miércoles, 16 de diciembre de 2015

Los ricos no piden permiso (la autoridad del presidente)

     La autoridad del nuevo presidente es externa a él. No se puede encontrar en su propia trayectoria fortalezas que generen respeto y autoridad. Su triunfo en las elecciones no parece ser suficiente. Sucede que el que ganó fue un producto genial del marketing, una construcción de la publicidad y de la complicidad de los medios. Podríamos decir, si nos quedara algo de ganas para hacer chistes que el triunfo de Macri no ha tenido lugar, cita de Baudrillard y su libro sobre la guerra del golfo como un simulacro.
     Y como no encuentra autoridad en él busca producir gestos espectaculares que tengan como consecuencia la emergencia de lo inexistente. La teatralidad fallida de su asunción fue en ese sentido. Lo acompañaron en esa trama los titulares de los medios hegemónicos en los que se relataba el episodio como una disputa en la que el nuevo presidente imponía su autoridad sobre la de Cristina. Pero el relato no resultó creíble y por lo tanto no fue efectivo
     Aquí llegamos a un punto importante. La debilidad del nuevo presidente esta directamente relacionada con la fortaleza de una líder única (este adjetivo no es caprichoso, baste nombrar la conmovedora despedida que le dió el pueblo cuando terminó su gobierno) por eso necesita una prótesis de autoridad.
     ¿Será el episodio lamentable de la designación de jueces de la corte por decreto un nuevo intento fallido de constuir esa autoridad? Nosotros deberíamos poner fin a esta serie desatinada de intentos que parecen no tener ningún límite ético

lunes, 7 de diciembre de 2015

La restauración

     ¿Es posible una restauración? ¿Es posible que las cosas vuelvan a su origen, tal cual fueron, luego de que fueron vividas? No puedo responder a esas preguntas, pero de lo que estoy seguro es de que hay muchos, quizás yo mismo, que deseamos que de alguna u otra forma esa posibilidad sea cierta.
     ¿No fue el kirchnerismo una restauración de la memoria de los setenta y también la de los aún más viejos, la generación de mi padre que estuvo en la Plaza de Mayo en aquel octubre siempre cercano?
     Se restauró entonces una memoria, es decir una interpretación, un relato como les gusta decir a muchos patrones de la palabra creyendo desvalorizar las que usan los demás.
     Sobrevive una nostalgia, que no es precisamente tristeza sino testimonio de que en verdad valió la pena vivir, ese hecho que el pueblo atesora en la lujosa memoria del arte o la más humilde de las mesas de cafe. Así se guardo la memoria del peronismo en épocas del decreto 4161, que es útil recordarlo una vez más, fue el decreto que criminalizaba la mención de la palabra Perón.
     La restauración de esa memoria de esos días luminosos y también la de los de derrota y tragedia  tuvo como propósito cargarlos de sentido y permitirles que sigan produciendo consecuencias materiales beneficiosas para el pueblo, la recuperación de  millones de puestos de trabajo y también la dignidad de tres millones de trabajadores mayores que no había podido jubilarse como consecuencia de la tragedia neoliberal entre otras medidas como los planes sociales que distribuyeron el ingreso como no se hacía desde el primer peronismo.
     Qué memoria querrán restaurar el grupo político conservador triunfante. Espero que no sea el de la violencia. No creo tampoco que puedan. Esa memoria ha sido abundantemente interpretada e intervenida. Los asesinos han sido juzgados y encarcelados. Los grupos económicos integrantes de aquella dictadura y sus aliados internacionales siguen vivitos y coleando. Son gente de temer. Sus ceos ocupan los ministerios. Pero van a tener que negociar con el pueblo organizado y liderado por Cristina, cosa a la que no están acostumbrados. El cincuenta y un por ciento de los argentinos han confundido el país con una empresa. Veremos que pasa cuando termine la fiesta y se desinflen los globitos amarillos

martes, 24 de noviembre de 2015

El país gobernado por sus dueños

     La historia de la derecha en la Argentina parece interrumpirse en 1930, fecha del primer golpe de estado. Luego de esa fecha, esa narración, entendida como verdad y como tal enseñada en los colegios, se hace discontinua, confusa, silenciosas.
     En los fastos del primer centenario, que también fueron, vale decir, los festejos de la victoria de la clase oligárquica, en la larga guerra civil del siglo diecinueve, que dieron como resultado la apropiación de tierra vía ley de enfiteusis y exterminio de los indios, la república conservadora le mostró al mundo el país que finalmente habían construido, tan parecido a Europa. País o ciudad no pareció importar demasiado.
     Ese intento fallido de totalizar fue la cima del relato conservador y también el comienzo de su declinación. Los festejos se hicieron bajo estado de sitio, había aparecido ya un sujeto, el anarquismo revolucionario, que había venido a arruinar la fiesta oligárquica. Los europeos que venían a traernos la civilización, según había sido el sueño de la generación del 37, como una especie de inmanencia, trajo en vez la ruptura revolucionaria.
     Lugones, pluma trágica de la república liberal, decidió sacar el gaucho de uno de sus cajones, puso el relato de la derrota de Martín Fierro como libro nacional. No al Facundo, como habría deseado Borges, porque tal vez intuía que la historia del Tigre de los LLanos, tal como lo dijo el maestro Feinmann, es el más brillante narración de la rebeldía de los caudillos.
     La aparición del peronismo puso por primera vez la lucha de clases en el primer plano de las relaciones políticas y culturales de la Argentina. Tal vez porque la lucha del pueblo no se produce en el laboratorio de las ciencias sociales, como lo plantea la izquierda platónica, sino en el barro de la historia, del que surgieron los cabecitas negras, gente de malos modales, que violentaron la gloriosa fuente de la plaza de Mayo, poniendo las patas en ella para refrescarse luego de haber caminado kilómetros para liberar a su lider. Esos trabajadores pudieron mandar a sus hijos a estudiar. Esos jóvenes leyeron a Marx y lo articularon con las luchas de la periferia, tal vez porque como sus padres no sabían comportarse y violentaron esos clásicos europeos y lo leyeron como les dió la gana.
     El régimen reaccionó, como dolorosamente sabemos, con una violencia que superó un límite que la humanidad no pudo soportar.
     En los festejos del segundo centenario, no hubo estado de sitio. Cientos de miles de personas festejaron en la calle. La presidenta que los acompañaba era una mujer peronista. Impecable premio de la historia. El pueblo fue el que narró la historia, esta vez con su propia voz.
     Podemos dar un salto hasta la actualidad, es decir el siglo XXI, Mauricio Macri se apresta a asumir la presidencia del país. Producto auténtico de los nichos del poder real, es decir, los negocios sucios con el estado, el marketing publicitario y la protección de las empresas periodística que son sus socios. Ya no necesita la mediación de los traidores que nunca faltaron en los partidos populares. Eso es nuevo. El patrón se pone él mismo el traje presidencial.
     Por suerte el futuro todavía es una página en blanco.  
   

martes, 27 de octubre de 2015

Militantes de guante blanco

     Hay cierta comodidad en la derrota, cierta degustación del cinismo, una burla canalla de la pasión de los que se apasionan. Porque son fríos, se destacan en el lugar que ocupan porque lo tienen todo calculado. Gente vestida siempre de blanco, que comen con los guantes puestos y caminan por la calle con máscaras estilo Michael Jackson.
     Basta de épica dijo por radio Martín Granovsky, pretigioso periodista de página 12, en radio nacional. Elogios apenas velados a la gestión Pro, de parte de Natanson que también escribió en página y que ahora escribe en el Dipló. Todo en mi adorado programa gente de a pie. ¡Socorro!
     Se explica el odio a 678 en el ámbito de los periodistas del círculo rojo.
     Podría pasar lo mismo con compañeros recepcionistas de cualquier relato de fin de sueños.
     Tal vez sea una de las funciones que sí podemos agradecer a la derrota: desnmascara a los que se subieron al tren de Nestor porque los dejaba cerca (se acuerdan del glorioso tren contra el Alca) y que ahora se preparan a trasbordar al andén privatizado de Mauricio para ser la izquierda de la derecha

lunes, 26 de octubre de 2015

Los votos de Massa

     Alguien que escribe, que se arriesga a escribir en el vértigo de lo real, es alguien que necesita ponerle nombre a lo que todavía no lo tiene.
     Se escribe para entender no porque se tenga una verdad a priori.
     Podemos obviar la narración de lo ocurrido y de la incómodas sensaciones que le producen esos hechos compartidos al yo que escribe.
     Buscamos un por qué y a eso vamos a dedicarnos. No se podrá evitar, sin embargo las definiciones tajantes que trae siempre el enojo y la frustración.
     Muchos sintieron la candidatura de Scioli como una derrota. No poder ponerle un candidato medianamente competitivo enfrente fue el comienzo de la derrota. Que la fortaleza del liderazgo de Cristina tenga que alimentarse a si mismo y que no pueda derramarse en una organización es una limitación, para no repetir por tercera vez la palabra derrota, del proyecto.
     Scioli era visto con razón como un candidato de la derecha o por lo menos proveniente de la experiencia menemista. Pero no había sido justamente Scioli quien había aportado los votos ajenos al kirchnerismo puro que habían permitido el 47% del 2007 y el 54% del 2011.
     Creo que de ahí puede provenir una de las causas del resultado del domingo. Así como en el 2009 con De Narvaez o en 2013 con Massa, Scioli no puedo retener para el frente el voto no kirchnerista.
     Lejos de dividir el voto opositor, como creía incluso el círculo rojo que le pidió unirse con Macri, Massa le quitó al frente los votos que le permitieron gozar de sus mejores victorias.
     Qué puede pasar en la segunda vuelta con esos votos es dificil saberlo. Creo que para captarlos hay que insistir en quitarle a Macri su cobertura mediática. Lo otro sería copiar las lamentables medidas que proponía Massa y creo que eso nunca hay que hacerlo. Aunque el precio sea la derrota.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Las fuerzas armadas en los barrios más humildes

     Según se dice en un spot publicitario, Massa ha declarado la guerra al narcotráfico. El candidato parece haber descubierto, supongo que como resultado de la observación de lo filmado por las cámaras de seguridad, que ese es el problema fundamental que tiene el país.
     Propone modificar la ley de seguridad que prohíbe la intervención de las fuerzas armadas en la seguridad interna. Los militares, dice, deben bloquear las fronteras pero sobretodo entrar en los barrios más humildes, que según su observación, es donde los narcos infectan a los más pobres. Es curioso la utilización de ese término para referirse a una problemática que tiene su fundamento en las relaciones sociales más que en las biológicas. De cualquier manera el ejército, la aviación y la marina deben ingresar en los barrios pobres no se sabe si como en el desembarco en Normandía o como grupo de tareas derribando puertas y destruyendo humanidades.
     La experiencia, en países vecinos, de la intervención militar en el problema del narcotráfico no trajo soluciones duraderas. El ejemplo de Colombia y Méjico son bien conocidos. La experiencia Argentina de la intervención de las fuerzas armadas en problemas internos no es necesario narrarla, todavía sigue estremeciendo la memoria de nuestro país.
     No sé cual es la intención de Massa. Su suegro, el Pato Galmarini, había propuesto restituir el cuadro de Videla. Su trayectoria empieza en la Ucede. Pero esos datos biográficos no alcanzan a explicar su irresponsabilidad.
     Habíamos dicho que el fantasma que recorre la política argentina es el odio de clase. Ese es el nudo del llamado antiperonismo categoría política que nunca estuvo suficientemente expuesta al análisis. El odio que en manos de la burguesía significa como muy bien lo dijo el otro candidato Mauricio Macri, que cada uno gane lo menos posible por lo que hace.
     El pobre entonces, infectado ahora por el narcotráfico como antes lo estuvo de las ideas de emancipación, es el objetivo, nunca dejó de serlo, de la punición oligárquica
 

sábado, 26 de septiembre de 2015

La máscara de Fernando Niembro

     Diríamos que la duplicidad es, de alguna manera, fundante de nuestra nacionalidad. Aprendimos en la escuela que los revolucionarios de mayo juraron lealtad a Fernando VII, entonces cautivo de Napoleón, para desligarse a la vez de la corona española y de su reemplazante José I Bonaparte, impuesto a las fuerzas de España por los invasores franceses y para postergar una declaración de independencia a la que entonces no se sentían fuertes o convencidos de encarar, a eso se le llamó la máscara de Fernando VII.
     El caso de Fernando que es Niembro y no Borbón parece guardar bastante distancia con el ejemplo que dimos, tal vez la misma que hay entre tragedia y comedia, pero, sin embargo, guarda la similitud de que se trata de una acción política cuyo propósito es esconder su verdadera intencionalidad. O mejor, intenta salvar la duplicidad que puesta a la luz derrumbaría algo más que un candidato a diputado.
     La máscara, en este caso, no es la de Fernando sino la de Mauricio, curiosa pirueta por la cual un personaje que inicia su biografía pública formando parte de la tristemente célebre, patria contratista durante la dictadura, que luego continúa con la escandaloso contrato de la basura aprobado durante la gestión Grosso, que sigue con las cloacas de Morón, la condena por contrabando condonada por la corte menemista, el procesamiento por las escuchas,que ese persoje. Macri claro, lidere un frente anticorrupción acompañado por los impolutos integrante del partido otrora llamado Radical parecía imposible hace algunos año, mientras vivía Raúl Alfonsín por lo menos.
     Pero será porque el vuelo del pibe no parece el esperado por el círculo rojo o porque desobedeció la orden de aliarse con Massa, el caso es que le soltaron la mano en el caso Niembro, o tal vez se trate solo de un reto, un disciplinamiento, algo así como portate bien sino sabés lo que te puede pasar, hoy cae Niembro tal vez mañana caés vos
     La verdadera máscara quedó a salvo, los cacerolos pueden seguir hablando de corrupción, discurso que esconde, que enmascara, sus verdaderos sentimientos, que son el odio de clase hacia los excluidos incorporados en estos años. Esto último tiene una traducción al lenguaje empresario cuando dicen en voz baja que los sueldos en dólares, los más altos de América Latina deben bajar.
     Nuestra incognita es la conducta de Scioli ante estos poderes. ¿Se pondrá el traje de De la Rúa o el de Nestor?

domingo, 9 de agosto de 2015

Pararla con el pecho

     Sospecho , en medio de las iluminaciones, si se puede decir, o si quieren la emoción de un triunfo deportivo, que el fútbol también está alcanzado por una historicidad que vale la pena respetar y conocer.
     No desconozco que el fútbol no está exceptuado de la mercantilización imperante en el resto de las actividades humanas pero aún así conserva un halo de rito popular de iniciación para los varones y ahora también para las niñas.
     Era suficiente en los patios de recreo de la infancia con abollar un par de papeles para armar una ceremonia en la que cada uno se mostraba tal cual era y aprendía los rudimentos de una ética que en sustancia se trata de sostener toda la vida. Me refiero a la ética de jugar con el compañero. O de jugársela por un propósito que supera la mera individualidad
     A propósito de eso recuerdo una historia. Sucedió en el año 1966. Yo era un niño, tenía seis años, esa lejanía le da al recuerdo, creo, un estatuto de leyenda más que el cientificismo que puede darle una investigación histórica académica. Sea como sea en ese año River se disponía a disputar por primera vez en su historia la final de la libertadores de América con Peñarol de Uruguay. Cada uno ganó su partido de local y se tuvo que jugar un partido de desempate en Chile. River empezó ganando el partido 2 a 0 y finalmente lo perdió 4 a 2.
     Hay leyendas alrededor de ese partido. Los escasos registros televisivos que se conservan son de pésima calidad. Se dice que Amadeo Carrizo, gran arquero que reinventó de alguna manera su puesto, sacó una pelota con el pecho. Jugada incomprensible para la mayoría. Los adversarios, los jugadores de Peñarol, lo tomaron como una sobrada, se dice que ese enojo los hizo reaccionar y dar vuelta el partido.
     Los de River sí entendieron la jugada de Amadeo. Ese lujo inesperado, tal vez gratuito, ese desafío a la lógica, no tenía como propósito sobrar al rival, sino continuar, respetar diríamos, una tradición, una forma de jugar al fútbol, de jugar simplemente, una identidad que todos los riverplatenses llevamos con orgullo.
     Una continuidad que venía, por ejemplo, de la década del cuarenta donde se había destacado un equipo de River que pasó a la historia con el nombre de la máquina. Luego en la década del cincuenta siguieron los éxitos y jugadores de la talla de Sívori y sobretodo un uruguayo llamado Walter Gomez al que le dedicaron una canción: "la gente ya no come para ver a Walter Gomez". Es decir el futbol como una fiesta cotidiana como el pan de los pobres, como el techito para guarecerse de la lluvia.
     Pero volvamos a Amadeo y a esa derrota humillante. Eso fue la decada del sesenta para River, planteles lujosos que terminaban segundos. Gallinas fue el apodo que quedó reemplazando al más augusto de máquina.
     Esa deuda se empezó a pagar en el 75 de la mano de Angelito Labruna y la internacional de la mano del Bambino Veira en el año 86.
     Todavía quedaba en el tiempo la caida al descenso. Tal vez una caída adánica, es decir un castigo del buen Dios, por querer reemplazarlo de pecho. De todas manera el ascenso no tardó en llegar.
     El miércoles a la noche River salió campeón de América por tercera vez. Han pasado casi cincuenta años del episodio del partido de Peñarol. Hubo pocos lujos. El partido se jugó bajo la lluvia que le terminó dando una estética de aventura épica. Lodo y sangre como la llegada del capital al mundo. Solo queda un deseo. Me gustaría que ese gesto de Amadeo se conserve, que cuando veamos que viene la pelota volando hacia nosotros, por más embarrada que este y aunque estemos con ropa nueva, la paremos con el pecho y salgamos jugando con la cabeza levantada, ese será el definitivo momento de la victoria.

viernes, 24 de julio de 2015

La privatización de la verdad

     Qué se puede decir de la estruendosas declaraciones de Mauricio Macri el domingo. Se puede decir, qué flaco favor le hace a la verdad, qué flaco favor le hace a la palabra política.
     La verdad de los números no parece suficiente. Me refiero a los números de los resultados electorales. Los números de la democracia, de la soberanía popular.
     ¿No había ganado el candidato de Macri en tres ocasiones? Primero en la interna, luego en la primera vuelta y finalmente en la segunda vuelta. Otra pregunta, ¿no pertenecían los dos candidatos a un mismo espacio, a un mismo ámbito de ideas?. Estuve a punto de decir que ambos candidatos tenían la misma ideología. Pero lo peor que te puede pasar es que te digan que tenés una ideología.
     Ahí están los hitos centrales de la experiencia kirchnerista que Macri recitó incómodo ante el consternado coro PRO que decía  no como en una antigua tragedia griega. ¿No constituyen esos hechos, esas medidas de gobierno, una ideología, es decir, un sentido determinado que se le quiere dar a un país? Pero el candidato Macri, que no es un producto manufacturado de la nada por los medios como Massa, sino que viene desde su más tierna infancia, como si fuera Juan Carlos de Borbón, preparándose para reinar, había esgrimido con mejor convicción ideas (ideología) opuestas a la que pronunció el domingo.
     Esta claro que el niño de oro no enloqueció. Tampoco su asesor, el improbable Durán Barba que según informa el portal de La Nación comparó a Macri con Hugo Chavez, Rafael Correa y Evo Morales. Ellos profesan la fe en las encuestas, que es la verdad de los números, pero no los números públicos del voto popular, sino a su privatización.Una verdad que no se presenta como ideología pero que lo es. Una verdad que es pura instrumentalidad.
     No son las encuestas que se publican que, como se sabe y como se comprueba cada vez con más frecuencia, son falsas, son para la gilada, sino los números que no se publican, los números secretos que los candidatos pagan caro (caro en todo sentido) y que adoran y obedecen como a un nuevo Dios.

lunes, 6 de julio de 2015

Voto en blanco

     El búho levanta vuelo cuando el día ha terminado. Y qué ha quedado del día: un sabor que con cierta tristeza denominamos sabor de la derrota.
     El día de la votación, a pesar de los sabores que pueda dejar tiene todavía algo de festivo, la memoria de lo festivo tal vez, de aquellos días, hoy lejanos, de los ochenta, cuando con la democracia, tal como lo prometía Raúl Alfonsín, con su sola presencia, se podían solucionar los problemas básicos.
     Claro que no se podía, pero no era ridículo pensarlo, tal como hoy nos parece, si uno cree que se piensa situado en una dinámica histórica que casi nunca declara su sentido, porque ese sentido, que será transitorio, será el resultado del tránsito de ese movimiento histórico, del resultado del conflicto que inevitablemente se produce.
     No creo que valga la pena enumerar uno por uno cada episodio de la historia de los votos en la Argentina, solo nos quedaremos arbitrariamente con el último, el voto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el día de ayer y con una pregunta, tal vez la más banal: por qué gana Macri.
     Si uno la foto que Clarín, el diario de los argentinos, publicó en su portal en el día de hoy, el festejo del PRO, con su ya tradicional estilo escolar, no podrá menos que sentirse ajeno, extranjero, distinto de todo lo que esa imagen representa, de todos esos personajes que se pueden ver, con sus bocas abiertas, danzando sin elegancia. Pero esos dudosos personajes son dirigentes políticos, son representativos, abrumadoramente representativos según lo dice el resultado de la votación. Qué representan, a quién representan. Representan al pueblo.
     Ya que nos cansamos de decir que la política es conflicto, también los términos con que definimos la política deberán ser puestos en disputa y esa disputa, el resultado transitorio de esa disputa, le deja a esos personajes la representación del pueblo de la ciudad. A ellos les gustará decir de la gente de la ciudad, pero no dejará de ser un espacio que no tendrá una definición clara como el de clase social, es decir no será suficiente con saber el lugar en que cada uno se ubica en el mecanismo de producción para predecir su comportamiento político, deberemos usar elementos más débiles, resbalosos, cambiantes.
     Hay en lo que por costumbre llamamos futuro, otra instancia electoral, pero en mi opinión el resultado ya se definió: ganó el neoliberalismo, gano el proyecto (también ese término está en disputa) de la globalización, y la próxima elección se hará en los términos de la globalización: tendremos el ballotage que será el nombre de un simulacro, de una representación, de una mera disputa de imágenes.
     Tendremos nada, si se me permite usar esa expresión ajena a nuestro lenguaje, pero aún en la fiesta de lo uno el no-ser deberá ser representado y mejor representación de la nada que el blanco, el voto en blanco, que es, que será, la representación de una ausencia, de una falta, de una resistencia.

martes, 9 de junio de 2015

La actualidad

     ¿Qué es la actualidad? En la velocidad de lo publicado la definición del presente se hace cada vez más difícil. La pregunta de si te enteraste lo que pasó es la más angustiante. A qué se refiere el que pregunta. A cuál de todas las cosas publicadas en Facebook, o en los portales de los diarios se refiere.¿Lo habrá visto en algún canal de noticias (en realidad hay solo un canal de noticias omnipresente en la ciudad)?
     Antes la velocidad de lo real estaba relacionada con el ritmo de las ediciones de los diarios. Había matutinos que tenían una edición diaria y los vespertinos que tenían dos ediciones, la quinta y la sexta. Parece salido de la prehistoria ¿no es cierto?.
     La actualidad puede ser conocer el nombre del último intendente que se fue del massismo, la pelea de Moria y Soledad en el bailando o el último asesinato o violación que conmueven a la sociedad.
     Claro que uno no está conmovido por ninguna de las noticias que puedan mencionarse. Porque parecen nuevas pero en realidad se tratan de repeticiones, algo así como el ruido mecánico de un lavarropas. El ruido de la televisión repito en mi casa cuando alguien prende el televisor. Porque llegò a molestarme. Ya no soy capaz de postular una distancia irónica.
     Es necesario decir que la actualidad y el conocimiento de la realidad son cosas distintas. Hay diferencias de temporalidad. Además el saber necesita de una negación, de una captura. Presto atención a lo que luego de reflexionar considero sustancial. Tomarse esa tarea, que sin duda es política, es más necesario que nunca.

miércoles, 3 de junio de 2015

La oposición es Kirchnerista

     El general Perón, con una ironía que nos arriesgamos a calificar de borgeana, decía que en el país había radicales, conservadores, e incluso comunistas pero que todos eramos peronistas. El viejo líder tenía razón, el peronismo en el país era mayoría aunque había también una cantidad importante de antiperonistas. Pero estos últimos, en la medida en que tomaban como modelo para elaborar su identidad al peronismo también formaban parte, involuntariamente claro, del territorio peronista.
     En la era de la grieta, el esquema se repite. El poder mediático denomina a su rama política como oposición. Están despojados hasta de su nombre propio. No son ni cobista, ni massistas, ni miembros del Pro, son simplemente la oposición.
     La caída de Massa se explica por ese esquema pifiado. Empezó como un Capriles, es decir un candidato moderado, que no rechaza todo el proyecto oficialista en su totalidad, pero que viene a traer racionalidad a un populismo que carece de ella. Pero a poco de haber ganado la provincia de Buenos Aires adquirió gratuitamente el discurso de la mano dura que como sabemos garantiza una gran cantidad de centimetraje mediático pero que al final del camino espanta hasta a los mismo que lo pedían. ¿Donde están sino Aldo Rico, Ruckauf, y tantos otros abanderados del garrote represivo?
     Tiempo atrás sucedió lo mismo con Cobos. Luego del estrellato del no positivo le tocó en suerte liderar una mayoría legislativa, el grupo A, que tenía número para imponer proyectos y se dedicó a tratar infructuosamente de entorpecer la ofensiva Kirchnerista luego de la derrota del 2009.
     Cuando el gobierno nacional estimuló la apertura de un instituto de historia que tomaba el discurso revisionista, José Pablo Feinmann se opuso. Afirmó que el revisionismo había sido importante en la tarea de cuestionar la historiografía mitrista pero que a esta altura era tiempo de elaborar un discurso histórico propio. Los políticos de la oposición pueden tomar ese consejo para su propia situación. Tal vez el PRO este tomando ese camino. Incluso fue elogiado por la presidencia por decir lo que realmente piensan. Encarnan sin más el proyecto neoliberal, sin culpas y sin disimulo.
     El pueblo en las urnas tendrá la última palabra

martes, 28 de abril de 2015

La política en recipientes vacíos

     Da un poco de vértigo ver las diversas mutaciones en el elenco de los personajes de la política Argentina.
     Luego de que fuera oportunamente superado el esquema que tantas desgracias trajo al país, hablo de la alternancia entre gobiernos elegidos más o menos democráticamente y golpes militares cada vez más furibundos, quedó vacante la representación de lo que ahora se llama grupos concentrados que durante cincuenta años había ejercido el partido militar.
     Esa falta fue cubierta en los noventa por la aparición inesperada del gobierno de Carlos Menem, algo así como un prode para ellos. Esa construcción insólita, un clivaje ordinario entre dólar barato y cultura del entretenimiento, no podía durar más de lo que duró en el mundo la ilusión que trajo la caída del Muro de Berlín, que consistía en la acumulación ilimitada del capital sin ninguna adversidad política. Y no podía durar por lo que podemos denominar como la dinámica del escorpión, aquella en la cual en la medida que el capital avanza en su acumulación destruye sus representaciones políticas.
     Sobre esa falla en el mecanismo político del capital surgieron en Latinoamérica los movimientos populares que tanta discusión producen. Una grieta en la pared que luego de algunos intentos fallidos (De Narvaes, Mazza) parece querer cubrir Mauricio Macri.
     La construcción de Macri trajo en un principio la nostalgia de un Berlusconi local. Salido en un principio, no de un partido preexistente sino del riñon mismo del capital, presidente de un club de fútbol popular, apoyado por la gran maquinaria de los medios, en fin, toda la carne en el asador como suele decirse. Pero aún así la cosa no terminó de funcionar correctamente. No se conseguía humanizar al candidato. Su dicción tortuosa, su bigotito policial y sobretodo un apellido demasiado asociado a las trapisondas del capital vernáculo en el pasado, numerosas estafas al estado, enriquecimiento dudoso, abundante exhibición del botín.
         La solución para ese problema fue Gabriela Micheti. Personaje de novela, no solo por su problema personal, explotado hasta el hartazgo, sino por su aparición de la nada hasta el estrellato. De mendiga a reina, cenicienta en silla de ruedas, estuvieron a punto de organizar una boda. De un manotazo los dos perdieron el apellido, fueron Mauricio y Gabriela, no hasta que la muerte los separe pero algo así, porque en el mundo mediático morir puede ser dejar de aparecer en la tele.
     Es decir, la politica de recipientes vacíos en la que no es posible analizar ninguna linea ideológica, ya que las ideas las ponen otros, en los que los votantes ponen sus razones o su falta de ellas.

sábado, 28 de marzo de 2015

Poema de amor de un hombre cualquiera

El tiempo es un río que fluye
y que no vuelve a ser río

El tiempo es un polvo tan liviano
que apenas se lo ve
en los cuerpos que caminan
obligados a vivir

El tiempo es
el mar
el reloj
la estación del tren

El tiempo es nuestra mirada
que antes era dos miradas
que no dejaban de mirarse
y que ahora es una sola
fuera del tiempo
y aún
mirando

domingo, 22 de marzo de 2015

Macri o dunga dunga

     Tal como lo dijo Aristóteles, la política es inevitable. Aún para hacer la opresión más eficaz es preciso desplegarla. La pura represión, dada la desigualdad de la distribución de los bienes sería imposible.
     El amo necesita que el esclavo trabaje para mantener su ocio. Cómo hacer entonces (pregunta que se hizo el candidato Macri con su habitual sinceridad) para que el esclavo trabaje por el menor salario posible y que no sea necesario gastar demasiado dinero en la represión de los que no obedezcan.
     Se deberá desarrollar algún argumento de persuasión sofisticado, que sin duda será político, y si es suficientemente bueno hasta el mismo amo se podrá considerar un benefactor de sus explotados e incluso ganar alguna elección limpia.
     Pero las oligarquías nativas siempre aspiraron a la pura represión. Tal vez por debilidad o por simple perversión. Sentirán un oscuro placer de la épica, nostalgia del general Roca matando indios como moscas con sus tan ingleses rifles Remintong.
     Sin embargo es imposible. Tuvieron inventar una clase política de apuro para reemplazar a los toscos y a esta altura impresentables militares. Esa invención resultó también inoperante para satisfacer la ambición de esa clase social no dispuesta a ceder ni una moneda de su botín.
     Entonces sucedió el 2001 y como consecuencia de ello el 2003. El genial Discepolín les hubiera dicho yo no inventé el kirchnerismo, el kirchnerismo lo inventaron ustedes.
     La última semana se produjo un acuerdo político entre la UCR y el PRO. En un programa de televisión del que apenas pude soportar cinco minutos el ex-intendente Suarez Lastra, canoso, envejecido, fue el encargado de defenderlo. La periodista María Odonell era su colaboradora.
     Suarez Lastra tenía que decir, y finalmente lo hizo que , sin duda, Macri (sí Macri) era más republicano que los Kirchner. Traducido sería: Macri pero antes un poquito de dunga dunga

sábado, 7 de marzo de 2015

La oligarquía de turno

No hace mucho se decía, en un contexto ideológico claramente diferente al actual, que el periodismo era el cuarto poder. Ejecutivo, legislativo, judicial, y se sumaba a esas instituciones a las empresas periodísticas.
     Nadie, o casi nadie, desde ningún sector, sobretodo en el renacer democrático, se le hubiera ocurrido, cuestionar ese logro, diríamos la sacralización de los medios.
     También parecía indiscutible sumar a los medios a la lista de los perseguidos. Ochenta compañeros periodistas desaparecieron durante la dictadura. Había uno sobretodo, a Rodolfo Walsh me refiero, que había escrito una carta abierta a la Junta Militar, pieza fundamental de nuestra cultura, en la que no solo denunciaba los crímenes que se estaban cometiendo sino que se describía el plan de miseria planificada que se estaba llevando a cabo (que se prolongaría durante la democracia) y que explicaba la magnitud de los crímenes, el de su propia hija entre otros, que denunciaba. Aún en tiempos que la dictadura se desvanecía, se secuestró un número de la revista Humor y un número de la revista La Semana, del singular Jorge Fonteveccia. Este último, tal vez anticipando o prolongando tal vez tendría que decir, el estilo amarillista que lo caracteriza, montó una espectacular escena en la que se refigió en la embajada, según creo recordar, de Venezuela.
     Se tardó mucho, demasiado a mi entender, en torcer este relato, sin dudas incompleto, al que le faltaban varios episodios, no precisamente heróicos. Uno de ellos, tal vez el más notorio, fue el de Papel prensa. Solamente luego del intento destituyente del año 2008 las cosas quedaron un poco más en claro. Tal vez no fue solamente el episodio en sí, que no difería demasiado de otros que habían sucedido, la diferencia estuvo que en el gobierno había otra clase de políticos pero sobretodo había una generación nacida en democracia que no conocía los antiguos miedos que paralizaron resistencias del pasado.
     Debilitado el cuarto poder se tuvo que recurrir al tercero. Se trata de un poder vitalicio, sin legitimación popular. Una especie de nobleza de estado según el término que utilizó Pierre Bourdieu. Ese poder organizó días atrás una reunión en la que habló su presidente Ricardo Lorenzetti. Una clara respuesta al exitoso acto de apoyo a la presidenta Cristina Fernandez. El presidente de la corte actuó como un presidente alternativo, tal vez el presidente que solicitan los que no reconocen como propia a la presidenta legitimada en elecciones populares. Mostró un video en el que puso arbitrariamente al fallecido fiscal Nisman en una lista en la que claramente no le corresponde estar: Madres de Plaza de Mayo, Kosteki y Santillán entre otros muertos ilustres. Mandó a los miembros de Memoria Activa, familiares de las víctimas de la AMIA al patio donde lo podían ver por televisión.
     El pobre presidente alternativo lamentablemente no tuvo el gran final esperado para su acto. Se equivocó. Y lo peor se equivocó cuando le contestaba a la presidenta de los plebeyos. Dijo que la causa de la embajada de Israel era caso juzgado y que había habido un fallo en ese sentido en 1999. Qué lástima. Al día siguiente un secretario de la misma corte lo tuvo que corregir, porque la causa, tal como lo dijo la hija del colectivero, está abierta y sin culpables, ni reparación para las víctimas por más que se las mande al patio, a la cocina, o al mismísimo olvido.

martes, 3 de marzo de 2015

Pepe Mujica, un presidente pobre

     Cuál es, cuál debería ser el territorio de nuestras preocupaciones.
     La informática nos da la posibilidad de acceder a todos los diarios del mundo, pero, sin embargo, esa posibilidad que sostuvo a la idea de globalización, es decir, el mito de un mundo sin fronteras ha sido sofocada por la hiperinformación.
     Pareciera imposible decodificar la avalancha de información referida a lo local, menos podemos soñar en tener una interpretación del mundo. Hay un tiempo limitado, y ellos lo saben, para ponerse frente a la televisión o leer los diarios con espíritu crítico. Ni siquiera sabemos demasiado de nuestro país más cercano que es el Uruguay. Solo creemos saber. Hay estereotipos disponibles de lo que los uruguayos son, sobretodo con respecto a los argentinos. Me permito entonces desconfiar.
     Podemos postular, y será una opinión no menos arbitraria que las demás, que Uruguay es un país cómodo, ya que se está usando esta palabra, para nuestra pequeña burguesía. A ese territorio llevan su capitalito para protegerlo de la carga impositiva que pretende imponer el estado; ahí van de vacaciones tal como iban sus antepasados a Mar del Plata antes que ese territorio que consideraban propio fuera invadido por el turismo de masas.
     A Uruguay, y los uruguayos lo deben saber y sacan provecho de eso, lo consideran todavía suyo. Desde los afanosos opositores a Rosas hasta los aviadores que bombardearon Plaza de Mayo y encontraron refugio en Uruguay, pero sobretodo, y es la segunda aunque no la última vez que lo decimos, llevan su capitalito, el elemento que los constituye como clase.
     El domingo dejó la presidencia Pepe Mujica. Un personaje, diríamos, según el cariñoso uso que hacen de ese término los porteños. Un político que se ha obstinado en cultivar y sobretodo exhibir hasta el hartazgo, un estilo austero, cercano a la pobreza. Era la contrafigura que la estrategia mediática necesitaba para contraponerla a la de Cristina Fernandez, que, hay que decirlo, tiene otro estilo. Viste bien y se nota que está cómoda con una ropa que usa. La porta con autoridad y elegancia. Ahora, ¿le corresponde a ella, hija de un colectivero y de una señora que va los domingos a la cancha, usar esa ropa? No, debería ser como Pepe Mujica, eso es lo que le corresponde.
     Ahora qué podemos decir de la forma que han gobernado Mujica en Uruguay y Cristina Fernandez en Argentina. Sabemos que Cristina Fernandez se supo ganar la antipatía de esos que consideran al Uruguay como su territorio. Cobra impuestos elevados a la renta agropecuaria y sobretodo usa ese dinero para reinstalar lo que en otra época se denominaba estado de bienestar, que en criollo quiere decir, planes sociales, moratoria jubilatoria, subsidios diversos y estatizaciones. Cuál ha sido el estilo de Mujica. Qué medidas ha tomado. Sabemos que ha llevado refugiados de Guantánamo, que ha legalizado el consumo de marihuana y pocas cosas más. No tenemos noticias de que haya conmovido la estructura económica del Uruguay. Intenciones, discursos, poco más. En cuanto al capitalito de la burguesía Argenta diremos que sigue siendo sagrado. Uruguay es la Suiza de América, eso no tiene discusión

martes, 24 de febrero de 2015

Ricardo Darín derrota a Juan Moreira

     Hay una frase que se le atribuye a Dostoievski: "Si Dios no existe todo está permitido". Roberto Arlt, uno de sus discípulos, desarrolla muy bien esa temática en Los Siete Locos. Erdosain siente angustia ante la ausencia de Dios y el fracaso de la redención social.
     Claro, eran los años treinta, hasta el capitalismo parecía caerse. El angel de la historia mira hacia atrás y solo ve ruinas, decía Walter Benjamin por esos días. Hoy la cosa no parece estar mucho mejor. El discurso mediático con su ruido, su furia, y su velocidad crea una ilusión de sentido. Un sentido, a mi juicio, plagado de violencia, a veces estetisada, como en la película de la que vamos a hablar, y a veces cruda como en el caso de ciertos programas de televisión, pero que logra naturalizarse y convertirse en una salida a disposición de la ciudadanía.
     Ya se ve en los noticieros. Una realidad plagada de crímenes y sobretodo sin una resolución que la moral dominante pueda considerar justa. Nadie hace nada. Entran por una puerta y salen por la otra. Frases estereotipadas que resisten incluso su caída en la comedia genial de Capussoto.
     Una película argentina parece haber puesto fin a toda posible discusión sobre el tema. La legitiman sus tres millones de espectadores.
     La salida, ese hacer, ese sentido que esperaban los abnegados ciudadanos que pagan impuestos y no reciben planes, es, sin más, la violencia. La mano dura que ni siquiera ejerce la policía sino el ciudadano sin ninguna mediación.
     El relato de Szifrón, estoy hablando de Relatos Salvajes, ofrece las más variadas formas de justicia violenta: muerte a cuchilladas, explosiones, caídas de aviones, tirar a la amante del novio sobre un espejo y desfigurarla, defecar al enemigo, orinarlo, etc. Todo está por demás exhibido y expuesto. No se ahorra ningún primer plano a los más desagradables aspectos de esta ardorosa labor. Vemos al personaje de Sbaraglia morir ahorcado con su propio cinturón de seguridad; vemos los excrementos y el orín de un, por supuesto, negro de mierda, que también termina carbonizado.
     Una pequeña crítica. Hubiera faltado una violación. O al menos una escena de sadomasoquismo cool al estilo 50 sombras.
     Relatos Salvajes es la película más vista de la historia del cine nacional. Desplazó a Juan Moreira película que se había estrenado durante los años setenta. Un gaucho de la resistencia derrotado por un ingeniero de explosiones encarnado por el admirado Ricardo Darín.
     Es lo que hay

viernes, 13 de febrero de 2015

Qué decimos cuando decimos Clarín

     Supongo que ya, a esta altura del partido, como solía decirse, Clarín ya no es más Clarín.
     No sé si lo sabía el gobierno en 2008 cuando lo eligió como antagonista. El caso es que lo eligió y que fue sin duda un acierto, porque toda narración se compone, por lo menos en el modo clásico, de por lo menos dos elementos: el héroe y el antagonista.
     Podría haber elegido a otro, no le faltaban candidatos. Estaba el campo si es que quería democratizar la estructura impositiva del país; o los bancos, si se preparaba para rescatar los fondos jubilatorios del negocio financiero.
     El caso es que fue Clarín. Si prestamos atención al antiguo relato liberal o republicano, si es que nos atenemos a la terminología que usa la representativa diputada Carrió, Clarín representaría al periodismo como contrapoder, apartado de las disputas políticas, valiéndose para la lucha, como única arma, del poder de sus ideas, es decir, un débil David que lucha contra el gigantesco Leviatán.
     Pero el caso fue que una vez que la pelea comenzó, y que cada uno dispuso sus potencialidades, las cosas se presentaron de una manera distinta a lo que se podía pensar. El poder judicial dijo cautelarmente: soy Clarín. Las empresas sojeras desde su pequeñez dijeron soy Clarín. Los bancos sentados sobre sus depósitos dijeron soy Clarín. El pequeño diario parecía no ser tan pequeño, parecía más bien una inmanencia oculta del poder, algo así como la columna vertebral del movimiento.
     ¿Eligió entonces el gobierno, bajo su arbitrariedad, al grupo Clarín como antagonista ideal o el grupo social dominante eligió el significante Clarín para nombrarse a sí mismo? Tampoco se trataba de una elección arbitraria, Clarín era un producto de su historicidad, así como Mitre o Sarmiento lo fueron en su tiempo, un recipiente ideológico pacientemente construido, finalmente, un sujeto que terminó siendo idéntico a su constructor. Clarín y el poder dominante usan las mismas palabras, las mismas imágenes, el mismo dinero. En suma, son las mismo cosa.
     Y si empujamos las palabras hacia la pura actualidad veremos la tapa del pequeño diario anticipando la imputación a la presidencia a la mañana y luego al poder judicial refrendando la noticia a la tarde.
     Me daría un poco de miedo, si es que eso sirviera para algo  

martes, 3 de febrero de 2015

El caso Nisman

     Qué es una operación política. Por lo pronto no es la verdad, pero tampoco es una mentira, se trata más bien de una ficción. Es un acto cuya finalidad es disfrazada y es necesario que lo sea para potenciar su efectividad.
     La operación política, en el mejor de los casos, busca volcar a la política al terreno de las interpretaciones mediáticas donde los profesionales de la información encuentran un protagonismo desmedido y la clase política se reduce a un papel secundario y sin dudas deslucido.
     Si esa operación es exitosa la iniciativa política quedará en mano de quien la armó, diríamos que esa es la finalidad desde un principio. Tener la iniciativa es como en ajedrez jugar con las blancas, es decir, obligar al adversario a que se limite a actuar dentro de mi estrategia.
     Si gano es porque el adversario no logró romper la telaraña ficcional.
     ¿Es el caso Nisman una operación política? Hay que recordar que la trama de la historia no empieza ahora sino veinte años atrás con el atentado a la AMIA y luego con los diez años que el fiscal tuvo a su cargo la investigación que desembocó en una denuncia que aún luego de su muerte ningún juez se dispone a aceptar. Luego tenemos la muerte del fiscal. ¿Fue un asesinato o fue un suicidio? Creo que en ese punto es cuando hay que abandonar cualquier intención de responder. No hay manera de hacerlo sin enlodarse en el conventillo berreta que la operación ha preparado para nosotros y para cualquiera que intervenga, incluso la presidenta de la nación que se precipitó en escribir dos notas en facebook, notas que la debilitaban y la entregaban al lenguaje mediático. Luego, para alivio de todos nosotros, tomó el centro del ring y desactivó de un plumazo (un golpe de Knock out sin duda) esa usina de operaciones políticas que era la SIDE.
     Hoy está en China gobernando, haciendo política de estado, que es en definitiva todo lo contrario, que es la negación, de toda operación política

jueves, 15 de enero de 2015

Ellos son Charlie

     La muerte, se sabe, es una derrota. Y una injusticia. El ser, nuestro ser, es para la muerte. Jugamos un partido que sabemos que no vamos a poder ganar. Dios sabe el resultado desde un principio, diría con algo de ironía Borges. Faltando un minuto nos cobrarán un penal injusto. Gol del contrario y final del partido.
     La muerte violenta es más complicada. Un mortal le da muerte a otro mortal. Se apodera de la vida del otro al matarlo. Es, sin duda, a pesar de que se ha repetido innumerables veces en la historia de la humanidad, un acto atroz. La repetición, por suerte, no lo naturaliza, mal que le pese a los medios de comunicación que lo toman como elemento preferido para difundir sus valores. El asesinato también es un acto de soberbia. No es Dios el que cobra el penal, es un ser para la muerte el que lo hace y con eso aspira a reemplazar al buen Dios y convertirse en inmortal. En realidad le va a ser imposible usurpar el lugar de la divinidad. Morirá de todos modos. Y morirá condenado como un todos los criminales. La energía de la víctima no se transfiere hacia el asesino, se perderá en el tiempo.
     La violencia política lleva al extremo todas las características de la violencia individual. El ser mortal da muerte, destruye a otro, pero en este caso espera, casi tiene la convicción, de no ser condenado, sino más bien espera ser premiado por haber actuado en nombre de un bien. Destruye al prójimo y además lo convierte en un objeto, una mera letra con la que escribirá un mensaje a la posteridad.
     El ataque a la revista Francesa fue un hecho atroz. La secuencia que prolijamente fue transmitida universalmente conmueve. Tenemos además la foto que detiene esa secuencia en el momento en el que el policía pide una clemencia que no recibirá.
     Qué idea del bien puede justificar ese acto.
     Esos seres mortales disfrazados de comandos y armados con armas sofisticadas no fueron detenidos. Fueron Dioses por un momento. Dispusieron de la vida de sus víctimas.
     ¿Quienes son? ¿Son realmente terroristas musulmanes? ¿Forman parte de algún mecanismo del imperio? ¿Fueron instrumentados? Lo sabido es que el imperio los denunció como terroristas musulmanes y el mundo les creyó. Esa es la peor derrota de la cultura Musulmana. Fueron rápidamente reducidos al estereotipo Occidental. Fueron desde ese momento fueran o no culpables fanáticos y terroristas. Quedaron totalizados en esa definición, no fue posible, no le fue posible a la cultura musulmana, contraponer otra definición de si misma. Son lo que dice el enemigo que son.
     Hay un dibujo que fue publicado en el semanario francés: un musulmán trata de protejerse de las balas con el Corán. El texto dice: el Corán no para las balas. No se si hay comicidad en ese dibujo pero dado lo que sucedió y lo que seguramente va a suceder esa obra se convirtió en profética.
     Los franceses salieron a la calle encabezados por los jefes de la Otan y políticos aliados. Asesinos, mortales que han tomado y toman la vida de mortales de la periferia por una idea del bien a la que llaman Occidente.
     El Europeo se ha hecho ha si mismo creando esclavos y monstruos dijo el gran Sartre