieren que sus escritos adquieran la labilidad o la liquidez, para usar un término de moda, del registro oral. Quieren que a sus escritos se los lleve el viento. Les basta con que queden en "la tapa" del diario de ese día y que provoquen el efecto de desgaste de la voz pública buscado, para dar paso a otra nota que podrá ser propia o de otro colega. En tiempos en los que se proclama, entre otras muertes, la muerte del autor, saben que forman parte de una escritura colectiva, de un discurso que hoy puede estar en la tapa de un diario, minutos después en algún posteo de Internet, luego en un tweet y finalmente naturalizado en la boca de cada uno de nosotros. Algo así como una combinación de golpes del mejor Alí contra un boxeador ciego.
Claro que nosotros de ciegos no tenemos nada. Continuará...
Hay otro lenguaje, sin embargo, que quiere pasar del peso de lo escrito a la liviandad de lo oral. Los escritores profesionales, periodistas, lobbistas o como quiera que se llamen quieren que sus escritos adquieran la labilidad o la liquidez, para usar un término de moda, del registro oral. Quieren que a sus escritos se los lleve el viento. Les basta con que queden en "la tapa" del diario de ese día y que provoquen el efecto de desgaste de la voz pública buscado, para dar paso a otra nota que podrá ser propia o de otro colega. En tiempos en los que se proclama, entre otras muertes, la muerte del autor, saben que forman parte de una escritura colectiva, de un discurso que hoy puede estar en la tapa de un diario, minutos después en algún posteo de Internet, luego en un tweet y finalmente naturalizado en la boca de cada uno de nosotros. Algo así como una combinación de golpes del mejor Alí contra un boxeador ciego.
Claro que nosotros de ciegos no tenemos nada. Continuará...
lunes, 5 de marzo de 2012
Odio en internet
Qué sentido tienen las manifestaciones de odio que se pueden leer en Internet. O debería decir que uno se ve forzado a leer, porque se choca con ellas en ámbitos amables en los que se espera intercambiar infinitas banalidades y no insultos.
Qué sentido tienen, qué nos quieren decir aquellos que la escriben. ¿Se trata de viejas voces fantasmales de un Antiperonismo arcaico que dejó para la historia expresiones como aluvión zoológico o como viva el cáncer, o se trata de algo nuevo?.
Lo nuevo, me animo a decir, es la posibilidad de publicar ideas, para aquellos que en otra época no la hubieran tenido. Lo que antes era dicho en el minúsculo y anónimo espacio de una mesa de café y era escuchado por un par de amigos, queda ahora disponible para un número impensado de personas. Pero cuidado, aquel que ahora escribe, esta condenado a ser identificado por su escritura, lo que dice se solidifica y continúa siendo dicho en el tiempo. Somos, aquellos que escribimos, a partir del momento que publicamos aquello que hemos escrito en nuestro precario estilo literario. Y si lo que hemos escrito con descuido, son frases de odio, seremos ese odio, y nuestras palabras quedaran sonando en la incómoda cabeza del incauto que las leyó.
De todas maneras, esas frases brutales están en el viento, esperando ser dichas por cualquiera, inclusive por Videla. Algunos que la dicen, incluso un genocida, suponen que encontrarán alguna respuesta favorable, sino no la dirían.
Esas voces, repito, no eran publicadas, tampoco la mía. Es de esperar un esfuerzo del espíritu para lograr un registro del lenguaje alejado del odio que haga posible el diálogo
Qué sentido tienen, qué nos quieren decir aquellos que la escriben. ¿Se trata de viejas voces fantasmales de un Antiperonismo arcaico que dejó para la historia expresiones como aluvión zoológico o como viva el cáncer, o se trata de algo nuevo?.
Lo nuevo, me animo a decir, es la posibilidad de publicar ideas, para aquellos que en otra época no la hubieran tenido. Lo que antes era dicho en el minúsculo y anónimo espacio de una mesa de café y era escuchado por un par de amigos, queda ahora disponible para un número impensado de personas. Pero cuidado, aquel que ahora escribe, esta condenado a ser identificado por su escritura, lo que dice se solidifica y continúa siendo dicho en el tiempo. Somos, aquellos que escribimos, a partir del momento que publicamos aquello que hemos escrito en nuestro precario estilo literario. Y si lo que hemos escrito con descuido, son frases de odio, seremos ese odio, y nuestras palabras quedaran sonando en la incómoda cabeza del incauto que las leyó.
De todas maneras, esas frases brutales están en el viento, esperando ser dichas por cualquiera, inclusive por Videla. Algunos que la dicen, incluso un genocida, suponen que encontrarán alguna respuesta favorable, sino no la dirían.
Esas voces, repito, no eran publicadas, tampoco la mía. Es de esperar un esfuerzo del espíritu para lograr un registro del lenguaje alejado del odio que haga posible el diálogo
miércoles, 22 de febrero de 2012
Malvinas y los cadáveres
¿Existe la realidad o lo que vivimos es una serie de representaciones de lo real? El poder es lo real, bobo, me diría alguien con razón. Pero cuál es el rostro del poder. Qué ser de carne y hueso recibe el mensaje y el libreto que hay que representar. Será el primer ministro inglés David Cameron. Creo que no. Más bien parece un ser abrumado que no sabe muy bien donde está. Europa es el Titanic, un barco lujoso que sin embargo no puede mantenerse a flote. Ese desafortunado señor, David Cameron, un pésimo actor, denunció a la Argentina como potencia imperialista. Si esa es la representación de la realidad que el poder quiere imponer me parece bastante berreta. Andan flojos de guionistas los muchachos. Desde la periferia, sus seguidores, acaso nostálgicos de una antiguedad ideológica casi olvidada le hacen el aguante. No parece suficiente.
(Mientras escribía el artículo sobre Malvinas sucedió la tragedia de once)
Este artículo debe quedar inacabado. Así como la muerte interrumpe la vida, lo real vuelve a ser una pila de cadáveres, así como lo fue en Malvinas, y podemos pensar que aquellos muertos y estos se unen. Son nuestros muertos, trabajadores esforzados, vidas humildes, gente con alguna esperanza que ahora se truncó.
Ya los miserables están haciendo su trabajo. Hacen cuentas políticas y abren sus bolsillo con la esperanza de que alguna moneda les quede. La muerte debe ser banalizada, debe ser convertida en un espectáculo: solo así podrá repetirse una y otra vez
(Mientras escribía el artículo sobre Malvinas sucedió la tragedia de once)
Este artículo debe quedar inacabado. Así como la muerte interrumpe la vida, lo real vuelve a ser una pila de cadáveres, así como lo fue en Malvinas, y podemos pensar que aquellos muertos y estos se unen. Son nuestros muertos, trabajadores esforzados, vidas humildes, gente con alguna esperanza que ahora se truncó.
Ya los miserables están haciendo su trabajo. Hacen cuentas políticas y abren sus bolsillo con la esperanza de que alguna moneda les quede. La muerte debe ser banalizada, debe ser convertida en un espectáculo: solo así podrá repetirse una y otra vez
jueves, 2 de febrero de 2012
Homenaje al Flaco Spinetta
¿Hubo una cultura de la dictadura? La pregunta parece llevar en sí la respuesta pero no es así, ni siquiera estamos seguros de querer responderla. Podemos agregar otra aún más incómoda: ¿ qué queda de esa cultura en el presente?
Como respuesta podemos nombrar, con facilidad, nombres propios de conductores televisivos; de cantantes devenidos directores de cine o algo parecido; de señoras con modales refinados; de facultades privadas de donde salieron los cuadros del proceso; e incluso de un medio de comunicación que hoy es cuestionado por el estado. Pero no. La lista siempre va a ser incompleta y nos va a dejar insatisfechos o va a repetir algo ya dicho, probablemente mejor escrito y documentado, por algún escritor profesional. Prefiero contar una historia personal. Vino a mi memoria en estos días (¿vienen los hechos hasta una memoria inmóvil o son traídos por alguien y en ese caso por quién?) un recital que se realizó creo que en el año 1977 (el error, lo inexacto, la recreación y sobretodo el olvido son tintas que usa la memoria) en el club Hípico de Palermo. Fui a ese recital con mi hermana. Tocaban otros músicos (Lito Nebbia era uno de ellos) pero fuimos especialmente para ver a Spinetta. ¿Por qué? La dictadura estaba en plena tarea. El silencio parecía cubrirlo todo. Fuimos porque sentíamos que íbamos a encontrar la diferencia (leímos hace poco, en un libro de José Pablo Feinmann, que el ser es la diferencia. Que todo en su ser se refiere a otro con el cual se diferencia). Es decir, la palabra poética, viajando, traída para nosotros por la voz de ese músico que esa noche iba a tocar para nosotros.
Era nuestro secreto, no importaba si ese secreto era compartido por cientos de pelilargos. El vacío, lo no dicho, lo secreto, era la diferencia, todo lo demás era la estridencia enceguecedora de la dictadura.
Ese hombre, ese flaco de voz aguda, no nos defraudó: dijo la palabra poética, esa que "no se entiende", que no puede ser incluida en una publicidad o en un comunicado. Cantó esas palabras que están más familiarizada con los gemidos de alguien que ha perdido la razón (Starosta) o con los susurros que usan los amantes (quién se preocupa por el significado de esas palabras dichas al oido).
Hoy los diarios amarillos dicen que esta enfermo. No sé. Lo que supe definitivamente, luego de aquel recital, es donde está la diferencia. No en un cuerpo débil que resiste sino en la palabra poética que se dice, a veces heroicamente, como aquella, ya lejana, noche de 1977.
Como respuesta podemos nombrar, con facilidad, nombres propios de conductores televisivos; de cantantes devenidos directores de cine o algo parecido; de señoras con modales refinados; de facultades privadas de donde salieron los cuadros del proceso; e incluso de un medio de comunicación que hoy es cuestionado por el estado. Pero no. La lista siempre va a ser incompleta y nos va a dejar insatisfechos o va a repetir algo ya dicho, probablemente mejor escrito y documentado, por algún escritor profesional. Prefiero contar una historia personal. Vino a mi memoria en estos días (¿vienen los hechos hasta una memoria inmóvil o son traídos por alguien y en ese caso por quién?) un recital que se realizó creo que en el año 1977 (el error, lo inexacto, la recreación y sobretodo el olvido son tintas que usa la memoria) en el club Hípico de Palermo. Fui a ese recital con mi hermana. Tocaban otros músicos (Lito Nebbia era uno de ellos) pero fuimos especialmente para ver a Spinetta. ¿Por qué? La dictadura estaba en plena tarea. El silencio parecía cubrirlo todo. Fuimos porque sentíamos que íbamos a encontrar la diferencia (leímos hace poco, en un libro de José Pablo Feinmann, que el ser es la diferencia. Que todo en su ser se refiere a otro con el cual se diferencia). Es decir, la palabra poética, viajando, traída para nosotros por la voz de ese músico que esa noche iba a tocar para nosotros.
Era nuestro secreto, no importaba si ese secreto era compartido por cientos de pelilargos. El vacío, lo no dicho, lo secreto, era la diferencia, todo lo demás era la estridencia enceguecedora de la dictadura.
Ese hombre, ese flaco de voz aguda, no nos defraudó: dijo la palabra poética, esa que "no se entiende", que no puede ser incluida en una publicidad o en un comunicado. Cantó esas palabras que están más familiarizada con los gemidos de alguien que ha perdido la razón (Starosta) o con los susurros que usan los amantes (quién se preocupa por el significado de esas palabras dichas al oido).
Hoy los diarios amarillos dicen que esta enfermo. No sé. Lo que supe definitivamente, luego de aquel recital, es donde está la diferencia. No en un cuerpo débil que resiste sino en la palabra poética que se dice, a veces heroicamente, como aquella, ya lejana, noche de 1977.
jueves, 26 de enero de 2012
Una teoría de la rebelión
En estos tiempos arduos en los que Europa, como un Fernando séptimo cautivo no ya de Napoleón sino de los mercados financieros, ya no puede entregarnos sus exquisitos planes para vivir, recorre la periferia el fantasma de la rebelión.
No parece una revolución producida por un mecanismo inmanente de la historia, tampoco por el desarrollo de un proletariado industrial que hoy, hasta en los países centrales parece estar dando los últimos estertores. La rebelión parece estar dándose mediante la vieja fórmula del populismo.
Esa herramienta imperfecta está hecha con alambres del arado, con útiles escolares, con computadoras de oficina. Es decir, lo que llamaremos sujeto-pueblo son los campesinos, empleados, pequeños comerciantes e incluso algún empresario fundido. Peronismo gritaran horrorizados algunos, Kirchnerismo, se atreverán a ironizar otros. El Alberdi póstumo podría decir, caudillos, democracia imperfecta, la voluntad de la multitud popular, la elección del pueblo, democracia mal organizada y por ello mejor que la democracia inteligente para una minoría porteña europeizada.
Sujeto-pueblo y la herramienta oxidada del estado social, los restos que olvidaron los depredadores, los escorpiones de la historia.
Esta nota continuará, porque la historia continuará, como las antiguas series en blanco y negro que veíamos de chicos. Habrá que seguir narrando el laborioso caminar de ese sujeto-pueblo, contrahecho, feo, despreciado por los queridos amigos que agitarán frente a él, su vetusto izquierdómetro, o aquellos menos queridos que usarán el peronómetro que compraron en alguna tienda de la triple frontera.
Yo, aunque ellos seguramente no se enterarán, les dedico estas lineas.
No parece una revolución producida por un mecanismo inmanente de la historia, tampoco por el desarrollo de un proletariado industrial que hoy, hasta en los países centrales parece estar dando los últimos estertores. La rebelión parece estar dándose mediante la vieja fórmula del populismo.
Esa herramienta imperfecta está hecha con alambres del arado, con útiles escolares, con computadoras de oficina. Es decir, lo que llamaremos sujeto-pueblo son los campesinos, empleados, pequeños comerciantes e incluso algún empresario fundido. Peronismo gritaran horrorizados algunos, Kirchnerismo, se atreverán a ironizar otros. El Alberdi póstumo podría decir, caudillos, democracia imperfecta, la voluntad de la multitud popular, la elección del pueblo, democracia mal organizada y por ello mejor que la democracia inteligente para una minoría porteña europeizada.
Sujeto-pueblo y la herramienta oxidada del estado social, los restos que olvidaron los depredadores, los escorpiones de la historia.
Esta nota continuará, porque la historia continuará, como las antiguas series en blanco y negro que veíamos de chicos. Habrá que seguir narrando el laborioso caminar de ese sujeto-pueblo, contrahecho, feo, despreciado por los queridos amigos que agitarán frente a él, su vetusto izquierdómetro, o aquellos menos queridos que usarán el peronómetro que compraron en alguna tienda de la triple frontera.
Yo, aunque ellos seguramente no se enterarán, les dedico estas lineas.
viernes, 13 de enero de 2012
El balance de un año
Se sabe: el tiempo, hoy, es rapidez. Nos preguntamos, abrumados ante los hechos que se atropellan vertiginosamente, què es significativo, y entonces viene a nosotros la idea de antiguas militancias, aquellas que creìan que la lucha era lo que daba sentido a una vida. Por eso concluimos que el 2011 fue un año que transcurriò de un octubre a otro.
Aquel dìa de 2010 en el que se realizò el censo aparecìa como un dìa aburrido, en el que discurrirìamos, como en cualquier domingo, adormecidos en la espera de un representante del estado que nos interrogarìa sobre los datos mìnimos de nuestra identidad.
Yo despertè solo. Mi novia que trabaja de docente, estaba trabajando en el censo. Sonò el celular. Creo recordar que eran las nueve de la mañana. Vì en la pantalla el nombre de mi hermana y luego su voz urgente que me pedìa que fuera a la casa de nuestro padre. Decìa que estaba muy mal: habìa muerto Nestor Kirchner. Como suele suceder en esos dìas que luego llamamos històricos, no se me ocurriò ninguna reflexiòn trascendente, solo la dicotomìa de que si era conveniente tomar un taxi o un colectivo, si en verdad era urgente la necesidad de que fuera a la casa de mi padre, què hacer con el censista que llegarìa a mi casa y no me encontrarìa.
Simplemente salì. La calle estaba desierta. El azar habìa preparado el clima fùnebre. Pude conseguir un colectivo relativamente ràpido.
Mi padre lloraba. Pensè que habìa aparecido en su memoria de viejo peronista otros dìas aciagos, otras derrotas inesperadas traìdas de la mano de la muerte. Sin embargo lo que vino despuès de aquel dìa no fue una derrota, sino una especie de continuidad de aquella sorprendente movilizaciòn del bicentenario que habìa provocado la ruptura de la trabajosa costrucciòn mediàtica: una fiesta de cientos de miles, en un paìs supuestamente asfixiado por el delito. Esta vez, el motivo no fue festivo pero se viò el mismo vigor militante y ademàs protagonizado por gente joven, antiguos desencantados, nacidos en los años de la democracia. Inicio de un año y tambièn culminaciòn de un trabajo militante que habìa liderado aquel que era despedido por el pueblo: Nèstor Kirchner, donde se remontò una derrota ya decretada.
Ese acontecimiento de gente en la calle, y la posterior ofensiva de medidas populares fue definitiva para derrotar a la oposiciòn. Luego solo hubo que caminarar hasta la fecha de las elecciones presidenciales que determinaron la finalizaciòn de un año intenso.
Aquel dìa de 2010 en el que se realizò el censo aparecìa como un dìa aburrido, en el que discurrirìamos, como en cualquier domingo, adormecidos en la espera de un representante del estado que nos interrogarìa sobre los datos mìnimos de nuestra identidad.
Yo despertè solo. Mi novia que trabaja de docente, estaba trabajando en el censo. Sonò el celular. Creo recordar que eran las nueve de la mañana. Vì en la pantalla el nombre de mi hermana y luego su voz urgente que me pedìa que fuera a la casa de nuestro padre. Decìa que estaba muy mal: habìa muerto Nestor Kirchner. Como suele suceder en esos dìas que luego llamamos històricos, no se me ocurriò ninguna reflexiòn trascendente, solo la dicotomìa de que si era conveniente tomar un taxi o un colectivo, si en verdad era urgente la necesidad de que fuera a la casa de mi padre, què hacer con el censista que llegarìa a mi casa y no me encontrarìa.
Simplemente salì. La calle estaba desierta. El azar habìa preparado el clima fùnebre. Pude conseguir un colectivo relativamente ràpido.
Mi padre lloraba. Pensè que habìa aparecido en su memoria de viejo peronista otros dìas aciagos, otras derrotas inesperadas traìdas de la mano de la muerte. Sin embargo lo que vino despuès de aquel dìa no fue una derrota, sino una especie de continuidad de aquella sorprendente movilizaciòn del bicentenario que habìa provocado la ruptura de la trabajosa costrucciòn mediàtica: una fiesta de cientos de miles, en un paìs supuestamente asfixiado por el delito. Esta vez, el motivo no fue festivo pero se viò el mismo vigor militante y ademàs protagonizado por gente joven, antiguos desencantados, nacidos en los años de la democracia. Inicio de un año y tambièn culminaciòn de un trabajo militante que habìa liderado aquel que era despedido por el pueblo: Nèstor Kirchner, donde se remontò una derrota ya decretada.
Ese acontecimiento de gente en la calle, y la posterior ofensiva de medidas populares fue definitiva para derrotar a la oposiciòn. Luego solo hubo que caminarar hasta la fecha de las elecciones presidenciales que determinaron la finalizaciòn de un año intenso.
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